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Enrique De Rosa Alabaster
@enriquederosa
El advenimiento de los sistemas de IA irrumpe con avances que superan de alguna manera nuestra capacidad de comprenderlo, no hay posibilidad que sepamos cuál es el futuro, en el cual se mezclan enormes temores y expectativas. Quizás esto nos lleve a la necesidad de centrarnos en la existencia misma que es el presente, vivirlo plenamente sabiendo que ignoramos el futuro. Una buena metáfora de la salud, la existencia misma.
En los últimos días del mes de marzo ocurrieron dos acontecimientos casi en simultáneo. Por un lado, referentes especialmente del sector informático de todo el mundo firmaron un manifiesto solicitando detener por seis meses el desarrollo de inteligencia artificial hasta encontrar un marco regulatorio. Por otro, un hombre en Bélgica se quitó la vida luego de una relación virtual con un programa de IA que lo llevó a esa terrible resolución. Este caso señala varios aspectos y obliga a preguntarnos si éste será un caso extraordinario o solo el primero de las consecuencias del extraño signo de los tiempos que vivimos.
En los días posteriores a la difusión de casos de probable abuso de menores, gran cantidad de opiniones fueron expresadas en medios sin tener en cuenta las consecuencias en un tema tan delicado. Así, términos calificadores de estructuras de personalidad y/o perfiles delictivos se expusieron indistintamente llevando, quizás de manera inadvertida, a la confusión. Es, sin embargo, un tema en el que los conceptos deben ser claros, a riesgo de estar tratando superficialmente y por momentos banalizando en el límite de la apología de un delito.
Todos los días la crónica policial presenta casos que son solo el factor emergente de una sociedad en la cual los actos de violencia se multiplican en cantidad y crueldad. Esos casos sin embargo no son una crónica ficcional sino la realidad de una sociedad que aceleradamente está avanzando a un estado crítico de consecuencias ominosas. ¿Somos espectadores/participes de una sociedad afectada de una patología terminal?
En estos días dos casos de la crónica criminal-policial, que han conmocionado por razones diferentes a la opinión pública, recibirán luego de los correspondientes juicios, el dictamen de la justicia. (Para el momento que la nota sea publicada ya conoceremos la de Lucio Dupuy). La expectativa generada al menos en uno de ellos nos lleva a preguntarnos sobre valores abstractos pero con consecuencias muy concretas, como justicia y salud. ¿Qué es hoy gozar de buena salud y de una buena administración de justicia?
El abordaje del caso muestra la diversidad y multiplicidad de percepciones posibles frente a un hecho que supera la capacidad de comprender o no quiere ser comprendido. El dilema se plantea entre las responsabilidades y culpas en lo individual, la madre, su pareja, pero por otro lado un sistema que de una u otra manera asistió pasivamente al martirio del niño. A la vez es un detonante de una serie de grietas y zonas oscuras de una sociedad en la cual ,una vez más, es evidente que las víctimas no son todas iguales.
El malestar psíquico, emocional, se expresa de diversas maneras que en la cotidianeidad ya consideramos parte normal de la existencia. La depresión en sus diferentes formas y grados afecta a millones de personas en el mundo.
El trabajo es una de las manifestaciones más importantes de la cultura de una sociedad. Estamos hace años asistiendo a diferentes formas de malestar frente al mismo, que se traducen en manifestaciones clínicas, así como consecuencias para las organizaciones, la sociedad y la economía. Un cambio de paradigma respecto a que significa y como se desempañan el "trabajo" aparece como la única opción posible con una necesaria nueva mirada a un mundo que mantiene modelos operativos perimidos. La otra opción es incrementar las estadísticas de burn out y resignación.
El Día Mundial de la Salud Mental 2022 está dedicado a la relación con el planeta. Quizás debamos recordar que estamos en ese conjunto, cuando la soledad es desde hace años un factor de riesgo creciente en la salud pública. Las redes sociales, la vida cotidiana transformada por la masividad de la vida digital, la pandemia y la postpandemia no han hecho más que incrementar este factor nocivo de manera exponencial.
El parricidio de Vicente López vuelve a señalar un tema que nos lleva a interrogantes culturales, históricos, psicológicos, antropológicos y sociales. ¿Cuál es el trasfondo de los crímenes cometidos contra la propia sangre? ¿Qué límite ha sido transgredido?