Locos egregios: las consecuencias del poder en la mente de los gobernantes (I)
"Para conocer a un hombre, revístelo de un gran poder."
Pitaco de Mitilene
Hay algo que siempre ha fascinado y es el intentar entender aquello que guía o condiciona el comportamiento de los seres, sean reales o míticos, cuya existencia sea lejana a nuestra experiencia vivencial. Esto incluye a personajes cercanos pero que han realizado hechos extraordinarios, para bien o para mal. Así, nos es lejana la mentalidad de un ciclista que luego de semanas de agonía gana el Tour de Francia o ante hechos abominables.
Es habitual para quienes nos desempeñamos en el área de la psiquiatría forense que ante un crimen aberrante la pregunta sea “¿Qué tiene en la cabeza?”, en un intento de comprender lo incomprensible a nuestra experiencia vital y razonamiento. En otro nivel, desde la antigüedad en todas las culturas, como para nosotros lo es la greco-romana, nos hemos preguntado sobre los designios de los “Dioses” y hemos tratado de interpretarlos en un intento de ver las consecuencias de éstos sobre nuestras vidas. Es decir, esta búsqueda sobre los móviles de quienes en lo real y concreto, o en lo místico o numinoso, tienen poder sobre nosotros, viene desde la antigüedad. En los diferentes mitos vemos un intento constante por entender la personalidad de los “Dioses”, desde los comportamientos erráticos del Rey del Olimpo, Zeus, hasta la de dioses menores.
En un orden menos mítico o mágico, y sobre los llamados enviados de los dioses -como se percibían reyes o emperadores-, ya Platón, en La República, nos menciona que los líderes deben poseer un equilibrio racional para evitar la tiranía o inclusive Aristóteles, en Política, analiza las tendencias despóticas de éstos y sugiere que ciertos rasgos de su carácter pueden llevar a la corrupción del poder.
Quizás un análisis más cercano a la psicología y psiquiatría, lo realizan autores como Tito Livio, quien refiere cómo ciertos emperadores romanos, como Tarquinio el Soberbio, mostraban signos de paranoia y egolatría o Suetonio, en su obra “La Vida de los doce césares”, documenta los excesos de emperadores como Calígula y Nerón, cuya conducta sugiere posibles trastornos de personalidad severos o hasta estructuras psicóticas. Más cercano a nosotros, en el siglo XIX, un autor muy comentado, pero quizás poco leído y así estigmatizado, Cesare Lombroso, en “Genio e Folia”, desarrolla la hipótesis de que la genialidad, la excepcionalidad, por extensión incluye a los personajes salientes en la historia, y la enfermedad mental están intrínsecamente ligadas.
Es entre el siglo XIX y XX, a partir de Lombroso y más tarde inclusive con autores como Freud o Erik Erikson, y sus libros biográficos sobre Luther King o Gandhi, que se considera esa estructura -la llamada psico patografía histórica-, que es el estudio, en general retrospectivo, de la salud mental de personajes influyentes en la historia. Su objetivo, de alguna manera semejante a las observaciones de la antigüedad, era analizar cómo las características psicológicas, los trastornos mentales o las patologías de estos personajes, influyeron en sus decisiones y, en consecuencia, en el curso de la historia.
En esta disciplina se combinan elementos de la psiquiatría, la sociología y la historiografía, utilizando fuentes documentales para evaluar la personalidad de figuras históricas. En ese contexto, la obra del catedrático Antonio Vallejo-Nágera en 1946 y la nueva edición de su hijo Juan Antonio en 1977, “Locos Egregios”, aborda con la profundidad y erudición de la escuela médica española (poco valorada en función de sus extraordinarios aportes), a personajes como Napoleón Bonaparte, Carlos VI de Francia (apodado "El Loco") quien padecía episodios psicóticos graves, Calígula o Adolf Hitler entre otros.
El calificativo de Carlos VI, “el loco” ha sido varias veces utilizado en la historia e incluso en nuestro país, la figura de Domingo Sarmiento mereció este apodo, y asimismo el título de un libro. También un libro sobre el actual presidente lleva ese título. Otros casos han sido Juana I de Castilla – "Juana la Loca", Jorge III del Reino Unido (conocido para el público general por la película “La Locura del Rey Jorge”), Luis II de Baviera Conocido como el Rey Loco, o Carlos II de España llamado “el Hechizado”.
Un aspecto central en esta rama del conocimiento, a veces de manera directa pato biográfica, pero también en valiosos aportes indirectos en obras literarias, es que más allá de la presunción de una patología específica o no, señalan la influencia y el peso del poder en el psiquismo de estos personajes “egregios”. Inclusive en el cine vemos figuras reales o ficcionales en las cuales se ilustra esto, como la aclamada película Gladiador en la cual dos personajes históricos reales, padre e hijo, manejan la suma del poder de manera diametralmente diferente.
El emperador, filósofo Marco Aurelio, una persona que buscaba auto examinarse y ser mejor para sí mismo y su pueblo, como se aprecia por ejemplo en sus “Meditaciones” y por otro lado su hijo Cómodo quien se creía una reencarnación de Hércules, y en base a los relatos contemporáneos sobre su comportamiento, es visto como un caso de narcisismo extremo, megalomanía y posiblemente un trastorno de personalidad antisocial, en la que su fijación con los espectáculos de sangre y su desprecio por la administración pública muestran su progresiva desconexión con la realidad.
Varios emperadores romanos como Calígula, Nerón y Domiciano, como magistralmente describe Suetonio, muestran cómo el poder absoluto puede llevar a la corrupción moral y la locura. Sus descripciones permiten hoy entender la psicología del liderazgo y las consecuencias tortuosas en mentes frágiles. Quizás esto sea una de las claves sobre los aspectos psicopáticos y perversos y es que quienes terminan con una deriva autoritaria y hasta siniestra, en realidad son sujetos en los cuales su pasado influye en una constitución psíquica débil, en la cual temores y frustraciones de todo tipo encuentran finalmente la forma de salir a modo de “revancha”, cuando ya no existen límites. En la entrega del próximo domingo continuaremos analizando el fenómeno.
"Nada embriaga tanto como la sensación de poder." – Friedrich Nietzsche