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Evaristo Meneses, la pesadilla del hampa

Duro, incorruptible y conocedor de los códigos del bajo mundo, se ganó el respeto de los delincuentes que apresaba. Pero la envidia de quienes deberían haber valorado su accionar, apagó su brillo en el momento de mayor fulgor y lo ubicó en una oficina hasta su retiro.