El narcisista en el poder: cuando el ego reemplaza la empatía
“No hay nada más terriblemente humano que el deseo de ser adorado por los demás.”
Friedrich Nietzsche, ‘Más allá del bien y del mal’, 1886.
En el mito que es representado por tantas obras célebres, Narciso mira su reflejo en el agua. Eso llevó al término "narcisismo", que evoca la imagen de una persona vanidosa y egocéntrica, absorta en su propia imagen. Si bien estas características son correctas, el narcisismo, especialmente en ciertas formas, se trata de un fenómeno mucho más profundo y complejo del cual a veces no se toma en cuenta su devastador costo, no solo para quienes lo padecen, sino también para aquellas víctimas, atrapadas en la órbita de su comportamiento. Lejos de ser una rareza, hoy lo vemos en todas las áreas y de manera cada vez más frecuente.
Una de sus formas es la que se da en quienes por diversas razones ostentan, así sea muy efímeramente, una dosis de poder en cualquier espacio. El narcisismo, con su grandiosidad, necesidad de admiración y marcada falta de empatía, representa un desafío significativo en cualquier ámbito, pero sus efectos se magnifican exponencialmente cuando se manifiesta en personas con cuotas de poder o autoridad. Cuanto mayor es esta cuota, mayores son los riesgos, y la probabilidad que esta personalidad carezca de límites. Es en esta situación en particular, donde el narcisismo puede convertirse en una verdadera condena que afecte la vida de las personas de maneras insidiosas y profundas.
Cuando individuos con tendencias narcisistas ocupan cargos de autoridad, aun en áreas aparentemente menores, pero que permiten la eclosión de las ansias de poder reprimidas, su necesidad inherente de ser el centro de atención y su sentido de autoimportancia pueden distorsionar el fin último de sus funciones, sustituyendo éstos por los propios. En estos roles, donde las decisiones impactan colectivamente, el narcisismo no es una mera característica de personalidad, sino una fuerza que puede distorsionar la realidad, desvirtuar los objetivos institucionales y generar un costo social incalculable.
DISTORSIÓN DE LA REALIDAD POR EL EGO
Quienes ostentan poder y exhiben rasgos narcisistas a menudo desarrollan una visión distorsionada de sí mismos y, mucho más inquietante y hasta peligroso dado el poder delegado que detentan, de la percepción real de su entorno. Su autopercepción grandiosa los lleva a creer que sus ideas son inherentemente superiores, que son infalibles y que su juicio está por encima de cualquier crítica o evidencia. Esta sobreestimación de virtudes propias en detrimento de la de los demás es lo que define esta construcción alterada de la imagen de la realidad interpersonal y condiciona las repuestas ante un mundo y un medio que son percibidos de manera distorsionada.
Simultáneamente, le restan peso a sus potenciales o reales errores, en muchos casos transformándolos inclusive en virtudes y, por contrapartida, exageran la de los demás, que exponen sin cuidado. Este desbalance entre la propia imagen en la cual todas son luces y las de los demás son en las que proyectan las propias zonas oscuras, es lo que da una visión alterada del mundo, en la que de alguna manera no mienten, sino que observan la realidad distorsionada. Eso da esa transparencia que puede observarse como algunas otras alteraciones de la personalidad. Lo que la gente llama “sin filtro”. Esto puede manifestarse de diversas formas:
*Decisiones arbitrarias, unilaterales y cerradas: actúan más por el impulso de su propia percepción de "lo correcto", es decir que esté de acuerdo con el propio esquema, que por la adherencia estricta a normas externas. Por ejemplo, pueden ignorar y aun criticar sin misericordia, el consejo de pares o la retroalimentación de otros, como hoy se da en redes sociales, convencidos de que solo ellos poseen la verdad. La discusión y el consenso se vuelven irrelevantes, frente a su "visión de la verdad”. Paradójicamente esa opinión alternativa y desde ya la disidencia, suelen corroborar la auto convicción de la realidad, a veces escudándola detrás de teorías autorreferenciales que nos obligan como muchos otros aspectos a repreguntarnos sobre la verdadera naturaleza del conflicto interno que subyace en el narcisismo. Esto está íntimamente interconectado con otras características:
*Desprecio por la opinión de otros: descartar de plano argumentos o testimonios que no se alinean con su propia visión, incluso si son relevantes o fundamentados. Esta falta de empatía se vuelve particularmente peligrosa en estos contextos de ejercicio de un espacio de poder, ya que esa falta de percepción del otro, genera consecuencias objetivas.
*Rechazo a la autocrítica: aun cuando sea evidente y con consecuencias claras, los errores son proyectados a otros y nunca a una falla propia. Esta incapacidad para aprender de las experiencias negativas les impide el crecimiento y perpetúa e incrementa patrones disfuncionales.
A la vez, otros aspectos potencian los anteriores:
*Protagonismo excesivo: buscar deliberadamente el foco de la autorreferencia mediante algo (medios, redes, opinión en grupos cerrados, etcétera) que dé, aún en la propia percepción, trascendencia así sea fantaseándolos. La búsqueda de alianzas, que se da de una manera tan clara en redes sociales es buscada ardorosamente. Todo este espacio ficticio es un escenario con el fin primordial del lucimiento personal, descartando aquellos relativos a la función o el espacio que se representa. Esto desvía la atención de los hechos y las víctimas, colocándose a sí mismos en el centro de la narrativa.
*Obsesión por la imagen: es evidente en muchos casos que la imagen, en su sentido más concreto, predomina sobre la función y así la imagen física, la vestimenta, la dicción, se imponen al contenido. La forma definitivamente predomina en su mente sobre el fondo.
DESHUMANIZACIÓN E IMPACTO DE LA FALTA DE EMPATÍA
Uno de los rasgos más perniciosos del narcisismo en el poder es la falta de empatía que, en una figura de autoridad, es especialmente dañina. Las personas se convierten en meros instrumentos para sus fines, no en individuos con necesidades, sentimientos o derechos. Esta deshumanización tiene consecuencias directas:
*Ignorar el impacto emocional: no considerar el sufrimiento de las personas involucradas en aquello sobre lo que se tiene una impronta o poder de decisión, priorizando la ejecución de su propia voluntad o la búsqueda de notoriedad.
*Desconexión social: se pueden tomar decisiones que afectan de manera inmediata o aun mediata a muchas personas sin considerar este impacto humano real, ya que la figura narcisista no logra conectar con el sufrimiento ajeno. La ecuación está centrada en evaluar si hay redito narcisista, en base a especulaciones personales, reemplazando a las consecuencias en la vida de los otros.
*Trato desconsiderado sobre aquellos que ejercen poder y abuso: ejercen la autoridad para dominar y no para servir. Subordinados, colegas y ciudadanos son tratados como piezas prescindibles, objetos descartables en la medida que se ajusten a no a sus intereses y necesidades, habitualmente cortoplacistas. El respeto, la consideración y la valoración del trabajo ajeno son reemplazados por la explotación o el desprecio. Amenazas, humillaciones y la invalidación constante, se convierten en herramientas para mantener el control y alimentar su ego. La capacidad de discernir entre lo personal y lo institucional se pierde.
LA FRAGILIDAD ANTE LA CRÍTICA Y EL PELIGRO DE LA "IRA NARCISISTA"
A pesar de su aparente fortaleza, los individuos narcisistas son extremadamente frágiles y una de las zonas donde esto es más evidente es ante la crítica. Cualquier cuestionamiento aun mínimo o indirecto puede desencadenar una reacción desproporcionada, conocida en algunos casos como ira narcisista. Las consecuencias de esta hipersensibilidad son varias:
*Represalias: tomar medidas punitivas o desfavorables contra aquellos que se atrevieron a cuestionar su autoridad o su juicio.
*Ambientes tóxicos: se suprime la disidencia y se castiga a quienes se atreven a levantar la voz, creando un clima de miedo al conflicto o al castigo, que impide la transparencia, la innovación etc.
*Polarización y agresividad: cualquier crítica es percibida como una agresión personal, que desestabiliza el frágil Yo, lo que lleva a respuestas defensivas y hostiles que fracturan el diálogo. En lugar de debatir ideas, se ataca a las personas. (La crítica o falacia ad hominem) . En el ámbito en que se desarrollen, laboral judicial, político etc., erosionan la confianza del grupo, y de allí su funcionamiento, abocado a evitar los embates narcisistas, más que cumplir su rol especifico. Esto lleva a la pérdida de confianza en la estructura por parte del resto de la comunidad.
Al mismo tiempo el costo del narcisismo en el poder no es solo la ineficacia o la insensibilidad en la toma de decisiones. Es mucho más profundo y dañino y lleva a:
*Pérdida de capital humano: el talento es ahuyentado o reprimido, ya que las mentes más creativas no pueden prosperar en un ambiente donde solo el ego del líder importa y cualquier otro no potencia la estructura son es vivido como un peligro para el narcisista.
*Daño emocional y psicológico: las personas que interactúan constantemente con figuras de poder narcisistas pueden sufrir estrés crónico, ansiedad, depresión y una erosión de su autoestima. En ciertos ámbitos las licencias laborales, el Burn out e inclusive el Mobbing son frecuentes.
*Retroceso institucional: la salud de las instituciones se deteriora cuando la honestidad, la integridad y la empatía son sacrificadas en el altar del ego. La recuperación de esta erosión puede llevar años, incluso décadas.
En resumen, el narcisismo en personas que ostentan alguna forma de poder, es más que un rasgo de personalidad, es una fuerza corrosiva que afecta la calidad de las decisiones, el ambiente laboral y la confianza pública. Comprender sus manifestaciones nos permite identificar los peligros y, como sociedad, exigir una conducta que priorice el bienestar colectivo sobre el brillo efímero de un ego sobredimensionado. El costo en todos los órdenes en imposible de calcular en la magnitud del mismo.
La búsqueda de un liderazgo empático y al servicio de la gente es fundamental para construir sociedades más justas y resilientes.
“El poder no es una institución, y no es una estructura; tampoco es una cierta fuerza con la cual algunos están dotados: es el nombre que se le da a una situación estratégica compleja.”
Michel Foucault, ‘Microfísica del poder’, 1975.