Mary Terán de Weiss, la pionera del tenis que fue condenada al olvido

El baúl de los recuerdos. Fue la primera gran referente de ese deporte en la Argentina. Triunfó en el país y en el exterior. Su adhesión al peronismo le valió una proscripción que la empujó al retiro y al suicidio.

Abrumada, el 8 de diciembre de 1984 se quitó la vida en Mar del Plata. La depresión por la reciente muerte de su madre fue el último golpe que estaba dispuesta a soportar. Ya había sufrido mucho. Más de lo imaginable. Le habían prohibido jugar al tenis, el deporte que amaba con todas las fuerzas de su ser. Políticamente perseguida por su adhesión al peronismo, se transformó en palabra prohibida en una actividad en la que había abierto caminos insospechados para las mujeres. Era Mary Terán de Weiss, pionera del entonces llamado deporte blanco.

Hacía tiempo que el olvido la había envuelto con su espesa telaraña. Tenía 66 años y llevaba más de dos décadas sufriendo la pena de haber tenido que abandonar el tenis. No se retiró. La obligaron a hacerlo. Le impidieron jugar. Le negaron el ingreso al club al que había pertenecido, sus rivales no se presentaron cuando tuvieron que enfrentarla. Se suspendieron torneos por el simple hecho de que ella figuraba en la lista de participantes. Padeció una proscripción enfermiza por el simple hecho de haber manifestado su apoyo al movimiento político liderado por Juan Domingo Perón.

Solo en River le abrieron las puertas para regresar a la actividad después de un exilio de cuatro años en Europa. Corría 1959 y María Luisa Beatriz Terán de Weiss -tal su verdadero nombre- tuvo la oportunidad de volver a los courts en el país. Iba a defender los colores de la entidad de Núñez en un torneo. No pudo ser. Los otros clubes optaron por no asistir debido a que sus integrantes no estaban dispuestas a medirse con la tenista que la dictadura militar conocida como Revolución Libertadora había desterrado desde su llegada al poder en 1955.

Las autoridades de la Asociación Argentina de Tenis -que hasta 1953 se denominó Asociación Argentina de Lawn Tennis- argüían que nadie le prohibía jugar, sino que el problema era que sus rivales no deseaban enfrentarla. Una explicación tan absurda como inconsistente. Sin embargo, ese ridículo argumento empujó a Terán de Weiss a alejarse del deporte al que se había abrazado en su niñez. Desilusionada, expresó su pesar en una carta abierta publicada en las páginas de la revista El Gráfico.

Pagó un alto precio por su militancia peronista.

“… Jugadoras de esos equipos me han explicado personalmente que no tienen ningún agravio contra mi persona, pero que por orden y amenaza de un pequeño grupo de ellas no podían presentarse a jugar contra River, pues la decisión de no enfrentarme era unánime y debía respetarse. Ignoro cuáles son los motivos que han llevado a esta campaña, pues todas esas jugadoras compartieron conmigo la responsabilidad de representar al país, especialmente entre 1946 y 1955”, escribió en ese texto que vio la luz en 1964.

“… Mi situación constituye una inhumana e injusta persecución, alentada por el inconfesable deseo de evitar que vuelva al primer plano en mi deporte favorito. No tengo ni he tenido nunca nada que reprocharme y así lo atestiguan los innúmeros documentos que obran en mi poder, cuya publicación aclararía la equívoca situación de ciertos detractores actuales, que en su oportunidad se complacieron recibiendo aquello mismo que hoy censuran”, sostenía.

“… Declaro y juro que durante toda mi actuación en el importante cargo que desempeñé jamás perseguí a nadie ni cometí actos de injusticia. Por el contrario, atendí infinidad de solicitudes de los clubes de tenis, y en la medida de mis posibilidades he contribuido siempre a hallarles favorable solución. ¡Qué fácil olvida la gente!”, se lamentaba. En 1951, Terán de Weiss había sido nombrada al frente del Ateneo Deportivo Eva Perón, un organismo que impulsaba la difusión del deporte. Desde ese puesto hasta había ayudado a que el Buenos Aires Lawn Tennis Club consiguiera su personería jurídica.

Los 20 años siguientes los pasó sumida en la indiferencia absoluta. Su nombre no aparecía en las páginas de diarios o revistas. Ni siquiera se la tuvo en cuenta cuando en 1980 se entregaron los Premios Konex a las máximas figuras del deporte. Tampoco el retorno de Perón al poder en 1973 había modificado esa situación. No se hablaba de ella. No se la recordaba. Ni por sus triunfos, ni por sus luchas. En 1983 falleció su madre. Radicada en Mar del Plata, un año más tarde le puso fin a sus días. Ya no podía aguantar tanto rencor.

En la tapa de El Gráfico, junto a su marido, Harold Weiss.

SÍMBOLO DEL DEPORTE

El 29 de enero de 1918 nació en Rosario María Luisa Beatriz Terán. Los deportes la atraparon con rapidez. Comenzó practicando natación en el Club Regatas Alberdi. A los 15 años cruzó a fuerza de brazadas y patadas el río Paraná. También se dedicó al remo. No le tomó mucho tiempo decidirse a empuñar una raqueta de tenis. Llamó la atención su estilo ofensivo, sustentado por buenos golpes de drive y de revés. Su físico pequeño empezó a ser cada vez más visto en los courts junto a las primeras mujeres que la acompañaban en el grupo de pioneras de esa actividad.

En la segunda mitad de la década del ´30 aparecieron los primeros buenos resultados. En 1941 alcanzó el número uno del ranking nacional femenino. También finalizó el año como la mejor tenista del país en 1944, 1946, 1947 y 1948. En ese entonces ya era Mary Terán de Weiss, ya que en el ´43 había contraído matrimonio con Harold Weiss, también jugador de tenis y capitán del equipo argentino de Copa Davis. En esos esos días se asoció a Belgrano Athletic después de haber jugado un tiempo para el Adrogué Tennis Club. Justamente la institución porteña fue la que tiempo después le negó la oportunidad de defender sus colores.

Su gran adversaria en el circuito local era Felisa Piédrola. Al principio, la rivalidad se limitaba a lo que pasaba dentro de la cancha. Luego, ya con la política inmiscuida en el medio, el enfrentamiento se hizo más cruento, al punto que Piédrola la llamaba “putita rosarina”. Antes de que el odio se instalara entre ellas, juntas ganaron la medalla dorada en dobles en los Juegos Panamericanos de 1951, desarrollados en Buenos Aires. En lo que fue el capítulo inaugural de esa competición, Terán de Weiss se llevó el oro también en singles y en dobles mixtos, con Alejo Russell como compañero.

Todavía no existía la Women's Tennis Association (WTA, Asociación de Tenis Femenino), que nació en 1973. Pese a eso, ya se confeccionaban rankings. Lo hacía una revista especializada británica y en la década del ´50 ubicó a Terán de Weiss entre las 20 jugadoras más destacadas del planeta. A sus muchos títulos en torneos nacionales se sumaron los obtenidos en Berlín (1949), Irlanda e Israel (ambos en 1950), Colonia y Baden-Baden (ganó en esas ciudades alemanas en 1951) y Gales (1955).

Llegó a ser considerada entre las 20 mejores jugadoras del mundo.

También se impuso en la Copa de Plata de Wimbledon, un certamen destinado a quienes no llegaban a las finales de ese certamen de Grand Slam. A la única figura de la época que no pudo derrotar fue a Athea Gibson, la primera mujer de color en llevarse el título en el césped británico. En el aspecto estadístico, la carrera de Terán de Weiss incluyó 832 victorias en 1.100 partidos de singles, dobles y dobles mixtos.

LA MILITANCIA

Poco después de sus éxitos en los Panamericanos del ´51, el matrimonio Weiss adhirió al peronismo. De hecho, a Mary le concedieron la Medalla Peronista, una distinción instaurada por el Gobierno para premiar a los argentinos que hacían importantes contribuciones tanto para el país en competiciones internacionales como para el movimiento liderado por el entonces presidente. El piloto de automovilismo Juan Manuel Fangio, el boxeador Pascual Pérez y el atleta Delfo Cabrera fueron otros deportistas que la recibieron.

Terán de Weiss fue puesta al frente del Ateneo Deportivo Eva Perón, creado por la entonces esposa del jefe del Estado. El 26 de julio de 1952 murió la primera dama y 30 de agosto de ese mismo año se produjo el deceso de Harold Weiss. Dicen que Perón le propuso matrimonio, pero Mary lo rechazó. Es imposible saber si fue verdad, pero lo cierto es que esa posibilidad no hace más que refrendar la cercanía de la tenista con el régimen encabezado por el presidente.

Esa posición política se volvió la excusa para expulsarla del deporte cuando la Revolución Libertadora tomó el poder el 16 de septiembre de 1955. En ese momento, Terán de Weiss -mantuvo su apellido de casada pese a su viudez- estaba en Alemania. Hasta allí le llegaron las noticias de que el nuevo gobierno había confiscado sus propiedades. Decidió permanecer en Europa. No tuvo más alternativa que elegir el exilio. La Asociación Argentina de Tenis le exigió a la Federación Internacional de Tenis (ITF) que se le prohibiera competir en los certámenes que se disputaban fuera del país. La ITF rechazó esa demanda.

Harold Weiss y Mary Terán de Weiss posan junto al presidente Juan Domingo Perón.

Siguió jugando en el exterior, donde jamás perdió su condición de respetada tenista. No podía demostrarlo en su tierra natal. Cuando regresó, en 1959, se encontró con la imposibilidad de volver a los courts. Pagó un precio muy alto por su militancia. “Me remito al juicio de la opinión pública sana de mi país, y a pesar de todo confío que la cordura y equidad de los equivocados prevalezcan para que se me reconozca el lugar que merezco como mujer, como deportista, como argentina”, suplicó en la carta abierta publicada en El Gráfico.

Se fue en silencio. Alzó la voz para apoyar a Guillermo Vilas durante un conflicto que Willy mantuvo en 1980 con la Asociación Argentina de Tenis. En los años siguientes, su nombre se perdió en los intrincados laberintos del olvido. Recién fue rescatado en 2007, cuando la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires bautizó Mary Terán de Weiss a la cancha central del Parque Roca. Un homenaje justo y tardío para una pionera del tenis que fue condenada al más absurdo desprecio.