Juraron con gloria morir… y cumplieron

El baúl de los recuerdos. En 2007 Los Pumas consiguieron un histórico tercer puesto en el Mundial de Francia. El equipo argentino hizo un gran papel y conmovió por su particular interpretación del himno.

Estaban aferrados, unos con otros, como hermanos. Con los ojos húmedos por las lágrimas. Con las voces quebradas cantaban, no gritaban, “¡oh, juremos con gloria morir!”. Ese alarido retumbaba tres veces. Y emocionaba. Porque esos hombres no entonaban los conmovedores versos finales del himno. No, hacían una promesa. Iban a dejar la vida en la cancha. Lo hicieron. En 2007 Los Pumas mostraron las garras más afiladas que nunca y consiguieron un histórico tercer puesto en el Mundial de rugby disputado en Francia.

Las tribunas del Parque de los Príncipes, en París, estaban impactadas. La particular interpretación de la hermosa canción patria nacida de la inspiración de Manuel López y Planes y Blas Parera ya era una marca registrada del Seleccionado argentino. Es verdad, los galos también se habían emocionado con La Marsellesa. Pero nunca antes se había visto a un equipo seguir al pie de la letra, casi como si se trata de un manual de instrucciones, lo que proponía el himno. Ese fue el sello distintivo de las huestes comandadas por Marcelo Loffreda en esa Copa del Mundo.

Los Pumas habían dado varios zarpazos en ese torneo. En el debut habían dado cuenta de Francia, el equipo local, por 17-12 con un try épico del fullback Ignacio Corleto y por la fiereza defensiva. ¿Cómo no iba a protegerse de ese modo un seleccionado que lleva estampado en el pecho ese yaguareté que los sudafricanos -al menos según la leyenda- confundieron con un puma? Ya desde la primera presentación, los albicelestes dejaron en claro que estaban dispuestos a hacer historia.

Sobre el césped del Parque de los Príncipes, Los Pumas celebran su inolvidable hazaña.

Los posteriores éxitos sobre Namibia (33-3) e Irlanda (30-15) fueron el trampolín hacia los cuartos de final. En esa instancia, un 19-13 frente a Escocia hizo posible el soñado acceso a las semifinales. Sí, Los Pumas estaban entre los cuatro mejores del mundo. Y a esa altura del torneo todos hablaban de un equipo que le hacía honor al cada vez más difundido “¡oh, juremos con gloria morir!”. Se jugaban la vida en cada partido al mismo tiempo que reescribían la historia del rugby argentino.

Es verdad, en semifinales no pudieron con Sudáfrica, que los derrotó 37-13. Los Springboks terminaron siendo campeones al imponerse 15-6 a Inglaterra en la final. Pero más allá de ese traspié, Argentina había dejado una marca imperecedera. Todos reconocían a ese equipo valiente en el que sobresalían el talento del capitán Agustín Pichot, las sutilezas de Juan Martín Hernández, las corridas de Corleto, Lucas Borges y Federico Martín Aramburú, la puntería del pie derecho de Federico Contepomi, la bravura de Juan Martín Fernández Lobbe, Mario Ledesma, Rodrigo Roncero, Juan Manuel Leguizamón… Bueno, todos esos Pumas eran bravísimos…

El equipo argentino exhibió una bravura conmovedora para luchar por la posesión de la pelota.

LOS LAURELES QUE SUPIERON CONSEGUIR

La campaña del equipo del Tano Loffreda era impresionante. Nunca antes Argentina había llegado tan lejos en un Mundial. Si bien a la hora de soñar, todos se ilusionan con ser campeones, los sueños no siempre se hacen realidad. Por eso, estar entre los cuatro mejores del planeta constituía una hazaña para ese seleccionado al que se reconocía su potencial, pero nunca lo había demostrado tan cabalmente con la fuerza de los resultados. Claro que el hambre de gloria de Los Pumas aún no se había saciado…

El 19 de octubre, un mes y 12 días después del primer choque con Francia en la apertura del certamen, los albicelestes volvían a toparse con los dueños de casa. Ya no era para empezar a andar el camino, sino para cerrarlo. Y no cerrarlo de cualquier modo. La idea era hacerlo subiéndose al podio. El tercer puesto equivalía a un título. No se iban a conformar con un honroso cuarto lugar. Entendían que los laureles se consiguen ganando. Y querían ganar. Con todas sus ganas. Con el corazón. Como habían jugado cada partido.

La despedida fue brillante. Los Pumas exhibieron un nivel fantástico. A lo largo del Mundial se habían hecho notar con un juego muy veloz que les permitía sumergirse triunfalmente en el ingoal rival con una llamativa facilidad. En el segundo capítulo del duelo con Francia hicieron lo mismo. Se despacharon con cinco tries, dos de los cuales llegaron a través de la gran figura, Felipe Contepomi, quien, además, después sumaba las conversiones con su infalible pie derecho. Y por si fuera poco, estaba Pichot, el símbolo del equipo, que movía los hilos como un magnífico titiritero.

El abrazo de Felipe Contepomi y Agustín Pichot, dos de las grandes figuras albicelestes.

Francia planteó el partido como la búsqueda de la revancha para salvar su orgullo herido. Le dolía la caída en el debut, tanto o más como la temprana muerte de su pretensión de ganar el título ante su gente. Aunque pareció encaminarse a salvar su honor con un penal acertado por el medio scrum Jean-Baptiste Elissalde, muy pronto quedó en evidencia que tenían enfrente a un adversario determinado a llevarse la victoria. Por eso la batalla en el Parque de los Príncipes resultó dura, salvaje por momentos.

La defensa argentina dejaba la piel en cada jugada. Se trataba de un rasgo distintivo de Los Pumas. Pero no de Los Pumas modelo 2007, sino de todos los equipos que desde siempre lucían la camiseta celeste y blanca. Además, esos hombres elegidos por Loffreda tenían una enorme calidad. Jugaban al rugby champán en la tierra del rugby champán. De ese modo, comenzaron a sacar ventajas en el marcador. Felipe acertó en un penal y después en las conversiones de los tries logrados por él mismo y por Omar Hasan.

Si los galos se acercaban al ingoal, afloraba la garra argentina para impedir que la pelota pasara. No se adentraba nadie en esa zona custodiada por Hasan, Roncero, Alberto Vernet Basualdo, Nani Corleto… La verdad, no había un puñado de hombres defendiendo, sino un equipo en el sentido más literal del término. Eran una para todos y todos para uno. Eran Los Pumas en una versión que homenajeaba a las formaciones que en el pasado habían hecho gala de la tradicional fortaleza defensiva.

El try de Federico Martín Aramburú. El jugador platense fue asesinado en París en un altercado en un bar en 2022.

Recién en el segundo tiempo, cuando el orgullo se mezclaba con la desesperación, Francia clavó un try a través de Clément Poitrenaud. A esa altura, Argentina ya había edificado un triunfo inobjetable con las zambullidas de Federico Martín Aramburú (fue asesinado en París el 19 de marzo de 2022), de Felipe y de Corleto. La victoria estaba teñida de celeste y blanco. Los Pumas se habían asegurado vivir eternamente coronados de gloria porque, tal como lo habían prometido a viva voz, jugaron con gloria morir y cumplieron.

LA SÍNTESIS

Argentina 34 – Francia 10

Argentina: Ignacio Corleto; Federico Martín Aramburú, Manuel Contepomi, Felipe Contepomi, Horacio Agulla; Juan Martín Hernández, Agustín Pichot; Gonzalo Longo, Juan Martín Fernández Lobbe; Martín Durand, Patricio Albacete, Rimas Álvarez; Omar Hasan, Alberto Vernet Basualdo, Rodrigo Roncero. E: Marcelo Loffreda.

Francia: Clément Poitrenaud; Aurelien Rougerie, David Skrela, David Marty, Christophe Dominici; Frédéric Michalak, Jean-Baptiste Elissalde; Imanol Harinordoquy, Thierry Dusautoir; Yannick Nyanga, Jerome Thion, Lionel Nallet; Pieter de Villiers, Raphaël Ibañez, Jean-Baptiste Poux. E: Bernard Laporte.

Incidencias

Primer tiempo: 17m penal de Elissalde (F); 20m penal de F. Contepomi (A); 27m gol de F. Contepomi por try de él mismo (A); 31m gol de F. Contepomi por try de Hasan (A). Segundo tiempo: 2m Sébastien Bruno por Thierry Dusautoir (F); 10m Rémy Martin por Ibañez (F); 12m try de Martín Aramburú (A); 15m Pierre Mignoni por Elissalde (F); 22m Sébastien Chabal por Thion (F); 22m Vincent Clero por Rougerie (F); 22m Juan Manuel Leguizamón por Durand (A); 22m Hernán Senillosa por M. Contepomi (A); 24m try de Corleto (A); 28m gol de Beauxis por try de Poitrenaud (F); 30m Lionel Beauxis por Marty (F); 30m Nicolás Fernández Miranda por F. Contepomi (A); 31m Marcos Ayerza por Hasan (A); 31m Esteban Lozada por R. Álvarez (A); 34m Federico Todeschini por Corleto (A); 36m gol de F. Contepomi por try de él mismo (A); 39m Eusebio Guiñazú por Roncero (A).

Estadio: Parque de los Príncipes (Francia). Árbitro: Paul Honiss, de Nueva Zelanda. Fecha: 19 de octubre de 2007.