Fangio le ganó hasta al calor

El baúl de los recuerdos. El Gran Premio de Argentina de 1955 se corrió bajo una extenuante temperatura de 55 grados en la pista. El Chueco resistió más que el resto de los pilotos y obtuvo una victoria inapelable.

Buenos Aires parecía una sucursal del infierno en ese tórrido enero de 1955. El termómetro registraba temperaturas inusualmente altas para la época. Los insoportables 38 grados centígrados trepaban a 55 en la pista del Autódromo porteño. Ese clima agobiante hizo que el Gran Premio de la República Argentina fuera una tortura para los pilotos y las máquinas que inauguraban la temporada de la Fórmula 1. Todos sufrían. No todos. Juan Manuel Fangio resistió más que el resto y se quedó con una espectacular victoria. El Chueco le ganó hasta al calor.

Hoy se antoja una curiosidad impracticable, pero en aquellos lejanos tiempos no resultaba extraño que los pilotos compartieran sus autos. Por ejemplo, si uno de ellos necesitaba la victoria y su máquina sufría algún contratiempo mecánico, podía exigir que un compañero de escudería le cediera la suya. En ese caso, se repartían los puntos obtenidos y todos los que habían estado al volante de ese bólido sumaban para el campeonato.

Esa práctica se extendía a situaciones particulares como las que enmarcaron la carrera en el entonces llamado Autódromo Municipal 17 de Octubre y que en la actualidad se denomina Autódromo Oscar y Juan Gálvez. Por eso, varios hombres que sufrieron los efectos del calor y se insolaron en ese abrasador domingo 16 de enero se detuvieron, fueron reemplazados por otro piloto y regresaron cuando se sintieron en condiciones de correr. El único que aguantó de principio a fin fue justamente Fangio.

El afiche oficial del Gran Premio de la República Argentina de 1955.

El balcarceño, que ese año terminó abrazándose a su tercer título luego de los obtenidos en 1951 y 1954, completó las 96 vueltas al circuito de 3.912 metros de extensión. Estuvo al comando de su Mercedes W196 durante más de tres horas, el tiempo que le llevó recorrer los 375,552 kilómetros del Gran Premio de la República Argentina.

El arrecifeño José Froilán González, uno de los integrantes de la escudería Ferrari, escoltó a su compatriota al recibir la bandera a cuadros. El Cabezón se mantuvo en la pista a lo largo de 60 giros. Víctima de insolación, entregó su auto sucesivamente a sus compañeros Giuseppe Farina y Maurice Trintignant, con quienes compartió el segundo puesto en la clasificación final.

Transcurrido ya casi un cuarto del siglo XXI y con preciosas joyas de la más refinada tecnología automotriz con habitáculos hechos a la medida de los pilotos, parece absurdo imaginarse a un hombre de un abdomen prominente y de físico muy grande como Froilán usando el mismo auto que colegas mucho más delgados como el italiano Nino Farina o el francés Trintignant. Pero en esos días de una Fórmula 1 artesanal todo era posible.

Un empujoncito para José Froilán González.

No solo el argentino González se turnó con sus compañeros en la Ferrari 625 que finalizó en la segunda posición, sino que otro auto de la casa del Cavallino Rampante terminó en el tercer escalón del podio con la conducción de Farina, Trintignant y el italiano Umberto Maglioli. También los alemanes Hans Herrmann y Karl Kling se repartieron la carrera con el británico Stirling Moss -uno de los campeones sin corona de la historia- a bordo de otro Mercedes W196.

El calor afectaba a pilotos y máquinas por igual. Por eso, algunos equipos como Lancia y Mercedes tomaron la drástica pero revolucionaria decisión de abrir ranuras en las carrocerías para refrigerar los motores.

SIETE ARGENTINOS EN ACCIÓN

La primera carrera de 1955 contó con la más nutrida delegación argentina de la historia. Algunos pilotos como Fangio (Mercedes), Roberto Mieres y Carlos Menditeguy (ambos con Maserati) tuvieron una activa participación esa temporada. Otros como Froilán González (Ferrari), Clemar Bucci (Maserati), Pablo Birger y Jesús Iglesias (los dos a bordo de sendos Gordini) aparecieron en la línea de largada por su condición de representantes locales.

Fangio va al frente seguido por Alberto Ascari.

Eran común que las distintas ediciones del Gran Premio de la República Argentina contaran con hombres de nuestro país que acudían a esa cita del calendario. Por ejemplo, en 1954 dijeron presente González (Ferrari) y Fangio, Menditeguy, Mieres, Jorge Daponte y Onofre Marimón, todos con Maserati. En 1953 estuvieron Fangio y Oscar Gálvez con Maserati, Menditeguy y Birger con Gordini y Adolfo Schwelm-Cruz con Cooper.

En los siguientes años a la calurosa prueba del ´55 la presencia argentina fue disminuyendo, ya que en 1956 les tocó a González y Menditeguy con Maserati y a Fangio con Ferrari y en 1957 participaron Fangio y Menditeguy con Maserati y González y el futuro gran diseñador Alejandro de Tomaso -creador del célebre De Tomaso Pantera- con Ferrari.

Finalmente, en 1958, cuando se interrumpió el ciclo de seis competencias consecutivas en Buenos Aires, solo aparecieron en la línea de largada Fangio y Menditeguy con dos Maserati de la escudería privada Sudamericana.

El Chueco pica en punta en la largada. 

LA CARRERA

Las características del circuito número dos del Autódromo no eran las más propicias para la velocidad de los Mercedes. Ferrari, por su parte, sacaba provecho de las curvas, pero tenía problemas de carburación. Tampoco respondía bien el Lancia D250 que tenían a su disposición los italianos Alberto Ascari (ganó los títulos de 1952 y 1953), Eugenio Castellotti y Luigi Villoresi.

Maserati mostraba un rendimiento muy parejo y Gordini, el equipo menos poderoso del lote, tenía reservado en los cálculos previos un papel secundario en la puja por los puestos de vanguardia.  Se presentaba como una batalla de magníficos autos y excelentes pilotos. Un espectáculo que ni el impiadoso verano porteño podía empañar. Cerca de 200 mil espectadores se repartían entre las tribunas y sectores peligrosamente habilitados al borde de la pista.

Más allá del escenario aparentemente desalentador para sus posibilidades, tanto Mercedes como Ferrari hicieron modificaciones en la puesta a punto de sus autos para estar a la altura de las circunstancias. Eso se vio reflejado en la pole position obtenida por El Cabezón González.

El dominio del argentino fue abrumador durante las más de tres horas de competencia.

En realidad, la grilla de partida ofreció el llamativo dato de que cuatro máquinas diferentes compartieron la primera fila. La Ferrari de Froilán marcó el registro más veloz, con 1m43s1/10 y ahí nomás quedaron Ascari (Lancia), con 1m43s6/10, Fangio (Mercedes), con 1m43s7/10 y el francés Jean Behra, que había llegado a Maserati luego de tres años en Gordini, con 1m43s8/10.

Bajo un sol furioso, a las 16 se puso en marcha la competencia. Fangio picó en punta y dejó atrás a Ascari, Moss, González y Kling. En una curva de la primera vuelta, Birger -que había conseguido un sorprendente noveno lugar en las pruebas de clasificación con su Gordini- embistió a Menditeguy y ambos quedaron al margen. Otra colisión provocó el abandono de Behra.

El Lancia de Ascari salió a cazar al Mercedes de Fangio y se apoderó del liderazgo en el tercer giro. Lo perdió a manos de Froilán González en el quinto, pero lo recuperó cinco vueltas más tarde. El italiano conservó el primer puesto hasta que otra vez se lo quitó el arrecifeño de Ferrari. El Chueco se mantuvo en un expectante segundo lugar y saltó a la punta en el 26° circuito.

Fangio se refresca. La imagen quedó para la posteridad en la tapa de la revista El Gráfico.

Las altas temperaturas y el sol comenzaban a cobrarse víctimas. Varios pilotos entraron en boxes sufriendo los efectos de la insolación y la deshidratación. Dejaban sus autos en manos de sus compañeros. Fangio se detuvo en la 35ª vuelta y la posición de privilegio quedó en poder de la Maserati del estadounidense Harry Schell. El director del equipo Mercedes Benz, Alfred Neubauer, le propuso tomarse un respiro y entregar su lugar para reponerse. Se negó enfáticamente. Estaba decidido a ganarle hasta al calor.

Sorpresivamente, el marplatense Mieres saltó al primer puesto y lo defendió por cuatro giros hasta que El Chueco de Balcarce se lo arrebató. Faltando 53 vueltas para el final se desató el monólogo de Fangio. Mientras hombres y máquinas desfallecían, el argentino aceleraba y trataba de alejarse de sus escoltas. Lo seguían Schell, Mieres, González, Herrmann… Hacía rato que Ascari había desertado por un accidente.

Schell se bajaba de la Maserati y se subía Behra. Exhausto, Froilán dejaba todo en manos de Farina y de Trintignant. Y cuando Pepe regresaba, el italiano y el francés se mudaban al auto de Maglioli. Herrmann, Kling y Moss llevaban al otro Mercedes al frente. A su vez, Schell también pasaba un tiempo en el auto de Luigi Musso y Sergio Mantovani. Los argentinos Bucci y Menditeguy aguantaron 55 vueltas repartiéndose el protagonismo con Schell. Sí, pasaba de todo. Y al frente seguía Fangio, incansable.

El balcarceño recibe la Copa después de haber vencido al intenso calor de Buenos Aires.

En el 75° giro Froilán González ya estaba de nuevo en carrera y se ubicó apenas a 40 segundos del líder, que intentaba sostener un ritmo no tan alto para que el motor y su cuerpo conservaran el exacto equilibrio que habían alcanzado. El calor volvió a darle un sacudón y el argentino de Ferrari se vio forzado a abandonar el auto a manos de Farina.

Las extrañas alternativas de la competencia provocaron el insólito hecho de que Farina y Trintignant, quienes compartieron el segundo puesto con Froilán, también finalizaron terceros porque habían usado el auto de Maglioli. Solo siete máquinas completaron el recorrido. Después del podio de Fangio y González, el mejor argentino fue Mieres, quien terminó quinto y se mantuvo en pista por 91 vueltas.

Esto fue posible porque el 16 de enero de 1955, en una ciudad de Buenos Aires que parecía una sucursal del infierno, Fangio manejó como los dioses y se quedó con una victoria impresionante. Solo el balcarceño era capaz de una proeza similar. Solo El Chueco podía ganarle hasta al calor.

CLASIFICACIÓN FINAL

Pos./N°/Piloto/Auto/Vueltas/Tiempo

1/2/Juan Manuel Fangio/Mercedes/96/3h0m38s6

2/12/José Froilán González-Giuseppe Farina-Maurice Trintignant/Ferrari/96/a 1m29s6

3/10/Giuseppe Farina-Maurice Trintignant-Umberto Maglioli/Ferrari/94

4/8/Hans Herrmann-Karl Kling-Stirling Moss/Mercedes/94

5/18/Roberto Mieres/Maserati/91

6/28/Harry Schell-Jean Behra/Maserati/88

7/22/Luigi Musso-Sergio Mantovani-Harry Schell/Maserati/83

No se clasificaron

/26/Clemar Bucci-Harry Schell-Carlos Menditeguy/Maserati/55

/20/Sergio Mantovani-Jean Behra-Luigi Musso/Maserati/54

/42/Jesús Iglesias/Gordini/38

/14/Maurice Trintignant/Ferrari/36

/36/Eugenio Castellotti-Luigi Villoresi/Lancia/35

/6/Stirling Moss/Mercedes/29

//30/Alberto Uria/Maserati/22

/32/Alberto Ascari/Lancia/21

/38/Elie Bayol/Gordini/7

/40/Pablo Birger/Gordini/1

/34/Luigi Villoresi/Lancia/1

/24/Carlos Menditeguy/Maserati/1

/16/Jean Behra/Maserati/1

/4/Karl Kling/Mercedes/1

Promedio del ganador: 124,7 km/h

Récord de vuelta: Juan Manuel Fangio (Mercedes), en la 45ª, en 1m48s03/100 a 130,039 km/h.