A la gloria también se llega sobre ruedas

El baúl de los recuerdos. En 1978, la Selección argentina de hockey sobre patines consiguió su primer título del mundo. Poco después de la consagración en fútbol, el país vibró con otro gran equipo.

Todavía sonaban los sonoros ecos de los festejos de los goles del Matador Mario Alberto Kempes. Aún la sorpresa por las atajadas del Pato Ubaldo Matildo Fillol permanecía en las retinas. Se mantenía intacta la imagen de Daniel Passarella con la Copa en sus manos. El fútbol argentino había ganado el 25 de junio de 1978 su primer título del mundo. El 11 de noviembre, el deporte nacional viajó otra vez hacia la estación de la gloria. Ese día lo hizo sobre ruedas, ya que el Seleccionado de hockey sobre patines se consagró como el mejor equipo del planeta.

Sin dudas, 1978 fue el año de los Mundiales en el territorio argentino. En marzo se jugó el de hockey sobre césped, en junio el de fútbol y en noviembre el de hockey sobre patines. Eran tiempos de dictadura militar. El llamado Proceso de Reorganización Nacional liderado por la Junta integrada por Jorge Rafael Videla -ocupaba el cargo de presidente-, Orlando Ramón Agostini y Emilio Eduardo Massera se valía de esos certámenes para impulsar una imagen de país que chocaba de frente con la realidad.

El triunfo de un equipo argentino constituía, para el gobierno de facto, el éxito del país. La Selección de fútbol, dirigida por César Luis Menotti, y la de hockey sobre patines se alzaron con sus primeros títulos de la historia. Esas consagraciones desataron festejos populares que para la dictadura constituían una validación de su poder. El Mundial de hockey sobre césped terminó con el elenco nacional en un destacado octavo puesto que, por ese entonces, representó el mejor papel albiceleste en un torneo.

El Mundial de hockey sobre césped fue el que abrió el calendario de grandes torneos que organizó la Argentina en 1978.

PROGRESO CONSTANTE

Argentina jugó por primera vez un Mundial de hockey sobre patines en 1960. El debut fue más que auspicioso, pues se alcanzó un meritorio tercer puesto. España y Portugal eran las grandes potencias y se habían quedado con la mayoría de los títulos en las 22 ediciones disputadas desde 1936. En realidad, al principio la competición estaba reservada a los equipos europeos y recién en 1948 se incorporó Egipto, el primer participante que no pertenecía al Viejo Continente.

Los albicelestes repitieron el tercer puesto en 1966, 1968 y 1972 y se ubicaron cuartos en 1970. En cada capítulo del Mundial -que se realizaba cada dos años-, el Seleccionado daba señales de un progreso constante. Por eso se le concedió la organización del torneo en 1970. Como no podía ser de otro modo, San Juan fue la sede, ya que desde siempre se la conoce como la capital nacional del hockey sobre patines.

Argentina ya competía casi en igualdad de condiciones con españoles, portugueses e italianos, también calificados exponentes de ese juego. Otro tercer puesto del conjunto nacional en 1974 fue el prólogo a una excelente labor en 1976, cuando fue subcampeón detrás de España, el dueño de casa. Y en 1978, San Juan volvió a recibir al Campeonato Mundial.

El equipo argentino que afrontó el torneo desarrollado en San Juan.

TODOS CONTRA TODOS

En esa época, una docena de seleccionados disputaban cada Mundial y el sistema de competición imponía enfrentamientos todos contra todos. El título se definía por suma de puntos. Es decir que a lo largo de 11 partidos se decidía quién era el mejor equipo del mundo hasta la siguiente edición. Simple y exigente al mismo tiempo.

A Argentina ´78 concurrieron cinco conjuntos europeos (Alemania Federal, Bélgica, España, Italia y Portugal), cuatro americanos (Brasil, Chile, Estados Unidos y el dueño de casa), un africano (Mozambique), un asiático (Japón) y un oceánico (Australia). Del 1 al 11 de noviembre se midieron en el Estadio Cubierto del Parque de Mayo. No había piso de parqué, sino que se jugaba sobre granito. El hockey sobre patines era amateur en el país y, como sucede con todas las disciplinas de esa condición, se jugaba y se organizaba a puro corazón.

UNA PREPARACIÓN INÉDITA

A las órdenes del entrenador Santos Fortunato Álvarez y del preparador físico Jorge Anea se puso en marcha un intenso programa de entrenamiento. Seis meses antes el plantel albiceleste empezó a trabajar con vistas al Mundial. Se trataba de un hecho inédito para un deporte como el hockey sobre patines. La dimensión del desafío que Argentina tenía por delante justificaba una preparación tan extensa.

El Seleccionado argentino sale a la cancha en un estadio repleto. La pasión del hockey en San Juan se notó en las tribunas.

Álvarez, quien ya había comandado a la Selección en los Mundiales de 1968, 1970, 1974 y 1976, recurrió a una decena de jugadores para conformar un grupo con la exacta combinación de experiencia y juventud. El capitán Raúl Héctor Martinazzo, de 32 años, estaba listo para disputar su séptimo torneo con la camiseta celeste y blanca y luego retirarse del equipo nacional. Su hermano Daniel, de 20, que iba a vivir su segundo certamen, se encaminaba a convertirse en el mejor jugador de la historia.

Los elegidos por Álvarez fueron los arqueros Carlos Héctor Peña (21 años, de Huracán) y Julio César Briones (21, de Andes Talleres); los defensores Mario Jorge Andino (29, de Estudiantil), Ángel Benigno Maldonado (19, de YPF); los medios Raúl Martinazzo (32, de Estudiantil), Mario Valentín Rubio (20, de Atlético San Martin de Mendoza) y los delanteros Daniel Domingo Martinazzo (20, de Estudiantil), Carlos Osmar Coria (26, de CPC), Mario Rodolfo Agüero (21, de CPC) y Ricardo Osvaldo Trivisonno (24, de San Lorenzo).

EL CAMINO A LA CONSAGRACIÓN

Las huestes de Álvarez integraban el lote de candidatos, junto a España y Portugal, que a esa altura acumulaban 8 y 11 títulos, respectivamente. También era respetable el poderío de Italia, campeona en 1953 y recurrente dueña de uno de los puestos del podio. Así, además de ganar los ocho partidos restantes, los argentinos estaban obligados a obtener buenos resultados contra los dominadores históricos de ese deporte.

El título es una realidad y la Copa ya está en manos argentinas.

En el debut, el Seleccionado nacional sometió 11-1 a Bélgica con cinco goles de Trivisonno, dos de Daniel Martinazzo y Coria, uno de Andino y otro de Rubio. Frank Timmermanns descontó para los europeos. Luego llegó el triunfo por 3-0 sobre los italianos con tres tantos de Coria y el contundente 15-1 contra Mozambique, hecho realidad con cinco conquistas de Coria, cuatro de Daniel Martinazzo, tres de su hermano Raúl, dos de Trivisonno y una de Andino. Tavarés marcó para los africanos.

El siguiente paso fue un apretado 3-2 frente a Alemania conseguido con dos goles de Agüero y uno de Rubio. Más tarde llegó el 10-0 contra Australia con cuatro tantos de Coria, tres de Agüero, dos de Rubio y uno de Trivisonno. Dos aciertos más de Agüero definieron el 2-0 en el duelo con Brasil.

A medida que se encadenaban los éxitos, la expectativa se hacía cada vez más grande. Las noticias que llegaban a la Capital Federal procedentes de San Juan presagiaban otra notable gesta para el deporte argentino. Increíble, pero real, a los hogares de todo el país empezaron a llegar los últimos partidos del Mundial por televisión. Y por Radio Rivadavia los narraba José María Muñoz, El Relator de América, la voz del título albiceleste en fútbol.

El Gráfico reunió a los campeones mundiales del ´78: Daniel Martinazzo, Rubén Suñé (Boca), Hugo Pastor Corro (boxeo) y Daniel Passarella (Selección de fútbol).

El equipo de Álvarez perdió su primer punto en el empate 2-2 con Portugal. Los lusitanos se habían puesto en ventaja con tantos de Sobrinho y Cristiano Pereira, pero el conjunto local arribó a la igualdad gracias a Agüero y Coria. A los autores de los goles de ese encuentro se le sumó el aporte de Rubio para consumar el 3-1 contra Chile. La ilusión era cada vez más grande…

Los dueños de casa mostraban contundencia en ataque y fortaleza defensiva. Así se explicaba el 8-0 a Estados Unidos con tres goles de Daniel Martinazzo, dos de Agüero y uno de Coria, Rubio y Andino. Y también el espectacular 17-0 contra Japón con un festín ofensivo que incluyó siete festejos de Agüero, seis de Trivisonno, tres de Maldonado y uno de Daniel Martinazzo.

UNA FINAL CON TODAS LAS LETRAS

Mientras tanto, España sumaba victoria tras victoria: 5-2 a Brasil, 4-1 a Bélgica, 3-2 a Portugal, 15-1 a Mozambique, 9-0 a Chile, 10-2 a Australia, 23-0 a Japón, 3-2 a Alemania, 7-3 a Estados Unidos y 8-3 a Italia. Ese perfecto andar hizo que el representativo de la Madre Patria llegara al cierre del torneo con 20 unidades -puntaje ideal- y una de ventaja sobre Argentina. En el esperado enfrentamiento del 11 de noviembre, los albicelestes no tenían otra alternativa que ganar.

José María Muñoz le entrega el premio Olimpia a Daniel Martinazzo.

Para esa final con todas las letras, aunque se tratara del último partido de un certamen en el que se medían todos contra todos, Álvarez tomó una decisión muy arriesgada. Sacó al arquero Briones, quien había cumplido una tarea soberbia, y lo reemplazó por Peña. Además, Rubio ingresó en lugar del capitán Raúl Martinazzo.

Peña; Andino; Rubio; Daniel Martinazzo y Coria integraron la formación inicial. Más tarde entraron Raúl Martinazzo, Agüero y Briones. Por el lado de España arrancaron Trullols; Vila Puig; Villacorta; Nogue y Torres. Edo, Girat y Fernández también actuaron en el elenco dirigido técnicamente por Juan Sabater.

Desde el pitazo del árbitro neerlandés Jacop Elbetjen, Argentina salió a buscar el triunfo que tanto necesitaba. Su falta de puntería y la firmeza de la retaguardia española hicieron que el marcador no se modificara en el primer período. No bien arrancó el complemento, Agüero estableció el 1-0 parcial. Más tarde llegaron los goles de Coria y Daniel Martinazzo (fue el mejor jugador del Mundial y ese año se llevó el Olimpia de Oro al deportista más destacado del país). Cerca del epílogo se produjo el descuento de Edo.

El 3-1 final le dio a la Selección su primer título. Después de la histórica consagración en fútbol, la Argentina era, además, la mejor del mundo en hockey sobre patines. Porque a la gloria también se podía llegar sobre ruedas.

Daniel Martinazzo y Carlos Coria festejan uno de los goles a España en el partido que definió el título.