Wall Street, el poder blando de EE.UU.

La ola de recompra de acciones estimula el apetito global por activos de las superpotencia.

Por Pranav Kiran *

Taylor Swift y las películas de superhéroes tienen algo en común con los directores financieros. Entre los referentes culturales estadounidenses que atraen al público global, las empresas que recompran sus propias acciones cobran gran importancia.

Contrariamente a las normas globales, las empresas estadounidenses están ansiosas por obtener ganancias mediante recompras que reducen el número de acciones, lo que ayuda a generar una mayor rentabilidad para los inversores. Están fortaleciendo el excepcionalismo estadounidense incluso cuando las políticas del presidente Donald Trump tensionan las relaciones comerciales.

El término poder blando -el medio por el cual un país proyecta influencia global sin el uso de la fuerza- fue acuñado por el politólogo Joseph Nye en la década de 1980. En ese momento, utilizó la idea, para argumentar contra un giro proteccionista en la opinión pública a medida que la Guerra Fría se acercaba a su fin, impulsando una globalización continua. Además de exportar medios de comunicación populares, la ayuda exterior y abrir universidades a estudiantes internacionales se han promocionado como herramientas de influencia.
Incluso mientras la administración Trump reduce esos esfuerzos y se aleja de la sutil manipulación de la opinión pública para recurrir a la coerción directa, Wall Street ahora posee este tipo de atractivo.

Los inversores internacionales poseen ahora el 20% de las acciones estadounidenses, según Torsten Slok de Apollo Global Management, tras sextuplicar sus inversiones hasta los 19 billones de dólares en los últimos 15 años. El atractivo es evidente: durante ese período, el índice S&P 500 ha superado ampliamente los índices de otros lugares.

Gran parte de la historia se debe, por supuesto, al puñado de megaempresas tecnológicas altamente rentables que dominan la cima del mundo de los negocios estadounidense. Sin embargo, cada acción representa un derecho sobre los flujos de caja de una empresa; reducir su número deja a cada una restante con una porción mayor. Las empresas del S&P 500 recompraron casi un billón de dólares el año pasado y, durante mucho tiempo, han reducido sus acciones en circulación de forma más agresiva que sus homólogas del Reino Unido. En cambio, las acciones flotantes agregadas en la UE y Japón han aumentado desde 2005, según un estudio de Schroders. Esto ocurre a pesar de la prevalencia de empresas estadounidenses de rápido crecimiento que dependen de la emisión de acciones para financiar su crecimiento en sectores como la biotecnología.

DOS SEÑALES

Idealmente, las recompras envían dos señales contundentes a los inversores. Primero, que la dirección prefiere devolver el dinero que malgastarlo en proyectos que destruyan el valor. Segundo, que las acciones de la empresa podrían estar infravaloradas.

La tendencia podría convertirse en una exportación cultural. Quizás al observar esto, alrededor del 60% de las empresas europeas están recomprando acciones, en comparación con el 20% histórico. Por ahora, sin embargo, el Tío Sam se mantiene la tendencia en niveles excepcionales.

* Pranav Kiran es analista de Reuters Breakingviews, con sede en Toronto.