Volver al futuro

Existen momentos bisagra en la historia de un país, puntos de quiebre. La década del '90, para bien y para mal, fue uno de ellos. El esquema  monetario de Convertibilidad sofocó la inflación reduciéndola a un dígito y las reformas económicas inauguraron la época de la apertura de mercados, la oleada importadora, las jubilaciones privadas. Eran tiempos de alianza extra OTAN y potenciales viajes en cohete desde Tucumán a Japón en cuestión de horas. Era el incuestionable camino hacia el futuro. Casi 35 años después, es esto de nuevo. Volver al futuro.

La gestión Milei es una tromba. Impetuoso, en cinco meses el presidente ha demostrado tener una hiperactividad en la función digna de la semana heroica de Adolfo Rodríguez Saá en la Casa Rosada, allá lejos y hace tiempo. Aprende de los tropiezos, reflexiona y avanza.

Le rebotaron la Ley Bases en el Congreso de la Nación a comienzos de año y, no mucho después, volvió a la carga con singular éxito. Tiene la perseverancia de un Terminator. Le limó algunas aristas al proyecto pero en esencia es el mismo: los cimientos de un cambio estructural de la economía argentina. Esta semana el paquete pasó airoso por la Cámara de Diputados. Nada lo detuvo. Se espera que algo similar ocurra en el Senado.

El presidente de la Cámara Baja, Martín Menem, dijo que las reformas que se vienen son cinco veces más profundas que las vividas en la década del ‘90. Otra vez un Menem, otra vez la versión de una argentina con mercados abiertos, privatizaciones y flexibilización laboral. Hay mucho de déjà vu en todo esto, de tobogán al pasado.

PUNTOS CLAVE

La aprobación de la Ley Bases, apenas suavizada por la oposición, tendrá un alto impacto en la vida económica del país por su carácter transformador, fundacional, casi revolucionario. Por lo pronto, se le da nuevamente luz verde a las privatizaciones. La lógica libertaria entiende que todos aquellos servicios que puede brindar el sector privado no deben ser ofrecidos por el Estado. De allí que el capítulo 2 abra la posibilidad de vender algunas compañías tales como Aerolíneas Argentinas, Enarsa, Radio y Televisión Argentina e Intercargo.

Otras cinco podrían pasar a manos privadas o ser concesionadas: Agua y Saneamientos Argentinos (Aysa), Correo Argentino, Belgrano Cargas, Corredores Viales y Sociedad Operadora Ferroviera (Sofse).

Los legisladores, que antes eran la casta repulsiva pero que ahora parecen mejor mirados por los ojos celestes del jefe de Estado, aprobaron también el blanqueo de capitales. Uno más en la historia reciente de la Argentina. Podría decirse que cada gobierno instrumenta el suyo. En la fase 1 capta divisas; en la fase 2 las pierde porque no modifica el entramado tributario que espanta a los inversores. ¿Pasará Milei la motosierra por el sistema impositivo?

Uno de los puntos más relevantes de la Ley Bases es el vinculado al fomento de las inversiones. El Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) establece beneficios para acelerar la toma de decisiones de inversión en proyectos de más de 200 millones de dólares.

El esquema encendió las alarmas entre las pymes argentinas que temen una apertura noventosa de la economía. Las compañías nucleadas en Industriales Pymes Argentinos ya denunciaron una merma en la generación de empleo y una fuerte caída del consumo. El gobierno libertario las invita a competir pero, para que no ocurra la debacle de la Era menemista, deberá necesariamente recortarle impuestos. O avalar el pago de salarios bajos, otra manera de ser competitivos.

La reforma laboral que comprende el paquete legislativo incluye una extensión del periodo de prueba hasta 6 meses y la modificación del sistema de indemnización de despido sin causa, que será reemplazado por un fondo de cese laboral. Además, promueve el blanqueo de empleados y crea la figura del “colaborador”, aplicable a todos aquellos negocios de baja facturación que se catalogan como emprendimientos. El vínculo no generaría relación de dependencia y así clausura la posibilidad de llevar adelante juicios laborales, industria que se busca desterrar.

Los que levantan la mano y votan a favor argumentan que el actual sistema laboral sólo protege a quienes ahora tienen trabajo, pero que deja afuera a miles de trabajadores que no son contratados por el peso que acarrean los impuestos y el riesgo de sufrir un juicio millonario que empuje a la empresa -mayormemte pymes- al abismo del quebranto.

De acuerdo a las cifras oficiales, actualmente el empleo formal es de 6,4 millones de personas (64,3% de la población económicamente activa), mientras que los cuentapropistas son 3 millones (10,3%) y en el empleo informal se encuentran 3,6 millones de personas (12,1%).

Por si todo esto fuera poco, los defensores del viejo esquema vieron resurgir la amenaza sobre el sistema jubilatorio. La Cámara de Diputados le dio media sanción a la derogación de la moratoria previsional y se crearía la figura de Prestación de Retiro Proporcional para aquellas personas que cumplieron 65 años y no completaron los 30 años de aportes necesarios para jubilarse.

INFLACION

La parábola descendente que lleva adelante el proceso inflacionario le permitió al Banco Central bajar la tasa de interés de referencia al 50% anual. De esta manera abarata el crédito, clave para que la inversión motorice la salida de la recesión, y se quita la mochila de la inflación futura. Es decir, tener que emitir para pagar los intereses de los plazos fijos y demás instrumentos financieros.

Es la quinta vez que el BCRA ensaya este movimiento de reducción durante la gestión Milei. El Gobierno está lanzado a la conquista de su principal objetivo: bajar el índice de inflación a un dígito. Lo conseguirá este mes. Escucharemos entonces el rugir del león libertario. Se golpeará el pecho pero esconderá algunas cositas debajo de la alfombra.

Todas las consultoras coinciden en afirmar que el índice de abril oscilará en torno al 8% mensual, número que para las economías desarrolladas sería un verdadero horror pero que en la Argentina suena como una dulce melodía. Hay algo también de canto de sirenas en todo esto.

Enamorado del dígito, el equipo económico recibió la aprobación del jefe de Estado para frenar la actualización en las tarifas de luz y gas, que iban a dar un salto en mayo. También se pospuso el aumento del impuesto a los combustibles. Es decir, todos rubros de alto impacto inflacionario que, de experimentar subas, echarían por tierra el sueño libertario de mostrar un dígito de inflación sostenido en el tiempo.

En la agenda está en marcha la revisión de los aumentos en el servicio de medicina prepaga, y entrarían en vigencia las actualizaciones en el transporte (subte y tren), internet, teléfono y cable, alquileres, salarios de empleadas de casas particulares y colegios privados bonaerenses.

Por lo pronto, la actual ecuación le permite al gobierno, y por ende a las empresas, impulsar el esquema de negociación salarial con perspectiva de inflación futura.

Es decir, porcentajes decrecientes a raíz de aumentos de precios en apariencia cada vez más débiles. Los sindicatos que pugnen por recuperar la capacidad de compra perdida en el salvaje primer trimestre encontrarán una respuesta: lo perdido, perdido está. Salvo que sean bancarios, cuyo básico supera $1.200.000 y monedas.

Las quejas y reclamos se multiplican. En la semana el presidente de la Cámara Argentina de la Construcción, Gustavo Weiss, aseguró que el sector vive “una situación de desesperación ya que, en la casi la totalidad de los casos, las empresas no cobran un peso desde el mes de octubre o noviembre”. Estimó que son entre 3.500 y 4.000 las obras paralizadas, neutralizadas o suspendidas y que el sector perdió en los últimos meses más de 100.000 empleos.

De acuerdo al último informe de la consultora de Orlando Ferreres, la Inversión Bruta Interna cayó 22,3% en marzo y acumuló en el primer trimestre una contracción de 16,6%, lo que habla a las claras que el ordenamiento de la economía se produce a partir de una severa desaceleración del sector productivo. ¿Había otra forma de hacerlo?

LO QUE VIENE

Pese a todo, circulan algunas encuestas que miden a Milei de cara a las elecciones legislativas del año que viene. Todas lo dan ganador, muy por encima de una oposición que luce desconcertada, fragmentada y sin rumbo. Como si no hubiera por ahora una alternativa viable al ajuste libertario.

El gobierno saca pecho, gana en confianza. Hace en la economía lo que siempre soñó con hacer y, además, aprende rápido todos los vicios de la vieja política. Parte del arco empresario, no los que hacen negocios con el Estado, parecen apoyar esta marcha por el desierto.

De acuerdo a una encuesta realizada por la agencia global Grant Thornton, dos de cada tres empresarios argentinos consultados durante el primer trimestre de 2024 son entusiastas respecto al futuro de la economía. Los indicadores continúan expresando confianza plena, trepando del 48% (dato al cierre de 2023) hasta el 67% en este último registro. 

Con motosierra y licuadora el gobierno ordena la economía. No es gratis. Muchos pagan el precio. Se respiran aires de otros tiempos, promesas de un porvenir que tal vez sea más dorado que de oro. La puntada final será la dolarización. Milei mastica el borde de la pizza, bebe el último trago de su copa de champagne. Volver al futuro.