Vivir por la naturaleza: Eduardo L. Holmberg

Se cumplen 86 años de la muerte de Eduardo Ladislao Holmberg.
Había nacido en el 27 de junio de 1852 cuando los debates en la Manzana de las Luces separaban a Buenos Aires del resto de la Confederación Argentina.
Estuvo en brazos de su abuelo el barón de Holmberg, aquel que llegara en la fragata inglesa George Canning con San Martín en marzo de 1812, oficial de Belgrano, cuya biografía esperamos de nuestro colega y amigo Ignacio Bracht, su descendiente. Por su madre era Correa Morales, pariente de los estancieros en los pagos de Navarro en los que alguna vez habrá descubierto su amor por la naturaleza.
Desde 1870 forma parte de los primeros naturalistas nacionales, y su actividad llega hasta 1915 en que se retira de la Universidad, en medio de un formidable homenaje. Las dos décadas que vivió se convirtió en una leyenda, ya que la muerte de su mujer y de un hijo lo sumieron en una tristeza profunda y un gran deterioro físico.

EL ZOOLOGICO
Holmberg fue el fundador del Jardín Zoológico, fruto de esa intempestiva respuesta al ministro Eduardo Wilde, cuando le reprochó que nunca le había pedido nada. Así como le gustó la idea, le dijo que fuera a verlo al intendente porteño Torcuato de Alvear y que lo nombrara. Así convirtió a la entidad en una entidad científica con una revista.
Quien desee adentrarse en su vida en el libro Vivir por la naturaleza de Carlos Fernández Balboa encontrará una nueva imagen de don Eduardo Ladislao.
Como cuando al presidente Roca que visitaba el paseo en su carruaje sin respetar demasiado los canteros y las delimitaciones, le colocó un molinete que impedía el paso del vehículo con un cartel que indicaba: “El Jardín Zoológico es un paseo público, pero no ha sido colocado para solaz de los funcionarios públicos”.
O como cuando determinó que un ejemplar, mezcla de cebra y asno se le colocara el cartel de “cebroide”, la Comisión lo cambió por “asnoide”. Holmberg no dudó en recurrir a La Prensa y aclaró el motivo de su definición, pero agregó con innegable ironía: “En cuanto al término ‘asnoide’ colocado por los distinguidos miembros de la Comisión, la afinidad lleva siempre a ponerse en contacto con el semejante”, lo que le valió una suspensión.
Tuvo el reconocimiento de Pablo Pizzurno y de Leopoldo Lugones entre otros. Ya en 1900 era un personaje que el 26 de junio en la revista Caras y Caretas, el dibujante español José María Cao, publicó una caricatura de Holmberg, de figura desprolija pero interesante, insectos y víboras salen de sus bolsillos, sostiene una jaula habitada por un águila de contornos prusianos, como alusión a sus orígenes familiares, y está rodeado por una bolsa repleta de huesos, mientras un caracol se acerca a sus pies. Debajo estos versos: “Si de la moda de Francia / no evidencia los progresos / ni al traje le da importancia, / con la pluma su elegancia / probó en “La Bolsa de Huesos”. / A la Historia Natural / con talento excepcional / se dedica horas enteras /. Resultando entre las fieras / otra fiera…, intelectual”.
Junto a Guillermo Enrique Hudson, Horacio Quiroga, Clemente Onelli, Florentino Ameghino, Francisco P. Moreno que fueron sus contemporáneos, se encuentra acompañado en el libro Vivir por la naturaleza, le habrá sido grato compartir esas páginas de Carlos Fernández Balboa, un conocedor de estos temas; que Graciela Sammartino publicó con su acostumbrada pulcritud. Una forma de rescatar naturalistas, científicos y exploradores de nuestro país.