“Vivimos una dictadura judicial en Brasil”
El Gobierno de Lula, que no tiene mayoría en el Congreso, se vale de la Corte Suprema para ejercer el poder, enfatiza el economista Gustavo Segré. Creció el gasto público y saltó la inflación. Las razones detrás de la devaluación del real.
La devaluación del real genera inquietud en el Gobierno argentino a partir de la pérdida de competitividad de las exportaciones. Brasil cruje y entre sus pliegues exhibe un gasto público creciente, inflación en alza, déficit fiscal y una deuda pública que no ha parado de multiplicarse en los últimos dos años.
¿Qué le ocurre a Brasil? ¿Por qué trepida? “El mercado de cambios en Brasil es libre, no tiene regulación del gobierno. Es libre en función de oferta y demanda. Lo que está afectando la cotización del real es que el Gobierno está gastando mucho y está gastando mal -explica el economista argentino Gustavo Segré, residente en San Pablo-. Hace dos años, en el inicio de la gestión de Lula, se cambió la metodología del control de gastos. Había una legislación que se llamaba Ley del techo de gastos, que atribuía al presupuesto el presupuesto del año anterior más la inflación. Entonces si el año pasado había gastado 100, ahora podía gastar 100 más la inflación anterior. Era bastante simple de implementar pero no la querían usar más.
-¿Qué se hizo entonces?
-Lo que se hizo fue una estructura fiscal que se armó en función de la recaudación. En aquel momento pocos vimos cuál era la estrategia de Lula. Era hacer una política monetaria expansiva, soltar plata, sobre todo en la base de la pirámide económica y social, y con eso en forma artificial, como si le dieran anabólicos, el Producto Bruto Interno iba a crecer. Obviamente al crecer el PBI crece la recaudación. Lo que esta estructura determinaba es: si no crece la recaudación, el aumento del gasto público puede ser del 0,6%. Si crece, puede aumentar hasta el 2,5%. Pero si se pasan de ese límite, no existe ninguna responsabilidad fiscal. En ese momento yo estaba en la televisión de Brasil, levanté la mano y dije que esto de no tener responsabilidad fiscal no nos da ninguna garantía de que el Gobierno cumpla con el límite. Efectivamente, el objetivo era mantener un equilibrio fiscal en 2024; superávit de 0,5% para el año que viene; y superávit de 1% para 2026, último año del gobierno de Lula. Cuando empezamos a ver que el Gobierno gastaba, gastaba y gastaba, pensamos: esto se va a ir al demonio. Esa estructura fiscal duró dos años y ahora enviaron una reforma para poder bajar el gasto y hacer algunas reformas fiscales.
-¿Todo esto encendió las alarmas en el mercado?
-Claro, y por eso el dólar sube. Entre las inversiones directas del exterior y el superávit de la balanza comercial Brasil tiene anualmente u$s 130.000 millones de oferta. ¿Cómo se explica que con semejante oferta, que es muy superior a la demanda, el dólar sube? Obviamente es por expectativas. ¿Qué generó todo esto? Cuando el Gobierno gasta más y coloca un anabólico en la economía, el que financia al Estado es el mercado privado, los bancos. Entonces para controlar la inflación que subía por el gasto público, el Comité de Política Monetaria del Banco Central tuvo que aumentar la tasa de interés. El Gobierno quería controlar la tasa de interés y pidió que la bajaran pero el presidente del Banco Central, que hasta diciembre es del gobierno anterior, porque hay independencia de la entidad, dijo que no. Este descuido del gasto público le está generando un problema al propio gobierno porque el 50% de la deuda pública está vinculada con la tasa de interés. Aumenta la tasa y se incrementan los intereses a pagar.
MAS INFLACION
-¿Se advierte una aceleración inflacionaria?
-Sí, claro. El Consejo Monetario Nacional, que está conformado por el ministro de Economía, el ministro de Planeamiento y el presidente del Banco Central, determinó que la inflación para este año era del 3% como meta, con 1,5% para arriba y 1,5% para abajo. Es decir, el límite máximo era 4,5% anual. En este momento está en 4,87%, con lo cual deben hacer una restricción en la política monetaria. Para eso aumentan la tasa de interés.
-¿En qué nivel se encuentra el déficit fiscal brasileño?
-El déficit nominal está en el 9,8%. Es superior en términos nominales al déficit que tuvo Brasil durante la pandemia. Y cuando se hace el cálculo de la relación entre la deuda y el Producto Bruto Interno, está cercano al 80%. Lula tomó el gobierno con el 71,2%.
-¿Brasil podría derivar hacia una reestructuración de su deuda externa?
-A principio no, Brasil hoy no corre ese riesgo. Hoy la relación es 78,6%. La previsión para el final del gobierno de Lula está en el 83%. Cuando pasa de 80% todas las luces amarillas se encienden.
-En materia de inversiones, ¿Brasil es una oportunidad para invertir pese a todo este ruido?
-No, al contrario, hay que huir de Brasil. La Bolsa no arranca desde hace años y dudo de que vaya a arrancar. Hay muchos inversores extranjeros que se están yendo al demonio porque no ven que el tema fiscal se vaya a resolver. Esta película ya la vimos: el comienzo de la declinación económica de Dilma se está repitiendo con el mismo libreto en la gestión de Lula, y eso es lo que el mercado está viendo.
POLITICA
-¿Cómo se está conformando el entramado político pensando en las elecciones presidenciales de 2026?
-Las próximas elecciones son las mayoritarias, que incluyen presidente, gobernadores y diputados federales. Se renuevan dos terceras partes del Senado. Eso está generando una situación bastante complicada porque el Gobierno, como no tiene poder en el Congreso, está usando a la Corte Suprema para frenar las cuestiones legislativas. Por ejemplo, hubo una votación de una ley en noviembre del año pasado que el presidente vetó; el Congreso derrumbó el veto y el presidente fue y le golpeó la puerta a la Corte Suprema para que tirase abajo la ley que había votado el Congreso. Esto genera una inseguridad jurídica enorme. Lula tiene prácticamente 9 de los 11 ministros, con lo cual hace lo que quiere.
-¿Qué figuras políticas surgen como sucesores de Lula y quién pisa fuerte en la derecha?
-De Lula, nadie. Lula tiene las características del populista de izquierda, no quiere dejar sucesor. Igual que Cristina. Cuando lo hicieron, les salió muy mal a los dos. Acá Lula puso a Dilma Rousseff y Cristina a Alberto. Fue un desastre en los dos países. Lula está grande, tiene 79 años. No hay muchas opciones competitivas de la izquierda. En la oposición hay varios pero el que se sigue manteniendo como candidato es Bolsonaro, a pesar de que legalmente no puede ser electo. La Corte Suprema lo que hizo fue liberar a Lula de todos los casos de corrupción para que pueda ser candidato, y le complicó la vida a Bolsonaro. Hoy acá en Brasil estamos con censura. Yo no puedo escribir lo que quiero porque me cierran la cuenta de Instagram. Suspendieron Twitter durante más de un mes. Brasil vive bajo censura del Poder Judicial.
-¿Cómo cree que será el vínculo entre el gobierno de Lula y el de Donald Trump a partir de enero del año que viene?
-Eso va a complicar a la Corte Suprema. Hay un pedido en el Congreso americano para sacarle la visa los ministros de la Corte porque están haciendo una dictadura judirídica. Hay una dictadura judicial en Brasil. El triunfo de Trump puede cambiar eso. Obviamente hay una circunstancia que tiene que ver con lo que viene después ya que Lula en su política externa se alinea con los enemigos de Estados Unidos. No critica a Venezuela ni Nicaragua, apoya a Irán y Rusia. Cayó el gobierno de Siria y salió a la luz que la mayor condecoración que puede darse se la otorgó Lula al dictador sirio.
-¿Qué impacto tuvo en Brasil la firma del acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea?
-Lula lo está aprovechando pero es el mismo acuerdo que se firmó en 2029 y quedó en la nada. No nos olvidemos de eso. Es bueno pero no le resuelve los problemas a Lula. Salió una encuesta que dice que si las elecciones fueran hoy, Bolsonaro tendría 41,5% de los electores y Lula 33%. La imagen positiva de Lula está en el 36%. Tiene algunos indicadores que lo favorecen como la tasa de desempleo, que está en el 6,2%. Como contraparte, en noviembre entraron en la ayuda social 40.200 familias.