Villarruel homenajeó a soldados que combatieron al ERP en 1975
En un histórico acto en el Senado, les restituyó el honor y la gloria negados durante 50 años. La vicepresidente entregó un diploma de honor a los héroes del Combate de Manchalá, que tuvo lugar en Tucumán. Dijo que su bravura merece ser recordada.
La vicepresidenta Victoria Villarruel rindió ayer un histórico homenaje en el Senado de la Nación a once soldados salteños que protagonizaron el Combate de Manchalá, que tuvo lugar el 28 de mayo de 1975 en un paraje rural de Tucumán, y que marcó “el comienzo del fin de la infame existencia del ERP”.
En un Salón Azul colmado para la ocasión, Villarruel enfatizó que estos soldados, a los que llamó “los héroes de Manchalá”, debieron esperar 50 años para tener un reconocimiento que debieron haber recibido desde el primer momento.
La vicepresidenta, que entregó a esos soldados un diploma de honor del Senado, recordó que “el combate de Manchalá evitó una tragedia mayor”, ya que el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) “había planificado un asalto al comando táctico de Famaillá para aquel 28 de mayo de 1975” y para eso contaba con “maquetas, mapas, vías de aproximación y órdenes de operación”.
“No eran jóvenes idealistas, como se quiso instalar en una campaña nefasta e intensa que todavía confunde a un sector de la sociedad”, exclamó. “Disponían de sus mejores hombres: la Compañía de Monte Ramón Rosa Jiménez, compuesta por 117 hombres, fusiles, granadas y hasta ametralladoras de apoyo”.
El ERP atacó “la democracia, las instituciones y el estilo de vida de nuestra nación”, expresó. “No contaron con que su plan se iba a topar con un puñado de soldados argentinos dispuestos a cumplir el juramento de defender la bandera hasta perder la vida”, exclamó, despertando los aplausos de los asistentes, entre ellos el obispo castrense, monseñor Santiago Olivera, miembros del Congreso y veteranos de guerra de la Operación Independencia, como el teniente coronel (r) Rodolfo Richter, herido en el combate de Pueblo Viejo.
Villarruel mencionó que “los once conscriptos, y dos suboficiales de la Compañía de Ingenieros de Montaña 5 (CIM 5) se encontraban en la escuelita rural (de Manchalá), haciendo refacciones”, y recordó que cada uno llevaba el escapulario de la Virgen del Carmen”.
Tras evocar lo sangriento que fue el combate, y la negativa de los soldados a rendirse, apuntó que este “puñado de valientes, protegidos por el manto de la Virgen, cumplieron con su deber. Y sin habérselo propuesto le asestaron un golpe durísimo al Ejército Revolucionario del Pueblo”.
“La bravura de estos hombres merece ser contada, recordada y homenajeada”, dijo la vicepresidenta. “El honor y la gloria les corresponden. Y toda la nación argentina los abraza y les agradece por habernos defendido tan valientemente”, concluyó.
BAJO FUEGO
Durante la ceremonia, titulada Manchalá: la República bajo fuego, el director de Cultura del Senado, Daniel Abate, recordó la vigencia en aquel momento de un gobierno constitucional y democrático y reivindicó la Operación Independencia. “Era la república, en su legitimidad institucional, la que enfrentaba una amenaza armada que pretendía tomar el poder por la fuerza”, mencionó.
Dijo que “la historia grande de la nación no puede escribirse con censuras ni prejuicios ideológicos”. “No hay futuro sin verdad”, añadió. A su turno, el ex soldado José Romero recordó que la CIM5 estaba allí porque se ocupaba de la logística en el teatro de operaciones, y que la misión que cumplían era construir aulas y pintar escuelas para darle una mejor calidad educativa a los niños de esa zona rural.
Evocó el combate “atroz” que tuvo lugar ese día y cómo “el suelo tucumano fue abonado con los huesos y la sangre de unos jóvenes que tenían unos ideales aprendidos en el hogar católico”.
Romero, quien atribuyó su victoria a los designios de Dios y a la protección de la Virgen del Carmen, recordó también cómo años después del enfrentamiento fue demolido el monumento al Combate de Manchalá en Salta y los soldados, tratados de genocidas, para silenciar ese hecho “por conveniencias políticas o ideológicas”.
El ex soldado lamentó que el adversario se haya hecho acreedor al reconocimiento y a sumas importantes de dinero, mientras los manchaleros no recibieron nada. “La patria no comprende de memorias”, dijo. “Cinco soldados ya murieron, dos se suicidaron, otros murieron en la pobreza, y de las instituciones no recibimos nada: ni atención médica, ni contención psicológica, ni el ingreso a un trabajo, ni una retribución monetaria”, enumeró, mientras otros soldados no podían contener las lágrimas. Durante el acto se leyó una emotiva carta escrita por una hija de otro de los soldados, Luis Peñaranda, y luego monseñor Olivera bendijo los diplomas que les fueron entregados al suboficial retirado Gerardo Lafuente, Osvaldo Alcalá, José Romero, Rodolfo Demayo, Dardo Rojas, Roberto Mamaní, Luis Peñaranda, Hugo Ontiveros, Aldo Parada, Ricardo García, Luis Arce, y Jesús Puca-Puca (post-mortem).