Velada mágica con Wispelwey

Bach: Suites Nº 1, en sol mayor, Nº 2, en re menor, Nº 3, en do mayor, Nº 4, en mi bemol mayor, Nº 5, en do menor y Nº 6, en re mayor para violoncello, BWV 1007, 1008, 1009, 1010, 1011 y 1012. Por: Pieter Wispelwey, violoncello. El lunes 7, en el teatro Colón.

En pleno armado de la temporada 2023, el Mozarteum Argentino, cuya alma mater fue por tantas décadas Jeannette Arata de Erize, cerró su abono de este año con una función de máxima categoría internacional. Este lunes, en el Colón, Pieter Wispelwey (60) abordó en solitario nada menos que la serie completa de las Suites para violoncello, de Bach (1720/1721), y a favor de una técnica de mayúsculo nivel acerca de la cual resulta innecesario explayarse, y de un concepto si se quiere clásico, ni barroco ni romántico, de lenguaje relacionado con las esencias del ascetismo protestante, protagonizó una velada que por cierto será recordada.­

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PRUEBA DE ESFUERZO­

Lo primero que cabe destacar es que no pocos instrumentistas, aquí y en todos lados, son capaces de encarar la compleja colección de que se trata, por momentos un tanto abstrusa, de manera integral. Y menos que menos en una sola tirada: el evento (con un intervalo) duró cerca de tres horas. El instrumentista holandés, por añadidura, tocó todo de memoria, y reveló no sólo un extraordinario poder de concentración y una excepcional musculatura de brazo, sino también un dominio permanente, subyugante, de sus sucesivas entregas (treinta y seis números). Fue sin duda un verdadero tour de force, trasladado a su auditorio, en el cual no cabe suponer semejante resistencia, por lo cual dicho sea de paso, sería conveniente desdoblar las próximas versiones ejecutando la mitad de estas piezas en una jornada y el resto en otra.­

Ello sentado, cabe apuntar que en ésta su quinta visita a nuestro medio, Pieter Wispelwey volvió a mostrar fluido deslizamiento de arco y un discurso de notables claroscuros. Su prédica, siempre noble, ágil, proyectada con excelentes armónicos a favor de la maravillosa acústica del Colón y de un cello de magnífica sonoridad, lució asimismo impecables legati, color homogéneo, emisión depurada.­

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SUITES DE BACH­

Descubiertas (o redescubiertas) por Pablo Casals alrededor de 1890 (antes no se las tenía en cuenta y Albert Schweitzer, en su estudio `El músico poeta' no les otorga ninguna importancia), las Seis Suites para violoncello de Bach (1720) configuran una obra maestra por su inagotable inventiva, el torrente de sus variaciones y formas, la profunda indagación de todo su espectro temático. Se trata, casi podría decirse, de un trabajo de anticipación en orden a sus elaboraciones armónicas y difíciles y un tanto extraños entrecruzamientos polifónicos y contrapuntísticos. Conforma, en fin, un inmenso universo (¿por momentos minimalista?), de múltiples personalidades dentro de sus ordenadas estructuras.­

Despojada de exageraciones y ornamentos inconducentes, la extensa ejecución de nuestro visitante, desplegada con vibrato, apuntó antes que a otra cosa a extraer del alma de estas insondables partituras toda su profunda esencia vital, intransferible, de perturbador encuentro. En este marco, y a partir de una interpretación decididamente estelar, su canto fue armonioso y extremadamente limpio, por lo que cada nota aún en los trozos de mayor velocidad pudo oírse con absoluta diafanidad. Ello sumado a sus delicados arpegios y expresivas dobles cuerdas, la redondez de la dinámica y nitidez de los graves, a lo que cabe añadir lo sedoso del centro y agudos, el manejo de las gradaciones y un arte absoluto en el cierre y apagamiento de frases. ­En un plano de parejo rango, todos los seis números de las seis piezas fueron traducidos con entrega y pasión, sin cánones retóricos, con cadencia amable cuando hizo falta. No parece fácil destacar entonces algún fragmento en particular. Pero en este entramado, bien podríamos mencionar entre otros a la `Courante' de la segunda Suite debido a la vivacidad de su rítmica, la `Sarabande' de la quinta por la belleza de su grave y lenta exposición, y la `Gavotte' de la sexta, estilizadamente agraciada en su delicado espejo.­

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Calificación: Excelente­