Opinión
Vaticinios errados y autocríticas pendientes
La mayoría de los vaticinios sobre la elección bonaerense auguraban un ausentismo importante, cercano al 50 por ciento. El propio Presidente tenía y temía ese pronóstico, porque consideraba que serían sus adversarios los favorecidos con ese fenómeno. Se equivocó en las dos cosas: el presentismo superó el 60 por ciento pero eso no mejoró la performance del oficialismo, que debió asimilar una derrota de 14 puntos, alcanzando una suma electoral de algo más del 30 por ciento. Se trata de un oficialismo que sumó a sus filas al Pro, violetizándolo,. Esas dos fuerzas, juntas, habían obtenido en el distrito 49,26 por ciento en el balotaje que allí perdieron.
El gobierno imaginaba que, en el peor de los casos, podía perder por 5 puntos o menos y esgrimía la idea de que los votos que alcanzara La Libertad Avanza este domingo serían su piso con vistas a las nacionales del 26 de octubre mientras los del adversario, serían su techo. La distancia entre el techo y el pìso fue muy grande. Además, contra la idea de pintar de violeta la provincia que ilusionaba a la Casa Rosada, las urnas definieron un color diferente: el oficialismo sólo ganó en 2 de las 8 secciones electorales; solo conquistó 23 intendencias (contra Fuerza Patria, que consiguió 113). Y el celeste no triunfó solo en la tercera sección electoral, venció en todo el conurbano (salvo en Vicente López, San Isidro y Tres de Febrero) pero también se impuso en buena parte de la provincia rural, que los estrategas oficialistas estimaban pan comido.
El Presidente seguramente tendrá que acelerar los cambios en su gobierno que él planeaba, en el mejor de los casos, para después del 26 de octubre, cuando el hasta hoy daba por sentado una victoria. Para la elección nacional faltan cinco semanas, hoy, lunes, los mercados empezarán a dar su propia opinión como ayer la expresaron los votantes bonaerenses. En su balance, el Presidente empezó reconociendo “una clara derrota en el plano político” y prometió en sus primeros párrafos que habrá correcciones en sus planteles. Pero dedicó la mayor parte de su mensaje no a conversar con el electorado que le infligió esa derrota, sino más bien a saatisfacer a su frente interno asegurando que no habrá cambios en el rumbo ni en las políticas. La elección de ayer tuvo un formato dominante de polarización, aunque terceras fuerzas, que resisten la polarización, pudieron establecerse en distintos puntos de la provincia. Fue paradójico que Axel Kicilof, que adelantó la elección de distrito con el afán de provincializarla y evitar que se nacionalizara, aunque no logró eso se convirtiera en el gran vencedor de la noche. Él pulseó con Cristina Kirchner por ese adelantamiento, que en los hechos permite al peronismo bonaerense revitalizarse con vistas a octubre, consolida sus aspiraciones a la candidatura presidencial en 2027.
Estableció también una plataforma de apoyo a las fuerzas parlamentarias que resisten el método presidencial. Y genera nuevas condiciones de diálogo con las terceraas fuerzas que se insinúan con el respaldo de otros gobernadores y de poderes territoriales. Hay cinco semanas de por medio hasta la elección nacional. Una delicada prueba para los actores de la elección bonaerense.
El gobierno imaginaba que, en el peor de los casos, podía perder por 5 puntos o menos y esgrimía la idea de que los votos que alcanzara La Libertad Avanza este domingo serían su piso con vistas a las nacionales del 26 de octubre mientras los del adversario, serían su techo. La distancia entre el techo y el pìso fue muy grande. Además, contra la idea de pintar de violeta la provincia que ilusionaba a la Casa Rosada, las urnas definieron un color diferente: el oficialismo sólo ganó en 2 de las 8 secciones electorales; solo conquistó 23 intendencias (contra Fuerza Patria, que consiguió 113). Y el celeste no triunfó solo en la tercera sección electoral, venció en todo el conurbano (salvo en Vicente López, San Isidro y Tres de Febrero) pero también se impuso en buena parte de la provincia rural, que los estrategas oficialistas estimaban pan comido.
El Presidente seguramente tendrá que acelerar los cambios en su gobierno que él planeaba, en el mejor de los casos, para después del 26 de octubre, cuando el hasta hoy daba por sentado una victoria. Para la elección nacional faltan cinco semanas, hoy, lunes, los mercados empezarán a dar su propia opinión como ayer la expresaron los votantes bonaerenses. En su balance, el Presidente empezó reconociendo “una clara derrota en el plano político” y prometió en sus primeros párrafos que habrá correcciones en sus planteles. Pero dedicó la mayor parte de su mensaje no a conversar con el electorado que le infligió esa derrota, sino más bien a saatisfacer a su frente interno asegurando que no habrá cambios en el rumbo ni en las políticas. La elección de ayer tuvo un formato dominante de polarización, aunque terceras fuerzas, que resisten la polarización, pudieron establecerse en distintos puntos de la provincia. Fue paradójico que Axel Kicilof, que adelantó la elección de distrito con el afán de provincializarla y evitar que se nacionalizara, aunque no logró eso se convirtiera en el gran vencedor de la noche. Él pulseó con Cristina Kirchner por ese adelantamiento, que en los hechos permite al peronismo bonaerense revitalizarse con vistas a octubre, consolida sus aspiraciones a la candidatura presidencial en 2027.
Estableció también una plataforma de apoyo a las fuerzas parlamentarias que resisten el método presidencial. Y genera nuevas condiciones de diálogo con las terceraas fuerzas que se insinúan con el respaldo de otros gobernadores y de poderes territoriales. Hay cinco semanas de por medio hasta la elección nacional. Una delicada prueba para los actores de la elección bonaerense.