“Van a ser meses duros en términos de inflación”

La política de shock evitará una hiperinflación que está al acecho. El Plan Milei representa un cambio de lógica: se busca resolver las causas y no las consecuencias del proceso inflacionario. “Se impone otra manera de mirar la economía”, enfatiza María Castiglioni, directora de CyT Asesores Económicos.

Desafío es la palabra que se repite como un mantra a lo largo de toda la entrevista. Tiene que ver con la urgencia por sofocar el alza de los precios y, además, por la necesidad de que el cambio de lógica que implica el Plan Milei -atacar las causas y no las consecuencias de la inflación- eche raíz antes de que se agote la paciencia de la gente.

“Lo primero que diría es que desde que Milei asumió, el día de su jura, volvió a repetir el diagnóstico sobre cómo ve él la situación y las medidas que hay que tomar para cambiar. Esto en lo económico pero también en el completo funcionamiento del país. Creo que va más allá de lo meramente económico que siempre es lo apremiante. Me parece que en ese sentido ha ido avanzando con una mirada distinta. Planteó la urgencia y la necesidad de cambiar”, sostiene María Castiglioni, directora de CyT Asesores Económicos.

Y añade que lo relevante no se trata “sólo de tomar medidas sino de cambiar los incentivos y la forma de mirar la macroeconomía y la política económica. Cambiar de un esquema donde la mirada del kirchnerismo era que el Estado es el que moviliza a la economía, el que ayuda a dinamizar a través del gasto público y de un Estado cada vez más grande. Ese Estado moviliza y decide a quién ayudar, a qué sectores favorece. Para financiar semejante gasto público habían aumentado los impuestos sistemáticamente. No sólo eso, sino que se había incrementado la deuda. Fue récord la emisión de deuda en el último tiempo. La emisión monetaria brutal fue la que nos llevó a esta inflación creciente.

LOGICA LIBERAL

- ¿Ahora hay un cambio de lógica?

- Hay un cambio de lógica. Obviamente lo que llamamos cepo cambiario más las trabas y regulaciones que se fueron poniendo en los distintos mercados, uno de ellos el externo, apuntaban a evitar las consecuencias de esa política que llevó a una economía que no crece hace años. Cuando uno lo observa en la consideración per cápita cayó más del 12% y con una inflación creciente a pesar de todas las restricciones. Ya la inflación estaba corriendo en noviembre al 12% mensual con los precios y las tarifas congeladas. Hasta el tipo de cambio oficial estaba congelado. Lo que marcaba la magnitud del problema inflacionario. El Banco Central venía absorbiendo esos pesos emitidos para financiar al fisco, que llevó al problema de las famosas Leliqs. Es decir, el déficit cuasi fiscal, la necesidad de emitir para que esas letras no se tradujeran en pesos en el mercado y produjeran una situación de más desequilibrio en la plaza de dinero. Lo que ocurrió en definitiva es que el peso perdió valor porque cada vez había más pesos en oferta y la gente empezó a reducir su demanda.

- Teniendo en cuenta que el gradualismo de Macri no funcionó, ¿ahora era shock o nada?

- Macri llevó adelante el gradualismo por varios motivos, uno de ellos es porque tenía financiamiento. El segundo era porque la sociedad tampoco entendía tanto el problema que había porque la inflación todavía no estaba desatada. Y si bien la economía ya estaba estancada en el segundo gobierno de Cristina Kirchner, no había un problema tan grave de pobreza. Creo que el escenario actual es diferente en ese sentido. Las distorsiones económicas son parecidas cuando se miran algunos números pero las consecuencias inflacionarias o de pobreza son mucho peores. Implementar el gradualismo era correr el riesgo enorme de encontrarnos con la hiperinflación a la vuelta de la esquina. Cuando uno mira las experiencias de hiperinflaciones en la Argentina, la verdad es que cada vez había más precondiciones que se estaban dando. Para que se concrete la hiper lo que tiene que ocurrir es que caiga a cero la demanda de dinero. Eso no se puede anticipar, depende mucho de la reacción y las expectativas de la gente.

LOS PRECIOS

- A partir de enero se producirá una actualización de los precios de los servicios. El consumidor puede moderar el uso de la energía, por ejemplo, pero no puede evitar tomar un colectivo para ir a trabajar. ¿Habría que tener más muñeca al momento de soltar esos precios para evitar que a la sociedad se le vengan todos los aumentos juntos?

- Creo que la aceleración de la indexación de la economía, además del atraso cambiario acumulado por el congelamiento del dólar oficial, llevó a la necesidad de hacer algo más de shock. La verdad es que si esto no se corrige de entrada el problema es que nunca se terminan de alinear las expectativas. La gente no tiene un Norte adonde plantarse. Hoy es muy difícil, no hay referencia de precios. Este precio estaba regulado y ahora se actualiza, pero ¿hasta dónde tiene que ir mi precio? La gente no sabe qué precio poner por eso se encuentra semejante disparidad en alimentos y bebidas. Va a haber un reordenamiento en ese sentido y primero hay que sentar un precedente. Creo que todo arrancó antes de que asumiera Milei, es importante decirlo. Desde el 20 de noviembre hasta el día después del balotaje ya empezó porque el gobierno aflojó los controles de precios, que terminaban el día de la elección. Con lo cual es muy difícil separar qué es lo que hubiera ocurrido, ganara quien ganase, con lo que tiene que ver con las medidas que se tomaron ahora. Del 20 de noviembre al 9 de diciembre los precios se aceleraron notablemente. Muchos que estaban frenados se corrigieron.

- ¿Acuerda con las medidas y la decisión de talar el gasto?

- Para frenar la inflación el Gobierno está haciendo algo que no se había hecho antes. Por ahí Macri tenía un diagnóstico parecido, pero no lo atacó del todo, lo hizo gradual. El gobierno de Milei ataca las causas de la inflación, no va a las consecuencias. Es decir, eliminar el déficit fiscal. Y acá fue mucho más agresivo: no eliminó el déficit primario, sino que anunció la eliminación del déficit financiero. Es decir que los ingresos que tenga el Gobierno nacional en 2024 tienen que alcanzar para pagar todos los gastos y los intereses de la deuda. ¿Qué significa esto? Qué solamente le queda el desafío no menor de afrontar los vencimientos de capital de la deuda. ¿A qué apuestan? A renovar esos vencimientos. Eso mejora la demanda de bonos. Los inversores van a pensar que vamos a cumplir y que pagaremos en algún momento. No hay que emitir ni un peso. La única fuente de emisión será todo aquello que provenga de la compra de dólares para el incremento de las reservas. Eso quiere decir que, si esto se cumple, en definitiva la oferta de pesos va a caer drásticamente y va a ser necesario liberar parte de los pesos retenidos en los pasivos del Banco Central que se está resolviendo una parte con los bonos a los importadores, que son la contracara de los depósitos a plazo fijo. Se empezaría a liberar pero por demanda de dinero, por necesidad de usar esos pesos. Esto es importante para que haya credibilidad en la moneda.

- Credibilidad parece ser una palabra clave.

- En algún momento los precios van a bajar, pero tiene que ser creíble el plan. Eso es lo primero. En cuanto a liberar precios, ojo que el Gobierno dijo que va a ir sacando los subsidios de a tercios, no es que va a eliminar los subsidios económicos. No es que las tarifas van a subir para eliminar la totalidad de los subsidios. En ese sentido hay un gradualismo. Será en tres años. Diría que es el segmento en el cual hay más gradualismo. Todavía no salió el dato. Lo que pasa es que el atraso que se acumuló es igual o peor que el heredado por Macri. Nadie quiere pagar todo junto, pero la realidad es que no se puede evitar las consecuencias. Todavía no sabemos cuánto costará el pasaje en colectivo porque dependerá de las audiencias, pero la idea es hacerlo en tres años. Igual con la luz y el gas. También buscan hacer algunos cambios impositivos para evitar el impacto en el consumidor, que de todas maneras va a enfrentar un aumento. Habrá una parte del consumo que será más barato y si se supera cierto nivel, la tarifa sería plena. Ahí habrá que alentar a informar al consumidor y que la gente ahorro, ser cuidadosos del consumo. Es un buen aprendizaje para la economía, el sistema de precios tiene que funcionar. Después existe el gran desafío de cómo cuidar a los que menos tienen.

LO QUE VIENE

- Es muy difícil proyectar a futuro, hay mucha incertidumbre, pero ¿cómo vislumbra el próximo trimestre?

- El próximo trimestre es el más desafiante. Estamos mirando ya en diciembre qué pasa con los precios al consumidor para ver si siguen ajustando o si empieza a haber una desaceleración de la inflación en algunos rubros que ya vienen aumentando fuerte como alimentos. O tal vez algunos rubros muy ligados al dólar oficial, que son los que reaccionan primero. Y otros porque la demanda cae. Por ejemplo, en turismo se dice que las reservas caen. Bueno, hay precios que estaban dolarizados, hay precios que aumentaron en dólares. Tal vez esto termine acomodando esos precios. En la medida en que los precios se ajusten a la demanda puede ayudar a que la caída de la actividad sea menor. Sino termina ajustando por actividad económica. Ese es el gran desafío de los próximos meses, el principal. Si el gobierno cumple con el equilibrio fiscal, si incluso en enero hay algún superávit, esto va a ayudar desde el punto de vista monetario. Si los dólares financieros se mantienen en la tendencia actual, que es algo muy bueno, ordena los precios. Incluso superó las expectativas porque están bajando nominalmente. El trabajo monetario es importante. Y en la medida en que el compromiso fiscal y monetario sean creíbles la gente va a empezar a corregir sus expectativas de inflación. Esto no quiere decir que la inflación va a desaparecer ya.

- ¿Para marzo deberíamos tener alguna señal de desaceleración de la inflación?

- Podríamos tener una inflación muy alta en enero, febrero y marzo, pero una inflación que puede estar bajando. Hoy uno puede ver que la nafta tuvo una pequeña baja en dos empresas privadas. La carne está bajando en el mercado mayorista. ¿Qué va a pasar con eso? ¿Qué precios por ahí subieron demasiado porque no había un Norte? No lo sabemos. Esto está todavía muy abierto. Hay algunas variables macroeconómicas y financieras para mirar adonde puede ir la trayectoria de los precios. Esa es la apuesta del Gobierno. Ser firmes en atacar las causas, estrictos desde el punto de vista fiscal. Y que todo este ajuste de precios relativos no genere efectos de segundas y terceras olas de remarcación. En definitiva, Argentina es un país muy cerrado. Si miramos Chile, que es abierto, cuando devalúa la moneda el efecto inflación es muy acotado. La gente no está mirando el tipo de cambio para acomodar los precios. Esa es la apuesta a la que hay que llegar. Van a ser meses duros en términos de inflación.

- ¿Cómo va a jugar el salario en todo esto?

- Las paritarias se reabren y ajustan mensualmente. Tiene algo positivo en este contexto: si se corrige rápido, si la inflación baja va a recapturar rápido. El problema que hay con indexaciones con mucho delay es que proyectan inflación. Ajustan lento entonces hay un período donde la inflación se acelera y los ingresos no se acomodan, con una caída brutal de los ingresos en términos reales, por ejemplo, los jubilados, pero después cuando la inflación empieza a bajar recuperan con demora eso que no dieron antes. En el caso de los alquileres, el hecho de poder hacer contratos con menos delay ayuda a bajar más rápido la inflación y corregir en el corto plazo. Eso está ocurriendo en la práctica. El gran desafío son los sectores informales y los jubilados. Ahí obviamente es donde el gobierno planteó algún aumento ahora por decreto para acomodar los ingresos de los jubilados que vienen perdiendo mucho. Muchos plantean hacer acuerdos de precios y salarios pero diría que la mirada de Milei es que el mercado lo haga. Nada de esto funciona si no se realiza el ajuste fiscal para asegurarnos de que el Banco Central no va a tener que emitir; no se trabaja y no se tiene buen resultado en sanear los pasivos del Banco Central para ser creíbles; y que la gente crea en el programa y actúe en consecuencia. Las expectativas no vienen de la nada. Por ahora hay una respuesta positiva, pero hay mucho camino por andar.

Dolarizar, un atajo

- ¿Cree que la dolarización realmente está archivada?

- El Gobierno dijo que no. Por ahora no lo sabemos. En lo personal no creo que sea el mejor esquema para Argentina. Entiendo los motivos por los cuales sostienen la necesidad de dolarizar para evitar volver para atrás. Pero en Argentina siempre encontramos la manera de saltar las normas. Si no estamos comprometidos con el equilibrio fiscal emitiremos cuasi monedas. Yo no creo que esa sea la solución, pero el presidente dice que sí. No está totalmente archivada pero no es algo inminente por el momento. Después veremos. Igualmente, para que cualquier esquema de cambio, ya sea flexible como tiene Brasil, Uruguay y demás; con bimonetarismo o sin bimonetarismo; o una dolarización; o tipo de cambio fijo o una convertibilidad, nada se sostiene en el tiempo si uno no trabaja en tener un Estado solvente. Un fisco solvente, un Banco Central que a la larga no tenga que ser la caja del Tesoro. Nada puede concretarse y sostenerse si no se cumplen estas precondiciones. Porque si no podemos cumplir los compromisos de manera genuina terminamos incumpliendo contratos, rompiendo reglas. Esa es la gran lección de la historia económica argentina y creo que buscar atajos monetarios tampoco garantiza el éxito.

 

Tiempo de reformas estructurales

- ¿Este puede ser el gobierno de las reformas estructurales?

- Por ahora está el DNU que plantea muchas reformas que pasan por desregular la economía. Es sacar las trabas que se han ido acumulando a lo largo de los años y que no ha hecho más que sumar trabas y multiplicar los costos. Es quita de recursos del sector privado que podrían utilizar para mejorar sus procesos, bajar los costos y ganar competitividad. Esa falta de competitividad se saneó cerrando la economía, poniéndole trabas a las importaciones. Hay una convicción íntima del presidente de que hay que hacer reformas estructurales. Eso es muy positivo. En los ‘90 quedaron a mitad de camino. El World Economic Forum detalla qué hace un país competitivo. Y no es devaluar y tener un tipo de cambio alto. Es bajar los costos innecesarios, flexibilizar muchos mercados para que ajusten los precios rápidos, bajar costos laborales innecesarios, evitar la burocracia. Que los mercados sean más transparentes y que pueda entrar más gente al mercado. Tiene que haber más oferta, más jugadores, más empresas, más emprendedores. Se buscó cuidar el mercado de trabajo poniéndole trabas a la salida y lo que se logró es que nadie entre. No se crea empleo. No funciona de esa manera. Hay que generar las condiciones y Argentina tiene hoy muchas oportunidades. Hay que mantener las reglas en el tiempo, no romper contratos. Ese es el desafío. El Gobierno arrancó con ese espíritu. No modificó contratos en el mercado de bonos, ni con la deuda, ni con el tipo de cambio, ni hizo un Plan Bonex. Todo es voluntario. Es desafiante, pero es la única manera de recuperar credibilidad.