BUENA DATA EN LA PRENSA

¡Usted tiene que opinar!

La aceleración y la inmediatez en las comunicaciones parecen ser el común denominador de la vida ciudadana. Vivimos inmersos en una vorágine que nos hace sentir que no tenemos tiempo para hacer todo lo que queremos. Solemos estar atados a horarios y a la agenda. Sin darnos cuenta, no le dedicamos tiempo al ocio, a sentarnos un rato a contemplar el cielo, a leer un libro o escribir algún pensamiento. Naturalizamos vivir así a pesar de sus consecuencias físicas, psíquicas y sociales. ¡Todo tiene que ser ya y ahora!

Si para el común de la gente, esto tiene repercusiones desagradables en su entorno, cuanto más en el caso de aquellas personas que tienen una exposición pública y sus dichos tienen una relevancia que mediáticamente se vuelve inconmensurable.

POLÍTICOS ONLINE

Es un hecho que los miembros de la dirigencia política (sean casta o no), dedican parte de su tiempo a manejar sus redes sociales o tienen asesores abocados al tema. Es muy difícil encontrar un político conocido, que no las utilice a diario para expresarse, ya sea emitiendo un tema propio u opinando sobre algo que publicó otro. Estar participando de las redes sociales es una forma de existir en el espacio público.

Es así que en estos últimos tiempos se vienen generando expresiones de los más altos funcionarios del país, ya sean del presidente, la vicepresidente, legisladores o funcionarios públicos, con quejas, agresiones o críticas cruzadas, las cuales preocupan y generan cierta desazón en la población. Nadie puede pretender que todos piensen igual, pero sería deseable, al menos, que existan valores, objetivos y formas compartidas. “Los trapitos sucios se lavan en casa” decía la sabiduría popular con cierto sentido común.

Estas actitudes nos llevan a reflexionar si en algunos casos están excesivamente preocupados por su imagen o si están perdiendo la posibilidad de hablar personalmente para aclarar discrepancias.

SI TODO ES RELATIVO…

El hábito de comunicar todo por las redes condujo a que lo que debería ser privado y solucionado en una reunión personal o con un simple llamado telefónico, pasó a ser público. Y al revelarse, a todo el mundo, a todos se le concede el derecho de ser un nuevo opinólogo.

¡Ud. tiene que opinar! desafiaba el Dr. Tangalanga a su víctima en una de sus disparatadas bromas telefónicas. La tendencia es que hay que salir a reaccionar de inmediato. No importa si se sabe del tema, se tienen todos los datos necesarios o se es una eminencia. La cuestión es decir algo sobre lo que todos hablan ese día. Y no habiendo una verdad para contrastar… cualquier opinión puede percibirse como igualmente válida.

INMEDIATEZ CONTRA PRUDENCIA

Para ser prudente hay un requisito. Antes de actuar, es necesario contemplar y analizar la realidad. No hay prudencia en abstracto. El diagnóstico de lo que se presenta, necesariamente, demanda tiempo. La inmediatez de las redes en donde las opiniones, los comentarios y los memes van y vuelven a velocidad ultrasónica atentan contra la prudencia. Es cierto que abundan las falsedades por falta de chequeo, lo cual es muy malo, pero también las verdades a destiempo pueden causar daños difíciles de reparar.

LAS EMOCIONES AL DESNUDO

El eje de una discusión debería ser encontrar juntos la verdad. El problema es que en los hechos concretos suele haber distintas perspectivas que podrían ser compatibles siempre que se esté dispuesto a dejar los egos de lado. Pocas veces la verdad se revela tan claramente que ya no requiera seguir develándola, y en el fragor de las pasiones, se pierde el rumbo tratando de que se acepte la propia visión, de ganarle al enemigo, y si no es posible, al menos humillarlo y dejarlo fuera del combate. El ataque a la persona es una de las falacias más frecuentes en los debates.

La humillación pública deja al otro al desnudo frente a los demás. Si el orgullo y el amor propio quedan heridos volver a retomar el eje se oscurece aún más.

EXPRESAR PARA COMUNICAR

El renombrado escritor y capacitador estadounidense Dale Carnegie, sostenía que las cosas hay que decirlas pero que hay que saber cómo y también cuándo hacerlo. Hay que ser sincero, pero muchos confunden sinceridad con brutalidad.

¡Qué bueno sería antes de reaccionar en una red social recordar que el amor y la caridad debieran estar como base en toda corrección fraterna, que es necesario respetar la privacidad y evitar la humillación del oponente, que no es necesario diluir la verdad, pero que se necesita prudencia y paciencia para anunciarla!

 

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