Urgen cambios rápidos

Lo que venía, si ganaba Sergio Massa, era la continuación de un sistema corporativo por lo que se iba a necesitar un gobierno autoritario que dirimiera los conflictos entre distintos sectores sociales. Así fue con Perón y es lo que han tratado de reeditar Néstor, Cristina Kirchner y el nuevo comodín kirchnerista. La legalidad hubiera seguido siendo erosionada y debilitado el consenso democrático.

Hoy, por amplísima mayoría, es presidente Javier Milei. Tiene como meta volver a tener un país como el de principios de siglo XX: liberal, de crecimiento fulminante, similar a Estados Unidos y a los países más desarrollados del mundo, aunque la historia es irrepetible es muy importante aprender de esa enorme experiencia.

Quiere que se vuelvan a importar capitales, tecnología y saber. No pretende continuar con el comportamiento de los actuales líderes peronistas haciendo política “a la criolla” sino gobernar para poner otra vez a la Argentina sobre fundamentos modernos, con un Estado que no se le monte encima, de mucho menor tamaño, que haga posible que las personas sean las que planten las semillas del progreso del país.

Es cierto, todos los libros lo afirman, que atrae más votos mentir y prometer maravillas, regalar con dinero del Estado lavarropas y heladeras, como hace años hacía Evita con las maquinas de coser. Pero eso no es lo que mejora la vida de los sectores pobres, poco después se les rebaja el sueldo y les aumentan los precios en el supermercado.

No es con dádivas momentáneas como se gobierna sino creando condiciones para que haya trabajo, mejor educación y salud, que los jubilados lleguen a fin de mes sin rezar para poder tener siquiera remedios.

La gente se dio cuenta que el ministro de Economía prometía en vano pues desde que fue parte del Gobierno estamos peor. Necesitaba controlar con mano dura los precios para que no se desbocaran antes de las elecciones.

SACRIFICIO

Sergio Massa estaba organizando un gobierno de amigos, de gente comprometida por dádivas a la cual no podría mantener sin emisión, por lo cual a seguir generando más inflación o sea más pobreza. Milei nos propone un sacrificio general.

Como él dice hay que dar el ejemplo, el sacrificio de al menos un año debe ser general o no sirve. Tiene razón, lo mismo pedía Alsogaray con “pasar el invierno”: unos meses de ajustar el cinturón en pos de ir mejorando, es lo correcto.

El casi milagroso que Milei haya ganado diciendo la verdad y cómo se sale de la incertidumbre y pobreza actual. La gente prefirió dejar de creer en espejitos de colores y sumarse al proyecto liberal que necesita el país. No será fácil luego de la destrucción kirchnerista de tantos años, pero hay que empezar a tener un gobierno transparente, que se anime a gobernar de acuerdo a la Carta Magna, que achique los gastos del Estado y ayude a quienes realmente lo necesitan, que apoye a quienes crean riqueza y no los asalte como el peor ladrón quitando esfuerzo, ganas y producción.

Debe permitir actuar a la Justicia, incluso cuando no favorezca a personas que sean de su color político, que esté de acuerdo en que la ley debe ser igual para todos y que haya control de constitucionalidad para que no se equivoque el camino.

Las instituciones, asociaciones voluntarias y grupos de presión no tienen que seguir ocupando las funciones políticas que deben tener los partidos porque este es el camino que lleva al autoritarismo. No se debe repetir la experiencia que se inició en 1946 cuando durante décadas la alianza Estado-sindicatos dominó la política nacional desplazando la vocación pluralista y arquitectural de partidos.

Así fue que se llegó a la ruptura del orden constitucional y al rechazo a todos los partidos políticos. La Constitución ha sido desde allí violada constantemente y el sistema de partidos reducido a su caricatura. El dirigente político Ricardo Balbín fue preso, hubieron detenciones arbitrarias y torturas, se controló todos los medios de comunicación, hubo censura y listas negras, se desarmaron las bases de la democracia.

Los sindicatos no usan al sistema de partidos, lo desplazan para hacer sentir sus demandas a la arena política. Milei propone en cambio la consolidación de una opinión pública institucionalizada liberada del control del Estado, seguridad jurídica y la liquidación del sistema corporativo. Ha dicho que nadie, ni siquiera el parlamento o el Poder Ejecutivo, debe violar las reglas del poder limitado ni asumir la suma del poder público, es lo fundamental para el progreso de Argentina.

Las políticas sociales actuales son regresivas. El gobierno debe evaluarlas, ver si contribuyen a mitigar las desigualdades.

Poco se logrará si las acciones sociales no van de la mano con la política económica. Conseguir empleo y por ello un ingreso vale más que obtener una dádiva del Estado. La libertad debe ser acompañada de cierta prosperidad para que sea durable.

El presidente y los funcionarios que lo acompañan deberán tener una tarea fundamental: explicar a la sociedad las reformas económicas que se realizarán. Todas requieren apoyo popular, deben comprenderse y también saber de qué manera se harán. La verdad debe reemplazar a la mentira definitivamente.

Es importante que haya confianza en el gobierno, la ambigüedad no va a funcionar esta vez en Argentina. Demasiados años vivimos en una incertidumbre radical, yendo de acá para allá como hojas en la tormenta.

Esperemos que con el nuevo presidente Argentina aprenda el papel relevante que tiene la libertad, la honestidad, la Justicia, la tolerancia y el absurdamente rechazado capitalismo.

Cada argentino ya no estará al cuidado del Estado sino que sus vidas estarán en sus propias manos, la libertad no vendrá en retazos: será política, económica, con leyes iguales para todos. El Estado dejará de absorberlas hasta asfixiarlas como hasta ahora, volverán al ruedo las políticas liberales comenzadas luego de la instauración de la democracia por Carlos Menem.

El desafío será, otra vez, liberar a los argentinos para que logren su propia prosperidad. El Estado debe crear las condiciones para que esto ocurra, el libre mercado regulará como entonces las relaciones de la vida social. El achicamiento del Estado será una bendición.

Milei se animará a quitarle funciones que no le corresponden, de terminar con el clientelismo que ha generado parte importante del gasto fiscal y de dos generaciones donde el trabajo no es considerado como indispensable para conseguir el propio sustento.

Se ha preferido vivir de las limosnas del Estado a cambio del voto. Será una proeza si logra desactivar la creciente participación del Estado en la actividad económica, el cual asumió la condición de empresario, estatizó empresas y se reservó parcial, y a veces totalmente, determinadas aéreas económicas, como también reguló muy de cerca el proceso económico a través de la política bancaria, la política de precios, las inversiones públicas y las leyes de control referidas al uso de la propiedad.

Le será complicado al presidente desmantelar el férreo compromiso político con el elenco liderado por el kirchnerismo y liberar a los trabajadores del intervencionismo del Estado. Los dirigentes no sólo deben ser autónomos, sino también la misma masa dejar de mantenerse dentro de límites muy estrechos de autonomía.

Javier Milei tendrá que desperonizar al movimiento obrero. Seguramente deberán cambiar considerablemente la legislación laboral que evita la elevación de vida de los trabajadores, los beneficios que supone hacerlo obliga a contar con la decisión política previa y empeño en hacerla cumplir.

Si no existe o se debilita la mejor legislación será inoperante como lo prueba la experiencia histórica en la Argentina. Los sindicalistas deberían saber que todo intento de totalitarismo, como el codiciado por Cristina Kirchner, va en su contra: en ningún totalitarismo tuvieron autonomía, quedaron sólo con el nombre, desaparecieron sus dirigentes.

Por otro lado, el gobierno de Milei, como lo hizo Menem, no deberá negarse ni desairar las negociaciones con los sindicatos allí donde pueden ser, en alguna medida, gratificante para ambos.

Las empresas serán las que impongan el ritmo al sistema productivo. Existen y se especializan para producir según la expectativa de un lucro -lo había olvidado el gobierno- y están sometidas a las demandas del mercado. Su función principal es satisfacer las necesidades de de la gente. Deben estar regidas por el derecho sobre la propiedad privada de los medios de producción, todos rasgos que definen una estructura económica de orientación capitalista.

EDUCACION

En educación tendrá que finalizar el mandato del Estado de adoctrinar: en las universidades perduran vestigios del pensamiento marxista contrarios al capitalismo.

Se promueven acciones políticas torpes, ingenuas pero peligrosas. Va vimos con la guerrilla consecuencias trágicas, la mayoría de los profesores siguen indiferentes a los testimonios del mundo empírico. No han modificado sus ideas, dan a los estudiantes explicaciones definitivas a la realidad, cuando no existen ni en las ciencias naturales.

Las recientes elecciones han demostrado que la democracia es el camino que desean los argentinos quienes ven en la libertad de opinión y en el mercado del voto, la mejor defensa contra los abusos a los derechos individuales, a la prepotencia de los que mandan.

Será cuestión de subir montañas, difícil pero no imposible. Poco a poco, con perseverancia, se podrá desestatizar las cabezas de buena parte de los argentinos. Kirchneristas radicalizados, radicales encabezados por oportunistas como es el caso de Gerardo Morales y Leopoldo Moreau, quien desde hace años trabaja muy cerca de la vicepresidente.

Van a ser uno de los estorbos para quienes deseamos políticas alternativas a las actuales. El nuevo Gobierno tendrá serios problemas para mantenerse sin trastabillar. Sería deseable que la fuerte personalidad del líder anarco-capitalista y la ayuda de parte de políticos responsables, tal el caso de Mauricio Macri y Patricia Bullrich, supla en alguna medida la falta, o por lo menos la debilidad, de una organización.

Debe aprovechar, además, la pureza insospechable de quienes nunca ejercieron el poder. Ojalá pronto la reactivación económica despliegue las velas para que los argentinos comencemos a sentir confianza, seguridad y un país con futuro.

 

* Miembro de Número de la Academia Argentina de la Historia. Miembro del Instituto de Economía de la Academia de Ciencias Morales y Políticas. Premio a la Libertad 2013 (Fundación Atlas). Autora de “El Crepúsculo Argentino” (Ed. Lumiere, 2006).