La obra maestra de Franz Lehár en el teatro Colón

Una viuda alegre y de corto vuelo


‘La viuda alegre’. Opereta en tres actos, con texto de Victor Léon y Leo Stein, y música de Franz Lehár. Iluminación: Alessandro Carletti. Coreografía: Chiara Vecchi. Escenografía: Pablo Fantin. Vestuario: Carla Teti. Régie: Damiano Michieletto. Con: Carla Filipcic-Holm, Rafael Fingerlos, Ruth Iniesta, Franz Hawlata, Galeano Salas, Alejandra Malvino, Mariana Rewerski, Cintia Velázquez, Sebastián Angulegui, Carlos Ullán, Cristián Maldonado, Sebastián Sorarrain y Alejo Álvarez Castillo. Coro (dir.: Miguel Martínez) y Orquesta Estables del Teatro Colón (dir.: Jan Latham-Koenig). El martes 26 en el teatro Colón.


Después de las brillantes ediciones de 2001 y 2011 (con espléndida mise-en-scéne de Lotfi Mansouri, repuesta por Candace Evans), no será precisamente recordada esta nueva producción de ‘La viuda alegre’, creación de tan irresistibles melodías, que el Colón ofreció el martes en séptima función de gran abono de la temporada lírica oficial.

Primero, porque la puesta del extravagante regisseur italiano Damiano Michieletto fue estrafalaria y disfuncional por donde se la mire, y por añadidura kitsch (exactamente lo opuesto a la esencia de la genuina obra maestra de Lehár, que es tan refinada). Y además de ello, porque en el podio estuvo Jan Latham-Koenig, maestro inglés que como quedó en evidencia ya desde los compases iniciales, no nació precisamente para la opereta vienesa.

LAS VOCES

Como contrapartida, cabe apuntar que nuestra compatriota Carla Filipcic-Holm (Hanna Glawari) cumplió en el papel protagónico un cometido realmente destacado debido a la limpieza y entereza de su voz, la cobertura de las notas, cálido color y plasticidad del fraseo (remarcable en el exquisito ‘Volkslied’ del segundo acto, ‘Es lebt’ eine Vilja, ein Waldmägdelein’ (‘Vivía en el bosque una Vilja, una muchachita’).

En su debut en nuestro medio, resultó asimismo atrayente el desempeño de Galeano Salas (Camille de Rosillon). El tenor mexicano-estadounidense, que forma parte del elenco de la Bayerische Staatsoper de Munich, lució, en efecto, un registro lírico de acabada tersura y expansión, meritoria línea estilística y bella tonalidad (su traducción de la romanza ‘Wie eine Rosenknospe im Mai’ -‘Como un capullo de rosa en mayo’- fue muy delicada y bonita).

EXCESOS

En las otras partes, es del caso señalar que tanto Ruth Iniesta (Valencienne) como Rafael Fingerlos (Danilo Danilowitsch), habida cuenta de que sus metales no son de gran volumen, se vieron claramente perjudicados por la sonoridad excesiva de la orquesta. Ambos son artistas serios y estimables. La soprano aragonesa (38) acreditó medios esmaltados y homogéneos, que sabe manejar, y el barítono salzburgués, luego de un comienzo débil e inseguro, recompuso su canto y consiguió darle un tinte más oscuro y firme, aunque sin demasiados matices expresivos.

Al conocido bajo-barítono alemán Franz Hawlata (Barón Mirko Zeta), sin perjuicio de su excelente trabajo actoral, lo encontramos vocalmente disminuido, al tiempo que quienes encarnaron a los otros personajes de la Embajada y sus invitados (Alejandra Malvino, Mariana Rewerski, Cintia Velázquez, Carlos Ullán, Sebastián Angulegui, Cristián Maldonado, Sebastián Sorarrain y Alejo Álvarez Castillo), todos, con sus más y sus menos, conformaron un cuadro correcto.

En cuanto al Coro Estable, debe decirse que tal vez por culpa de la batuta y del diagrama escénico, en esta ocasión expuso algunas fisuras de ataques y sincronización.

Calificación: Regular

FOTO: GENTILEZA MAXIMO PARPAGNOLI