Una victoria sobre las expectativas
La elección de medio término, que un mes atrás –en vísperas del rescate administrado por la Secretaría del Tesoro de estados Unidos- amenazaba convertirse en un fuerte revés para el gobierno, terminó ayer convirtiéndose en una victoria política de proporciones para Javier Milei, que ha conseguido plebiscitar su política y recuperarse con creces del golpazo sufrido en septiembre en las locales de la provincia de Buenos Aires.
El oficialismo nacional pudo recuperarse no sólo de aquella derrota bonaerense, sino también de varios problemas autoinfligidos, como el affaire Libra, los audios de Spagnuolo y el escándalo Espert: el electorado que participó en los comicios de ayer (menos de 7 de cada 10 de los 36.477.204 de ciudadanos habilitados para votar, la proporción más baja alcanzada en intermedias en el ciclo democrático) lo absolvió o relegó la importancia de esos hechos. El peso de los logros antiinflacionarios del gobierno fue valorado y también tuvo relevancia el respaldo ofrecido al gobierno por la administración Trump y la advertencia de que Argentina perdería ese apoyo si Milei era derrotado.
La dimensión de la victoria –La Libertad Avanza se recupera espectacularmente de la caída bonaerense y gana en otras 14 provincias- normaliza relativamente una situación anómala: la de un Presidente sin apoyos políticos propios en el Congreso y sin raíces en los territorios. Ahora empieza a haber literalmente un oficialismo nacional, no sólo un liderazgo presidencial a cargo del poder central.
El triunfo de Milei no se produjo sólo sobre el kirchnerismo, rival con el que prefería polarizar, sino también sobre una corriente que prometía convertirse en una alternativa de centro con vistas a las presidenciales de 2027: la que estaban componiendo varios gobernadores: el partido Provincias Argentinas. Milei derrotó a los gobernadores de Córdoba y Santa Fé, y también a otros, que constituían una base potencial de desarrollo del partido de las provincias y, aunque no a manos de La Libertad Avanza, cayó el gobernador de Chubut, Ignacio Torres, otro de los puntales de Provincias Unidas. Corrientes mantuvo enarbolada la bandera del nuevo partido, con un triunfo que fue muy inferior al de la elección provincial de septiembre.
El gobierno estaba, antes y después de la elección de ayer, forzado a buscar acuerdos con los gobernadores así como con fuerzas políticas menores del Congreeso, porque ni siquiera con la victoria conseguida tiene autonomía para aprobar legislativamente las grandes reformas que le reclaman tanto “los mercados” en general como el llamado círculo rojo –los grandes empresarios argentinos-cy, sobre todo, su vital respaldo internacional: el gobierno de Trump. Todos esos actores piden esas reformas y estas solo pueden tener vida sustentable con leyes, no con decretos de necesidad y urgencia. Y eso requiere acuerdos.
Sólo que en el actual escenario, a Milei se le facilitan las negociaciones merced al apoyo electoral alcanzado y al recule de Provincias Argentinas.
Mileik tiene ahora que administrar esos acuerdos y debe empezxar por regular los conflictos internos de su propia fuerza, que llegó a la elección con un gabinete ya ajado por el desgaste y las pugnas entre fracciones.
El resultado electoral fortalece el papel de la secretaria general de la Presidencia, Karina, la hermana de Milei. Ella fue la cabeza del desarrollo territorial del partido oficialista, que es la base de los resultados victoriosos. Ella es una figura que ha sido discutida desde el círculo rojo y también desde dentro de La Libertad Avanza. En la no siempre discreta pulseada que se libra en el “triángulo de hierro”, Santiago Caputo golpeaba a Karina imputándole un choque innecesario con gobernadores que son aliados potenciales. Hoy Karina podría responder que merced a ese despliegue hoy las negociaciones con los gobernadores se hacen más sencillas.
Hay que esperar a los próximos desafíos parlamentarios para comprobarlo. En esa lógica, el fortalecimiento de Karina supone el debilitamiento (relativo) de un Santiago Caputo que ya se veía coronado de laureles.
Milei puede sacar la conclusión de que la ampliación de su base que tantos le reclaman ya se ha producido y la ha conseguido con su propia fuerza, sin ayuda. Probablemente esa deducción sería equivocada. Si bien es cierto que su fuerza electoral, ahora con capacidad de echar raíces territoriales, será la gran facilitadora de los cambios que se esperan, esos cambios deben incluir acuerdos –no necesariamente atados a cesión de sillas ministeriales- con gobernadorers y con partidos de la oposición amigable.
Milei necesita también – pero sobre esto no parece haber debate interno- la relación estrecha con Trump y Bessent.
Paradójicamente, Milei, que se sostiene fundamentalmente en la porción antiperonista del electorado, ha entendido bien lo que escribió Perón: hoy la verdadera política es la política internacional que se despliega dentro y fuera de los países.
