TEATRO. ‘La ternura’ es una exquisita comedia de aire shakespeano
Una reivindicación del arte popular
’La ternura’. De Alfredo Sanzol. Dirección: Eduardo Gondell. Música y diseño sonoro: Mariano Cossa. Iluminación: Eli Sirlin. Vestuario: Cecilia Zuvialde. Escenografía: Marlene Lievendag. Actores: Antonio Grimau, Cristina Alberó, Anita Martínez, Marcelo Mazzarello, Juan Cottet, Valen Podio. En Cine Teatro El Plata.
Cuántos vecinos y vecinas que llenan la platea los vieron en las novelas ‘Trampa para un soñador’ o en ‘Quiero gritar tu nombre'. Cuántos esconden las lágrimas porque el tiempo pasa, sí, y hay gente querida que ya no está. Pero Cristina Alberó y Antonio Grimau se plantan ahí en el escenario. Vivos, potentes, presentes. Espléndidos.
De hecho, puede decirse que ‘La ternura’, la obra que protagonizan, le hace honor al título. Y huele a reivindicación. Esos espectadores que los veían hace más de cuatro décadas en las tardes de Canal 9, ahora los disfrutan en el teatro público más importante del país, el Complejo Teatral de Buenos Aires. Y lo hacen en una sala barrial y popular: el Cine Teatro El Plata (Av. Juan Bautista Alberdi 5765, Mataderos), recuperado para propuestas con aire a fiesta -allí se lució Moria Casán con su ‘Julio César’ el año pasado-.
Lo cierto es que no hay nada de nostálgico y quizá poco de telenovela en ‘La ternura'. Se trata de una obra que tuvo enorme suceso en los últimos años en España, creada por Alberto Zanzol, uno de los dramaturgos más importantes de la actualidad. Su idea fue homenajear a las comedias shakesperianas, sacar algo de cada una -hubo un trabajo de ensayo y pruebas con el elenco original- y el resultado es una simpática y profunda reflexión sobre temas tan actuales como el lugar de la mujer y del hombre, las complejas relaciones humanas y la imperiosa necesidad de la ternura en un mundo que oprime.
MAGIA
Todo suena fantástico, mágico, convenientemente fuera de cualquier registro naturalista. Comedia romántica de aventuras, la obra muestra a una reina con poderes (Alberó), quien hace naufragar el barco en el que va con sus dos hijas (Anita Martínez y Valen Podio) para evitar que se casen por obligación. Sin querer, terminan en una isla que creían desierta, pero que en realidad está ocupada por un padre (Grimau) y sus hijos (Marcelo Mazzarello y Juan Cottet), que huyeron de las mujeres.
Hay algo cinematográfico al comienzo: tal vez el mundo audiovisual del director Eduardo Gondell (trabajó en Disney, Telefe y dirigió ‘Valentina, la película’ y ‘La gallina Turuleca’) haya sido la razón de cierto espíritu a filme de aventuras que se respira en el conjunto.
La escenografía de Marlene Lievendag, la iluminación de Eli Sirlin y el vestuario de Cecilia Zuvialde aportan magia al espectáculo. Y lo que seduce en todo momento es sin duda la música y el diseño sonoro de Mariano Cossa.
Los dos protagonistas, que se conocen de memoria y tienen una química innegable, están muy bien acompañados. Mazzarello y Martínez, otros dos artistas tan queridos y talentosos, demuestran una vez más todo su enorme oficio para la comedia. Se mueven con una profunda comodidad y logran despertar grandes carcajadas de la platea. Cuando el personaje de Mazzarello hace de otro rol resulta sencillamente desopilante. Copia movimientos, mohínes, pero no caricaturiza.
Los jóvenes, en tanto, brindan frescura y más que promesas demuestran ser verdaderos artistas que ya pisan con fuerza el escenario.
Todo funciona en ‘La ternura'. Y vale la pena darse una vuelta por Mataderos para acompañar esta aventura que finalmente desborda de amor.
Calificación: Muy buena