Un día de mayo de 1885, Vicente Fidel López dio a conocer La Gran Semana de Mayo de 1810’. En las palabras de presentación atribuye el material a “un legajo viejo de cartas”, que “no son originales sino copias de una misma letra, firmadas con iniciales” que llevan las fechas del 20 al 31 de mayo de ese año. Reconoce más adelante que “pueden carecer de autenticidad pero no carecen de verdad”. Ricardo Rojas lo calificó como un boceto de novela epistolar, aunque es más que un boceto y sin duda es López uno de los precursores del género.
Desde entonces no han sido pocos los autores que se han dedicado a esta temática apelando a la rigurosidad: Hugo Wast, Manuel Gálvez, Josefina Cruz, Manuel Mujica Láinez, María Esther de Miguel, son sólo un mínimo ejemplo. Algo semejante a lo que hiciera Alberto M. Salas en su ‘Diario de Buenos Aires. 1806-1808’ y que nos inspirara para el ‘Diario de Buenos Aires 1810’, es lo que ha realizado Ramón Santamarina en ‘Nueva York 1852: Habla el general Alvear’.
A través de trece entrevistas que le hace el periodista Ramón García Nilsson en aquella ciudad en la que el vencedor de Ituzaingó (se desempeñaba desde hacía casi dos décadas como ministro de la Confederación Argentina) responde a una serie de preguntas en las que recorre desde los orígenes familiares hasta un mes antes su muerte, su propia existencia.
El autor, “un simple aficionado a la historia”, ha sabido con maestría colocarse en el papel del “reportero” en sus preguntas a veces fuertes, y con acierto en el rol de Alvear, que desnuda su pensamiento e intimidad. Y con no menos imaginación los papeles llegaron de ese pariente, digamos medio pariente de sangre que no conoce, de la rama de los Alvear Ward que quedaron para siempre en España. Mucho, muchísimo ha leído sin duda Ramón Santamarina para elaborar este volumen que, como lo dice Josefina Fornieles en el prólogo, cautivará a los interesados en el tema por un estilo “fácil y atrapante”.
EPISODIOS DE VIDA
Prueba de la rigurosidad de este libro son las poco más de quinientas citas documentales y bibliográficas que acompañan cada capítulo, o mejor dicho entrevista, donde los episodios de su vida están perfectamente documentados a través de ella. Sin embargo, con aguda visión psicológica, Ramón Santamarina ha penetrado en el personaje de tal modo que habla hasta de temas privados como fue el distanciamiento con su padre, las separaciones de su mujer, el reconocer “yo no fui un buen marido”, o callar aquel episodio cuando lo deslumbró Isabel, aquella religiosa en lo que al decir del recordado amigo Eduardo Trigo O´Connor, se mezclaron “intrigas de amor y de política, en un período en el que acababa de nacer la república de Bolivia”.
No dudamos que quien recorra las páginas del libro encontrará además respeto con Rosas a pesar de la diferencia ideológica; hacia San Martín, aunque sabidos son sus desencuentros, y hasta el pedido que le hiciera a Guido: “Estoy cierto que nuestro gobierno hará llevar a Buenos Aires los restos de este distinguido capitán para que reposen en medio del pueblo que ha defendido y que ha cubierto con sus acciones heroicas”. Quizás una forma también, a través de esta lectura, de encontrarnos los argentinos con el respeto que jamás debe perderse.
REGRESO AL PAIS
Y comenzamos recordando ese pequeño libro de Vicente Fidel López. Justamente, en el apéndice el autor recuerda que un mes después de la muerte de Alvear el 3 de noviembre de 1852, su hijo León recibió una carta del que en broma se llama “el hermano el Himno”, fechada el 5 de octubre (el día que en la ficción es la última entrevista), en la que lo invitaba a regresar al país, se congratulaba de haber sido “uno de los primeros en percibir y propagar el sentido y la necesidad de que Ud. reaparezca a la cabeza de nuestro país, y he encontrado un eco fácil y maravilloso en cuanto me han oído”. Porque, le confiesa: “Ud. es para nosotros garantía de organización nacional”. Algo más para leer estas páginas que corren sin esfuerzo alguno.
* Historiador. Académico de número y vicepresidente de la Academia Argentina de Artes y Ciencias de la Comunicación.
