Una nueva moneda reduciría la inflación y la pobreza

Por Juan José Guaresti (nieto)

La Argentina tiene la situación descripta por el presidente de la República en su discurso inaugural. La inflación está devorando nuestras vidas pero este hecho económico es sencillamente un resultado que tiene distintos orígenes que no se han intentado corregir hasta el 10 de diciembre de 2023, como por ejemplo la agobiadora cantidad de empleados innecesarios que tiene el Estado o el costo del transporte o la inmoralidad de muchos funcionarios, la que no debería quedar impune. El déficit fiscal es, hasta el momento, imparable.

Ese marco sombrío podría atenuarse bastante apelando a la creación de una moneda que deje a salvo los valores reales de las transacciones a crédito. Afortunadamente la Argentina tiene algo que suscita confianza en nuestro pueblo que es el Indice de Precios al Consumidor que permitiría mantener los valores de la moneda en el tiempo utilizándolo para indexarla.

La indexación está prohibida por la ley 23928, prohibición que ha destrozado nuestra economía. Esta ley debe ser derogada cuanto antes. Cuando hacemos un pago de una deuda precedente, no mantenemos realmente los valores en juego de esa cifra porque solamente abonamos su valor nominal y no su poder de compra.

La moneda no vale lo que dice el billete sino lo que se puede adquirir con el. Si depositamos en un banco $10.000 y lo retiramos seis meses después, la institución financiera nos va a entregar $10.000 que es meramente una cantidad de pesos que nominalmente es igual a la ingresada. Pero su valor real, o sea su poder de compra, ha sido deteriorado por la inflación imperante.

Para que se respeten los valores representados por los billetes es necesario indexarlos por el índice de precios al consumidor y en ese caso el resultado sería similar al depósito inicial. La indexación resguarda la propiedad privada.

 

CARACTERISTICAS

Disgresion sobre la moneda: La moneda tiene tres elementos decisivos: a) permite establecer el valor de las cosas y los servicios. b) Su utilización hace sencilla la adquisición y venta de los bienes que hacen falta y c) atesorar su contenido.

Este último esta prohibido de hecho en la Argentina donde ahorrar es imposible. El que ahorra en la moneda nacional en poco tiempo pierde todo. Quiere decir que el peso nuestro carece de una característica esencial: no puede guardarse.

El que tiene unos pesos debe desprenderse de ellos porque cada día que pasa pierde algo de su valor real. No puede cumplirse el sano instinto de ahorrar para una emergencia o una futura operación comercial.

La moneda tiene “velocidad” según Alfred Marshall (1880) e Irving Fischer (50 años mas tarde). Es el tiempo que tarda en salir aquella de las manos de un propietario para ir a las de otro o sea en realizarse con esos fondos alguna operación de la índole que fuera. En nuestra Patria, debido a la inflación, la “velocidad” es muy alta.

El problema es que según el formidable libro escrito por Guillermo Laura y Ergasto Riva, La Moneda Virtual, el aumento de la velocidad del dinero “potencia el proceso inflacionario en una espiral incontenible…”

No conocemos cálculos de la “velocidad” aludida pero todos sabemos que la inflación crece y diariamente la gente gasta cuanto antes el dinero que tenga lo que acrecienta la velocidad. Hay que hacer algo urgente para que la gente pueda ahorrar sin perder nada, lo que reduciría la “velocidad” de la moneda y su clara influencia en la inflación, por lo que es imprescindible que tengamos una nueva moneda nacional.

Debido a su ausencia, el ”ahorro” se realiza en Argentina en dólares igual que las operaciones inmobiliarias, pero resulta que esa moneda que se toma como “sólida” con el tiempo se va depreciando, digamos un 3% por año aunque cuando invadió al mundo el Covid, se depreció el 7 %.

Otra alternativa que se realiza es retirar los fondos en dólares que se obtuvieron aquí y se los lleva fuera del país. Esa es una de las fuentes de la carencia de inversiones de índole nacional que padece nuestro mercado.

Según el premio Nobel Milton Friedman “la inflación es siempre y en todo lugar un fenómeno monetario en el sentido de que sólo es y puede ser producido por un aumento más rápido de la cantidad de dinero que el de la producción”. Si conseguimos más inversiones o manejamos mejor las existentes y producimos más, reduciríamos la inflación.

En general los economistas sostienen que la velocidad del dinero es una constante. Esta pluma sostiene que si se acrecienta la velocidad del dinero como ocurre en nuestro medio, es como si se aumentara su cantidad y por ende el nivel de precios se acrecienta. Ergo, si se redujera la velocidad mediante el ahorro protegido por la nueva moneda, los precios bajarían.

Necesitamos mantener la equivalencia real de las prestaciones a lo largo del tiempo, o sea poder comprar o vender a crédito en pesos argentinos lo que quisiéramos porque sabríamos que el valor real y no nominal del bien adquirido se mantendría intacto pese al tiempo que transcurra y la inflación que nos sacudiera.

Esa certeza influiría notablemente en la economía porque facilitaría las ventas a crédito y con ello la demanda. El crecimiento de ésta sería un formidable acicate para estimular la oferta de bienes y servicios lo que generaría un crecimiento de la producción, los insumos que requiere aquella y la incorporación de mas personal que llegará a su cargo por ser competente y no por acomodo.

No habría costos, es gratis. Para emitirla hay que añadirle a los pesos que se depositen en las instituciones financieras la indexación que surge del índice de precios al consumidor. Eso sería lo esencial.

En Chile los fondos deben estar depositados previamente durante tres meses en un banco y automáticamente se transforman en los que ellos llaman Unidad de Fomento. En la Argentina quizá convenga examinar ese plazo por que parece muy extenso y darle un nombre a la nueva moneda.

Está claro que se debe crear una moneda argentina inmune a la inflación, sin perder más tiempo.

 

EL CASO CHILENO

Utilizaremos en el párrafo siguiente el libro aparecido en 2016, La moneda virtual, redactado por los dos talentosos argentinos ya aludidos.

El gobierno chileno decidió crear una unidad de cuenta en 1967 que llamo UF, que es el producido de indexar el peso chileno corriente con el índice de precios al consumidor al que se le añade un 3% anual que percibe el ahorrista. Esa Unidad de Fomento nace automáticamente tres meses mas tarde del depósito. Ninguno de los gobiernos desde esa fecha hasta hoy ha modificado este sistema.

Los aleccionadores resultados fueron:

* Desde esa fecha disponen de un patrón monetario de aceptación universal.

* Desencadenar el milagro del ahorro, generado por la estabilidad. Los autores dicen: “Quien en 1975 colocó u$s 100 en plazo fijo al 3% anual, en 2011 tiene u$s 1362”.

* Alcanzar el mayor crecimiento per cápita de América Latina en el período 1974-2009; siete veces más que Argentina y tres veces mas que Brasil.

* Reducir el “spread”bancario.

* Tener un mercado de capitales de significativa dimensión.

* Financiar grandes inversiones de infraestructura.

* La inflación bajó del 508,1 anual al 3,4% en promedio en la última década.

* Solucionar el problema dela vivienda con créditos hipotecarios a 25 años de plazo y 5% de interés.

Como conclusión, la nueva moneda a crearse cuanto antes en la Argentina requiere su aceptación por abrumadora mayoría en el Congreso porque lo que está en juego es la Patria, que exige una moneda sana.