Una megarrepresa en problemas

Un volcán amenaza en Ecuador a la monumental obra conocida como 'Coca Codo Sinclair', financiada por los chinos y salpicada de corrupción. Ya aparecieron fisuras en el flamante cemento.

Los ecuatorianos han recientemente construido una importante represa con el propósito de generar energía hidroeléctrica adicional. Se la conoce como Coca Codo Sinclair. Se trata de un viejo proyecto, que siempre generó preocupación por encontrarse en la cercanía de un volcán activo que, a fines de la década de los 80, diezmó la estructura petrolera de la zona. Se trata del volcán Reventador. Hablamos de un volcán que desde el siglo XVI tiembla intermitentemente. Esto es un riesgo conocido, que conforma un verdadero signo de interrogación que flota sobre el proyecto.
 
Ecuador lo llevó adelante con financiamiento chino del orden de unos 1.700 millones de dólares otorgados por el Banco de Exportaciones e Importaciones de China, y la represa fue creciendo mientras las columnas de ceniza seguían saliendo parsimoniosamente del volcán, a la vista de todos. Hay por ello algunos geólogos que predicen un final trágico para el proyecto, desde que un terremoto podría hasta derribar la represa.
 
La represa está en operación desde hace dos años y un artículo reciente del New York Times asevera que han aparecido en ella miles de preocupantes fisuras. Según sus autores, toneladas de sedimentos, arena y troncos de árboles limitan su operatoria. Sólo una vez los técnicos la hicieron operar a su máxima potencia, lo que debió interrumpirse por la magnitud de los sacudones generados y, peor aún, por el cortocircuito que ello produjo en la red eléctrica ecuatoriana.
 
CORRUPCION
 
El proyecto hoy, cuando no, se ha transformado en un escándalo que tiene que ver con la corrupción. En el medio del mismo está el financiamiento chino, presuntamente previsto para mejorar la economía ecuatoriana. 
 
Algunos de los funcionarios que en su momento estuvieron vinculados con el proyecto están tras las rejas y otros parecieran hoy caminar sin pausa en la misma dirección. 
 
Los investigadores cuentan con grabaciones donde algunos ex funcionarios mencionan explícitamente los sobornos que habrían pagado los empresarios chinos. Hablamos de un paquete financiero total realmente enorme. De casi 20 mil millones de dólares de recursos destinados no sólo a la producción de energía eléctrica, sino a la construcción de otros proyectos de infraestructura vinculados a ella, en la misma región. De toda índole.
 
El riesgo financiero de los prestamistas chinos está claramente acotado. Ocurre que los préstamos se pagan en especie. Esto es, en petróleo crudo.
 
El proyecto tiene un problema adicional que tiene que ver con la cantidad de agua que puede contener la represa. Los estudios respectivos tienen casi tres décadas de antigüedad y generan dudas, a lo que se suma una temporada de sequías que azotó recientemente a Ecuador y derritió a varios de sus glaciares más importantes.
 
Quienes han seguido de cerca el proyecto llaman la atención acerca de que los antecedentes chinos en materia de construcción de represas hidroeléctricas no son los mejores. Y recuerdan que la conocida represa de las Tres Gargantas no sólo obligó al desplazamiento de más de un millón de personas, sino que generó daños ambientales de consideración, particularmente en materia de deforestación.
 
CORREA, EL RESPONSABLE
 
El proyecto fue puesto en marcha por Rafael Correa, un ex presidente de Ecuador hoy en desgracia, que en algún momento fue un activo “compañero de ruta” de Hugo Chávez y un amigo dilecto de nuestra ex presidente Cristina Fernández de Kirchner. Entre los “logros” de Correa aparece la decisión de no renovar la autorización para vuelos de vigilancia contra el narcotráfico que en su momento realizaba la aviación militar norteamericana, operando desde bases e instalaciones de las Fuerzas Armadas ecuatorianas. 
 
Como algunos de sus amigos, Correa rompió con el Fondo Monetario Internacional y terminó incumpliendo la deuda externa de su propio país. Hay quienes sugieren que, por esas razones, terminó arrojándose en brazos de los chinos y contratando un financiamiento sustancialmente más caro que el que hubiera podido obtener de los organismos multilaterales de crédito. En ese momento China prestó a Ecuador mil millones de dólares, que están siendo cancelados en especie, esto es con cargamentos de petróleo crudo que se remiten a la petrolera estatal china: “PetroChina”.
 
En términos relativos, lo cierto es que la represa debiera proveer un tercio de las necesidades eléctricas ecuatorianas. Además, la decisión de construirla supuso recibir la inversión externa más importante de la historia del país del Pacífico. Desde su puesta en marcha, la represa trabaja generalmente a media marcha. Sucede que si se opera a capacidad plena, ello sólo se justifica durante algunas pocas horas del día, y sólo 6 meses por año. Alguien se equivocó al tiempo de definir su necesidad. 
 
LA PULSEADA
 
La historia de la represa a la que nos hemos referido es parte de la pulseada que China está llevando adelante para transformarse en el socio comercial más importante de América Latina. Es, además, un ejemplo de la disposición china de financiar proyectos de infraestructura en nuestra región. 
 
Esos financiamientos son todos patológicos desde que, como ha sucedido en Ecuador, adaptan sus requerimientos a las necesidades específicas de cada proyecto en particular, incluyendo la posibilidad de pagos de intereses y repagos de capital en especie. Pero el gran problema que tiene el financiamiento chino es su costo. Las tasas de interés son ciertamente superiores a la de los organismos financieros multilaterales y, con alguna frecuencia, también a las tasas de interés prevalecientes en el mercado para los países deudores con calificaciones de riesgo más o menos normales.
 
De todas maneras, lo antedicho no supone más que un alerta. China es hoy uno de los dos países más ricos del mundo, en términos agregados. Es, además, un comprador de peso en materia de recursos naturales. Para los países que, como sucede con la Argentina, tienen sombras que vienen del pasado y dificultan su acceso normal a los mercados financieros, China es una alternativa que de ninguna manera puede dejarse de lado. Pero hay que saber y tener en cuenta que los costos de financiarse con dinero chino pueden resultar bastante más elevados que los de otras alternativas. Esto último debe medirse teniendo también en cuenta que China, como acreedor, se adapta con mayor flexibilidad a las necesidades de algunos proyectos específicos. Por esto, dar la espalda a las ofertas chinas no es, para nada, una alternativa inteligente.
 
 
* Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas