Una invitación a volar sin límites

En 'Jíjop, una historia bailada', Emiliano Larea apela al teatro físico y la imaginación del espectador.

Hay en la cartelera teatral porteña una propuesta para las familias que, no por conocida, deja de llamar la atención. 'Jíjop, una historia bailada' resultó una gratísima sorpresa el año pasado en El Galpón de Guevara y saltó ahora a la sala Pablo Picasso del Paseo La Plaza con "un lenguaje novedoso dentro de lo que es el teatro físico en nuestro país", según cuenta su creador, Emiliano Larea.

-¿Cómo lo describiría?

-Es una búsqueda bastante personal, emparentada con el teatro físico, que es una forma incipiente dentro del teatro en la Argentina. Esta especialidad tiene varias maneras de desarrollarse, desde el lado de los bailarines que actúan o de los actores que bailan. En mi caso, tengo formación en ambas disciplinas y trabajé desde siempre para crear una escena donde el cuerpo sea el que va relatando las historias. Esto implica construir un lenguaje llano que resulte de fácil interpretación para quien lo mira, independientemente de su condición cultural e incluso del idioma.

 

DANZA URBANA

'Jíjop', el nombre que Larea le dio a su espectáculo y al personaje que él mismo encarna, es una deformación de 'hip hop', un estilo de danza urbana del que dice hacer absorbido "muchas herramientas que me acercaron respuestas sobre temporalidades y movimientos". En particular el popping, esa rama del hip hop en la que los danzantes simulan ser robots, parece haberlo nutrido de un modo decisivo para desarrollar el lenguaje que hoy se disfruta en escena.

"Siempre me gustó la interdisciplina", admite el artista, conocido también por su trabajo en la señal Paka Paka. "Es en la fusión de distintos elementos donde aparecen cosas realmente nuevas. En este caso utilizamos recursos del mimo, la máscara neutra y un símil teatro negro, porque en realidad las tramoyistas se ven de manera deliberada. Les decimos 'las sombras' y son personajes en sí mismos que cumplen la función de ir dándole vida a todo lo que ocurre alrededor".

-Resulta llamativo como enseguida se activa la convención que hace que el espectador deje de verlas.

-Me lo han dicho, sí. Es lindo lo que sucede con esas tres 'sombras' en relación al resto de los personajes que voy desarrollando yo y que son los que llevan adelante la acción.

A Larea le cuesta definir a qué tipo de espectador está orientada su más reciente propuesta, sucesora de 'Elástico' y 'Plástico'. "Decir para todo público quizás no aporte demasiado pero siento que es así. Creo que hemos logrado un espectáculo con un lenguaje que realmente es muy abarcativo. Las infancias lo disfrutan porque es colorido, con una estética muy particular, con dinámicas que resultan atrapantes. La historia es sencilla pero los adultos se enganchan también al ir descubriendo la técnica que utilizamos".

-Y entre música y movimiento aparece una crítica a la sociedad actual.

-Hay en la obra una representación de cómo somos en la ciudad, con la que todos de algún modo se sienten indentificados. El mensaje se nos fue revelando a medida que investigábamos. A mí siempre me llamaron la atención las grandes urbes y cómo vivimos en ellas. Será porque mi historia es la de alguien criado en un pueblo pequeño del interior. Venir a vivir a Buenos Aires fue un cimbronazo tremendo para mí, y 'Jíjop' habla un poco de eso, de cómo nos vamos modificando cuando entramos en los engranajes del funcionamiento de las megaciudades.

 

RECORRIDO

Larea vino a este mundo bajo el cielo diáfano de General Madariaga, pero lleva más de la mitad de su vida afincado en la Capital. "A esta altura ya podemos decir que soy porteño", propone. Es el primer artista profesional en una familia de clase media en la que la guitarra sonaba a menudo y el baile era una manifestación de alegría, pero donde nadie se formó en esas lides. "De todos modos, siempre tuve el apoyo de mi gente y eso fue buenísimo".

De chico le atraía la danza pero la oferta pueblerina no superaba los bailes folklóricos. Entonces se inclinó por el teatro vocacional. Con ese interés a cuestas desembarcó en Buenos Aires, estudió en la UNA y, después de dejarse sorprender por el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín, volvió a explorar el movimiento, "siempre con una fuerte impronta escénica". El teatro físico lo mamó de grandes exponentes de Alemania y Dinamarca. 'Jíjop', afirma ahora, "es el resultado de muchos años de venir investigando".

El próximo paso del artista y su espectáculo, que cuenta con la dirección de Gabriel Páez, es salir al mundo aprovechando que la ausencia de lenguaje verbal en la puesta derriba fronteras. Propuestas no le faltan. Lo entusiasma decir que la obra es "muy popular, tanto para quien está habituado al teatro y tiene muchas maneras de entender una escena, como para aquel que nunca vio nada, porque transmitimos un mensaje que realmente llega".