Un vacío de poder en construcción


La alianza radical-peronista que derrotó a Javier Milei en la Cámara de Diputados pasada la medianoche del martes planteó algo más que un conflicto de poderes. Abrió la puerta a dos hechos inevitables si el proceso político sigue por el mismo carril: la crisis de gobernabilidad y el vacío de poder.
Las consecuencias económicas y sociales de ambas alternativas no necesitan ser descritas. El país se expone a una crisis de una dimensión igual o mayor que la de 2001.

La mayoría alcanzada por la oposición en la Cámara baja fue abrumadora: 162 a 72. Esa relación de fuerzas superior a los dos tercios tiene amplias probabilidades de repetirse en el Senado, lo que hace improbable que el presidente pueda vetar exitosamente el aumento del gasto público que amenaza el superávit fiscal. Seguramente cumplirá con su promesa de vetar las leyes, pero de poco le servirá, porque la insistencia de ambas Cámaras con una mayoría de dos tercios las dejará firmes.

La señal para los mercados, que su impotencia enviaría de darse ese supuesto, tampoco necesita ser explicada. Al tener bloques oficialistas que ni siquiera alcanzan un tercio en cualquiera de las dos cámaras, el Presidente de la Nación se expone, además, a otros riesgos. En primer lugar que la oposición someta a juicio político a cualquiera de sus ministros o al jefe de Gabinete -a Pettovello o Francos, por ejemplo- y lo destituya. En segundo lugar, que haga otro tanto directamente con él. Radicales, kirchneristas y fuerzas provinciales tienen los números para hacerlo.

Por otra parte, el Congreso tampoco es el único problema que enfrenta Milei. Fue también una mala señal la decisión de la Sala II de la Cámara Federal de ratificar el fallo del juez Casanello que le ordenó al gobierno a presentar un plan de distribución de alimentos destinados a ayuda humanitaria, que se encontraban estibados en galpones.

En su defensa, el Ejecutivo alegó que Casanello violaba la división de poderes y que su competencia no era inmiscuirse en la distribución de la ayuda social (tarea propia del poder administrador), sino investigar la existencia de delitos en esa actividad. Pero como decía el “Torito” de Julio Cortazar: “Cuando estás abajo todos te fajan. Hasta el más maula”.

En 1983, cuando el régimen militar estaba de salida, un juez federal de Santa Cruz, Federico Pinto Kramer, detuvo al presidente del BCRA, Julio González del Solar, porque no le gustó cómo negociaba la deuda externa. Fue un hecho paradigmático de lo que se llama “el gobierno de los jueces”, anomalía institucional que delata la debilidad del Ejecutivo y representa una disfunción grave del sistema republicano.