Un sutil homenaje al “10”

Buscando evitar un tributo obvio o burdo, Maradona (10) se recorta en el Barrio Chino como una delicada opción gastronómica. Las milanesas de la Tota o la provoleta Cebollitas pueden ser disfrutadas por quienes sean maradonianos o no.

Ya lo dijo Francisco García Moritán, uno de los dueños y principal vocero del restaurante, “Diego es Diego, hay una infinidad de Diegos, así que nosotros compartimos su figura e invitamos a que cada uno viva su propia experiencia. El que quiera vivir a Maradona, lo va a vivir y el que no, va a comer la mejor milanesa de Buenos Aires, unas empanadas increíbles y otras comidas de excelente calidad, pero no estamos para hablar de él”. Abrió el paraguas, podría decirse.

Y tal vez con razón. Es decir, en cierta forma, quien visite “Maradona (10)”, en Juramento al 1700, enfrente del emblemático arco del Barrio Chino, pueda sentirse un poco decepcionado. Diego está, pero no como podría imaginarse. Se ve de formas sutiles, para ser descubiertas. Incluso podría pensarse que aquellos a los que no les gustaba para nada “El Diego” con su polémico estilo pueden sentirse muy a gusto en el lugar.

Resulta que el flamante restaurante tributo a Maradona -dicen que los herederos dieron el ok para usar el nombre de manera oficial- aparece como un moderno y abierto espacio, pleno de matices y delicias. Un homenaje muy sutil al mayor ídolo de la historia deportiva de nuestro país.

“Igual a nadie” es el eslogan -en cierta forma también parte del nombre del restó- que define tanto a Diego y como a la filosofía del lugar. Tal vez falten cosas, falten decoraciones. De hecho, los mozos advierten que próximamente habrá más imágenes. Pero no se trata de un santuario ni de una cantina -que quizá sería lo obvio y que acá se busca evitar a toda costa-.

Sí, en el techo, hay luces de neón que permiten seguir el glorioso gol a los ingleses. Sí, hay unas pocas pantallas que marcan escenas del 10. Y, por fin, sí se ven unas preciosas imágenes de “El Diego” en el pasillo que da a los baños -la que lo muestra junto a César Luis Menotti es bellísima-.

LOS PLATOS

Donde se ve el humor y algo de la magia maradoniana es, sin duda, en los platos, con nombres bien típicos y de gran calidad. Se puede comer el vacío que amaba Diego y la "milanesa de la Tota". También la provoleta Cebollitas (con chutney de tomate, cebollas asadas, kale y limón).

Para el postre, esta el “La pelota no se mancha”, un tres leches esférico con maracuyá y cacao negro. También la Batalla del Bernabéu (“un rodillazo en la pera” de chocolate y frutos rojos), entre muchas otras opciones.

La carta fue realizada por el chef Ezequiel Benítez junto con los socios fundadores -Moritán y Alejandro Candioti del grupo Hutong Tang, dueño del lugar-.

La idea es replicar el restaurante. Buscan expandirse con franquicias de igual temática en grandes metrópolis como Nueva Delhi, Shanghái, Tokio, Londres, San Pablo y Ciudad de México.

En tanto, además del salón principal, sobre el lateral de la calle Echeverría, ya pusieron un mostrador de comida al paso con oferta de sandwichería (choripanes, lomitos, etcétera), hamburguesas, pizza al taglio (romana) y un par de platos principales y postres. Ese espacio es lo que podría considerarse bien maradoniando. El salón, en comparación, resulta un lujo.

 

Dirección: Juramento 1700, Belgrano.

Días y horarios: de martes a domingo de 12 a 0.

Reservas a través de Woki

Instagram: @10.igualanadie