Mirador político

Un soviet peronista

Desplazada la vicepresidenta de la función de gran electora, hoy el peronismo es conducido “de facto” por una suerte de soviet provisorio, integrado por el ministro de Economía, el presidente de la Nación, gobernadores e intendentes.

 Se trata de una respuesta de emergencia a una situación preanárquica. Lo propio del peronismo son las conducciones personalistas y el verticalismo férreo, pero hubo que cambiar la receta, porque seguir sumisamente a Cristina Kirchner y a su candidato De Pedro hubiera llevado a la coalición oficialista a una derrota inevitable.

Hace 48 horas Kirchner quiso recuperar el terreno perdido y se mostró flanqueada por Massa, pero esa imagen no puede ocultar la realidad: ya no manda discrecionalmente. Por eso su discurso de Aeroparque destiló resentimiento contra Alberto Fernández que con una firmeza sorprendente sacó de la carrera a su candidato. Unión por la Patria muestra de entrada poca unión, lo que promete una campaña interesante.

Tan devaluada quedó la vice después de lo que hizo en 2019 que tuvo que ceder ante las presiones de un ministro de Economía con un desempeño paupérrimo y un presidente sin poder alguno. Fue decisiva en ese aspecto la intervención de los jefes territoriales para inclinar la balanza a favor de la candidatura de Sergio Massa que, además de haber actuado como un involuntario acelerador de la inflación, tiene una estructura política poco menos que inexistente.

Es que el kirchnerismo ya no amedrenta a sus adversarios. Máximo Kirchner exhibió su impotencia para bajar la candidatura de Daniel Scioli y para generar un candidato atractivo. Después de un gran esfuerzo mental la Cámpora parió la candidatura de De Pedro que tras cuatro años como ministro del Interior no tenía un solo gobernador que lo apoyara. ¿A qué se dedicó durante ese tiempo?

En suma, la vice terminó derrotada por Fernández, que es su propia criatura, y Massa que por las suyas saldría quinto en cualquier elección presidencial. En pocas palabras,  fue víctima de sus propias maniobras de supervivencia política.

Pero con Massa candidato de todo el peronismo el cuadro electoral cambia de manera radical. Ya probó que no sabe cómo resolver la crisis, pero tiene un mérito para las corporaciones: es promercado, pragmático y fue la herramienta para doblegar al kirchnerismo. Asegura el “statu quo”, lo que pondrá automáticamente de su lado a los empresarios, los sindicalistas, los medios y la Iglesia. Cuenta con el respaldo de los gobernadores y es bien visto por la embajada y el FMI. Por añadidura tiene conexiones fluidas con la oposición: Rodríguez Larreta, Morales, Lousteau, etcétera, la parte de la corporación política que no quiere cambiar el actual estado de cosas. En pocas palabras representa, aunque sea precaria, una garantía de estabilidad mayor que la de los otros precandidatos.

Por eso Cristina Kirchner tuvo que ceder. Por eso el peronismo quedó por primera vez en su historia a cargo del soviet.