En 2004, Amazon (Jeff Bezos), vetó las presentaciones en PowerPoint en las reuniones de su equipo directivo. Lo reemplazó por memos de seis páginas, y se adoptó como el ritual con el que abren todas las reuniones de los ejecutivos de la empresa: una lectura, de hasta 30 minutos, de los memos de todos ellos.
En una época pretérita, los alumnos de primaria y secundaria, teníamos varios desafíos, uno era realizar una composición, en ella debíamos tener vocabulario, sintaxis, gramática, saber plasmar una idea, desarrollarla, cerrarla, el correcto uso de los verbos, la ortografía, puntuación.
Sí, imagínense, ¡solos ante una hoja en blanco, había que llenar dos carillas nada menos!
La devolución, muchas veces parecía un semáforo rojo, por la gran cantidad de errores y horrores, destacados por el profesor.
Otros eran, el dictado, y copiar un texto de tantas páginas.
Estos eran los medios que disponíamos, para aprender a escribir bien.
Recuerden, las cartas, un testigo fiel del ser humano, sus sentimientos, y a su vez testigos mismos de la historia, rica en contenidos, únicas, personales, autobiográficas.
LA PREGUNTA DEL MILLON
La pregunta crucial es esta:
La tecnología viene a ayudar, no a reemplazar determinadas habilidades, como piensan algunos fundamentalistas tecnológicos.
Piensen cómo impacta en cualquier persona, un texto con errores de ortografía, por ejemplo. Un error en un curriculum vitae puede ser la diferencia entre la vida y la muerte.
Escribir significa, leer, investigar, procesar información, enriquecerse; significa escuchar esa voz interior, que clama por expresarse; significa usar las palabras correctas, la ironía, la metáfora.
SEDANTE VIRTUAL
La escritura posee un doble sentido. Primero, la claridad para reflejar una idea de desarrollo personal. Y el otro, la ayuda que puede brindar a otros, para entender o clarificar determinado tópico.
Sí, se trata de insistir en cosas básicas en pleno siglo XXI, porque nuestros políticos, no les interesa, que usted esté capacitado, lo quieren como ganado, obediente, que no tenga pensamiento crítico, o aún mejor, ser víctimas de un relato, desconectado de la realidad, en una especie de sedante realidad virtual.