Un puente une España con Corrientes

El curuzucuateño ‘Yayo’ Cáceres dirige la compañía teatral madrileña Ron Lalá, que este fin de semana actúa en Buenos Aires. Los cambios en el humor y la comparación con Les Luthiers.

Conocerlo es descubrir un mundo, viajar en su mirada inquieta y llena de nostalgia. Veintiséis años residiendo en España no han menguado la provincianía que resiste en su decir ni esa cadencia chamamecera al actuar que remite, claro, a los grandes referentes de una cultura ya universal que lo aventuró al mundo.

Gerardo 'Yayo' Cáceres conversa en el hall de la Sala Martín Coronado del Teatro San Martín y el tiempo se detiene de tan entusiasta e ilusionado que está con el estreno, en otro ámbito de ese mismo complejo, de una antología de los primeros trabajos de la compañía madrileña de humor y música Ron Lalá, que dirige hace un cuarto de siglo.

“Este regreso a la Argentina -confiesa- moviliza muchas cosas en mí. Volver a Buenos Aires es un poco cerrar un círculo porque esta ciudad es un lugar muy anhelado por nosotros, los provincianos. Yo me formé acá. Y para los chicos (sus compañeros), este es un lugar central del mundo del teatro. Habíamos estado en 2008 y 2009, y después de eso nunca más pudimos volver”.

CORRIENTES PORA

Cáceres partió de Curuzú Cuatiá en 1984. Trabajaba como plomo de Antonio Tarragó Ros y una vez en Buenos Aires comenzó a estudiar teatro en la vieja escuela Río Plateado, de Hugo Midón. Fueron sus maestros Carlos Gianni y Patricia Stokoe, entre otras “glorias”, como las llama. Por aquellos años supo colaborar con Teresa Parodi y también con Mabel Manzotti y Virginia Lago, teniendo siempre al teatro y la música como inspiración y guía. Fue en una gira por Europa que conoció a Santiago Sánchez, creador de la compañía L’Om Imprebis, quien le propuso sumarse a un espectáculo de improvisación en Madrid. Lo que empezaron siendo seis meses de trabajo terminó en una estancia de más de dos décadas y media.

“Yo soy chamamecero -se define-. Eso es lo que soy en esencia; alguien que no puede vivir sin el chamamé. Pero me he abierto a otros ritmos musicales y a otros mundos, como el del teatro. Para los espectáculos de Ron Lalá compongo temas que nadie tienen que ver con mi provincia, aunque el que sabe escuchar encuentra siempre algún aroma de mi tierra”.

-¿Y cómo fue el encuentro con los Ron Lalá?

-Fue algo casual. Ellos hacían poesía y música como dos cosas separadas. Poesía de Alvaro Tato, uno de los mejores escritores de España en este momento, y música de Juan Cañas, Miguel Magdalena y un integrante que ya no está en el grupo. Un día me invitaron a un ensayo y vi oro. Por fortuna, estaban buscando a alguien que pudiera aportarles una visión desde afuera. Yo les propuse hacer unos talleres internos de actuación para transformar todo su potencial en teatro.

-¿Cuál era ese capital que descubrió en ellos?

-Muchísimo talento. Cantaban bien, eran hábiles haciendo voces, tenían mucho sentido del humor. En eso conectamos rapidísimo. Y estaba la poesía de Alvaro, una materia prima muy valiosa. Los años demostraron que no me equivoqué...y ellos tampoco (risas).

Hacía tiempo que en Cáceres maduraba la idea de “trabajar el teatro desde un lado completamente lúdico, deportivo si se quiere, y no sólo psicológico”. Así fue que las propuestas de Ron Lalá comenzaron a tener un ritmo trepidante, un vínculo singular con el espacio escénico, más allá de que sus puestas en escena son siempre despojadas. Con la premisa de que la música es ritmo y la palabra también lo es. “Ese ritmo que buscamos afanosamente es el que termina uniendo todas las partes”, define. “Es un pulso en el que entran todos los ritmos posibles”.

COMPARACION

Con Les Luthiers y Monty Phyton, Moliere y Chaplin como “referencias ineludibles”, Cáceres moldeó una dramaturgia que tiene sus particularidades. Cuenta: “En un momento hicimos un ejercicio comparativo con Les Luthiers y nos dimos cuenta de que lo nuestro va de lo popular a lo culto y lo suyo, de lo culto a lo popular. Nosotros creamos personajes con su vestuario, con sus modos, y ellos no lo hacen. Necesitamos hacer esa diferenciación para saber dónde estábamos parados, aunque cuando vinimos acá en el 2008 el primer título que nos regalaron fue ‘Llegaron los Luthiers españoles’. ¡Nos queríamos meter debajo de la tierra!”, recuerda, y lanza una sonora carcajada. El legendario luthier Carlos Núñez Cortés prometió acompañarlos este viernes en la primera de las tres funciones que tienen previstas en la Sala Casacuberta del San Martín (repiten sábado y domingo, siempre a las 20.30).

Cáceres: “Me gusta mucho más dirigir, siento que es el lugar que tengo que ocupar”.

‘4x4’, la propuesta que traen a Buenos Aires, es una antología de los primeros espectáculos de la compañía: ‘Mi misterio del interior’, ‘Mundo y final’, ‘Time al tiempo’ y ‘Siglo de Oro, siglo de ahora’, su acercamiento inicial al teatro clásico. “Nos empezó a pasar que la gente joven nos preguntaba dónde podía ver nuestras primeras creaciones, entonces, en vez de reponerlas, elegimos darles esta forma, que se asocia también con el 4x4 de las camionetas en el sentido de que es un espectáculo todoterreno”.

-Cada tanto es necesario volver a las fuentes.

-Exacto. Y aprovechamos la oportunidad para darle una revisada a los textos porque el humor y el mundo han cambiado mucho en este tiempo. Hace algo más de un año que lo venimos presentando en gira y está funcionando muy bien.

-¿Qué visión tiene de los cambios en el humor?

-Yo creo que el humor ha ido a menos en el sentido de que ahora hay que tener un cuidado que por momentos me resulta excesivo. Se perdió además bastante capacidad de pensamiento lateral. Nuestro humor, el argentino, es más de segunda intención, sarcástico, somos más elípticos; mientras que en España el humor es más surrealista y a la vez directo. Con sus matices, claro, según las regiones.

Con todo, Cáceres advierte que no realizan adaptaciones de importancia a los espectáculos cuando inician un tour. Para esta llegada a Buenos Aires “modificamos apenas algunos términos y bajamos levemente el ritmo para que se pueda decodificar mejor la pronunciación que traemos. Con los años, uno va aprendiendo a universalizar el asunto”, dice. En ‘4x4’, la incorporación del integrante más nuevo del grupo (Luis Retana) funciona como excusa para articular la sucesión de escenas extraídas de los espectáculos fundacionales. El elenco se completa con Diego Morales y Daniel Rovalher.

-¿No le han dado ganas de subirse al escenario?

-Ya no. Me retiré de la actuación hace casi una década. Hice un cover alguna vez, pero no más que eso. En una ocasión montamos un espectáculo llamado ‘Directo’, en que tocábamos la música de Ron Lalá y ahí sí empuñé el acordeón y la guitarra. Pero me gusta mucho más dirigir. Siento que es el lugar que tengo que ocupar.

Antes de despedirse, Cáceres obsequia un ejemplar de su flamante novela, 'Serradori', y no oculta el orgullo que siente de haber rescatado la figura de un soldado curuzucuateño caído en las islas del Sur. Ahora sí dice adiós, feliz de sentirse “cada vez más correntino” a pesar de la distancia. Con la emoción de estar viviendo un regreso soñado, como parte de un grupo artístico y humano con el que celebra este año sus Bodas de Plata.

Cáceres dirige a Ron Lalá hace veinticinco años, cuando viajó a España con un trabajo por seis meses y terminó afincándose hasta hoy.