UNA MIRADA DIFERENTE

Un pueblo en busca del hechicero de la tribu

En una suerte de retroceso al primitivismo, Argentina sigue buscando la magia milagrosa de un profeta, una pitonisa, un brujo o un manosanta. El mundo parece copiarla.

Ahora que Les Luthiers -el extraordinario conjunto humorístico-musical-intelectual argentino- anuncia su función de despedida, por uno de esos casuales, como decían los viejos provincianos, cobra sentido traer a la memoria su zamba Añoralgias.

Se recordará que esa pieza, que remeda una temática gauchesca, satiriza sobre un paisano que ha dejado su pueblo y rememora los supuestos atributos del pago, que en realidad son desgracias, como inundaciones, manadas de lobos, buitres en bandadas, huracanes, mosquitos malvados, sequías, y que, como al pasar, remata: “Y al atardecer llueven meteoritos”. Sin quererlo, el célebre ensemble compuso una canción que es al mismo tiempo simbólica y profética. Como signada por un oráculo, Argentina se parece cada vez más a esa zamba-parodia. 

Entrando en el terreno esotérico, más que político, cabría interrogarse si este gobierno del dúo de los Fernández, con la inestimable ayuda de Sergio Massa, no está signado por la mala suerte. Está claro que el concepto enojará mucho más a los interesados que si la columna hubiese dicho que son corruptos e ineptos, porque la imputación de ¡Jettatore! es más agraviante y descalificatoria en un país con gran raigambre napolitana, siciliana y futbolera. Los sectores más cultos agregarán al símil a los personajes con mufa de la literatura rusa, mezcladas con el esoterismo de Rasputin. 

En algún sentido este gobierno es una mezcla de todo eso. Una especie de esoterismo que convoca curanderos y magos para resolver los problemas económicos: desde la platita que repartió Cristina, hasta la designación de un merlín providencial como Massa que resolvería todos los problemas que no pueden resolver los economistas profesionales, y lo que es mejor, rápidamente y con ideas nuevas. No muy distinto a los planes delirantes, encierros, persecuciones, vigilancias, laboratorios amigos y vacunas rusas milagrosas y tramposas que otro ministro curandero endilgara a la sociedad también providencialmente, caso que se repite lastimosamente en casi todos los estamentos del estado que hoy rige la República. ¿Y que se reitera y reiterará quienquiera gobernase? 

Curanderismo + esoterismo

La mezcla entre curanderismo y esoterismo es una constante. La designación de cualquiera en cualquier cargo, muestra, además del caradurismo de quien acepta ser designado en funciones para las que no está ni remotamente preparado, la irresponsabilidad de quien lo designa. Tal vez la liviandad con que tantos burócratas y políticos obtienen un título de grado en menos de dos años o consiguen un diploma invisible sin haber estudiado, es parte de la fabulación, y también de la poca importancia que se da al conocimiento y al esfuerzo. Acaso, un acto de soberbia típicamente nacional que hace que 46 millones de personas y contando (ya se verá cuando algún día termine el censo) se sientan capacitados para ser arquitectos, directores técnicos del seleccionado nacional, abogados, curadores del empacho, gobernadores, presidentes o vicepresidentes. 

Este síndrome doble se agrava cuando se intentan resolver los problemas (suponiendo o vendiendo alegre y convenientemente que todos los problemas y esperanzas tienen solución) y se empeora cuando además, se vende la instantaneidad con que supuestamente se resolverá el problema o se satisfará la esperanza. Eso será muy conveniente a la hora de juntar votos, pero suele estrellarse contra el paredón en la primera curva de la realidad. Claro, también hay muchos que se perciben campeones de Fórmula 1.

Es decir que al esoterismo, a la magia de ofrecerse como capaces de resolver cualquier problema, una especie de curanderismo basado en la ignorancia, se une la instantaneidad que se garantiza para hacer desaparecer o aparecer lo que cada uno desea. Desde la inflación a la moneda dura o regional, desde la enfermedad a la cura, desde el desamparo al bienestar, desde la pobreza a la riqueza, desde la desigualdad a la imposible y prometida igualdad del Gini cero. 

Como cualquier tramoya de pirámide Ponzi, o de fondo de Inversión, (que es igual pero en una etapa previa) la instantaneidad o la facilidad son siempre una estafa. Que es la resultante de una combinación de esoterismo, curanderismo, magia, urgencia, ansiedad y facilismo. El problema es que la repetición de esas promesas y esas fórmulas que siempre fracasan terminan por hacer creer al ciudadano (al que por supuesto le encanta ser convencido) que el curandero de turno ha fallado y que lo que debe hacer es elegir a otro que sí pueda cumplirle su sueño.  

Bien puede ser ese el mayor problema con que se enfrente el país en este momento, o en las próximas elecciones. Y al que se enfrentaría alguien serio y responsable si intentara arreglar lo que todos juran que desean que arreglen los gobernantes, pero es mentira, porque en cuanto muevan un dedo para ir por el buen camino serán apedreados, o lapidados, para usar el término bíblico. Se odian las consecuencias. Pero se aman las causas de esas consecuencias. 

Los témpanos

El largo introito es para dar una referencia al nuevo témpano que enfrenta Argentina, la pérdida de dólares que la terca sequía augura, y el nuevo y múltiple default que tienen por delante tanto este gobierno como el que venga y probablemente el sucesor del sucesor. También, aunque aún no se vea en el horizonte inmediato, un endurecimiento en las políticas antiinflacionarias de los países centrales, y hasta un freno en el dispendio europeo que hará que el crédito, la inversión y la confianza sean cada vez más escasas. 

El otro témpano es el proteccionismo global, que será más grave de lo imaginado al agregar condimentos de corte paraarancelarios como los Certificados de Ecología o Energéticos con diversos nombres y excusas, que serán mortíferos para los países cuyas economías se basan en las commodities alimenticias, y aún las extractivas que no se desarrollen dentro de la misma Unión Aduanera. 

Ninguna de estas situaciones y carreras de obstáculos son una novedad, ya que han ocurrido muchas veces en la historia, pero se agravan cuando se tratan de enfrentar con improvisados, con incapaces o con oportunistas. En un medio que considera mayoritariamente que los dólares que obtienen los exportadores pertenecen al Estado, una confiscación continuada en la que se complotan los políticos y los votantes, estas eventualidades tienen un impacto ruinoso en lo económico y disolvente en lo político, porque la urgencia por corregir lo que se considera una injusticia divina lleva a salidas que sólo empeoran el resultado. 

Tal es el caso del cepo, los 20 tipos de cambio, la ya impuesta idea de que la salida del cepo tiene que ser gradual, la absurda magia de pretender fijar un tipo de cambio por decreto de quien fuera y todo el armamento de la filosofía de vivir con lo nuestro, otra magia que nunca hizo desaparecer o aparecer ningún conejo. En esas condiciones el ministro de Economía bien podría de ser reemplazado por el hechicero de la tribu. 

Quienes creyeron que el problema se solucionaba repartiendo platita, o usando la lapicera, o quienes sostienen que la inflación es multicausal, o que pueden existir retenciones, dólares oficiales, o inventarse refinanciaciones, blindajes que sólo benefician a algunos banqueros avivados cómplices, como aquel famoso blindaje de De la Rúa-Cavallo, semejan a esos malabaristas de esquina que van agregando pelotitas en el aire hasta que el truco colapsa. Y con él, todos los habitantes. 

Un costado positivo

Este drama de la pérdida de cosechas tiene un único costado positivo, que seguramente no será aprovechado como lección ni por los victimarios ni por las víctimas votantes: durante décadas se ha insistido en que la actividad agropecuaria no derrama casi nada sobre la economía del país, y en consecuencia así se intenta justificar la catarata de exacciones y castigos que caen sobre ella a niveles patológicos y de resentimiento, además de evidenciar una profunda ignorancia, por supuesto. Esta desgraciada sequía mostrará la enorme influencia que el campo tiene sobre la economía en cada una de sus etapas, y lamentablemente lo hará con todo su dramatismo. Y eso afectará no sólo los grandes números, sino la vida de la gente, que ya se sabe que no les importa demasiado a los políticos. Repasar sector por sector el daño que causará es angustiante. 

Incidentalmente, este concepto del derrame no es una discusión solamente local. Con la fuerza de su dialéctica, sin ningún análisis y sin ninguna formación, salvo la negación y la reiteración ciega y obcecada, el corso del Gran Reseteo y la Agenda 2030 está insistiendo con el concepto de puro materialismo dialéctico Engels-Marx aplicado, negando que exista tal derrame. O sea, sostienen que la riqueza obtenida por algunos no termina por filtrarse hacia sectores más pobres y niegan que todo enriquecimiento termine aumentando el bienestar general.

La afirmación-relato se cae a pedazos por la sola evidencia empírica de un siglo al menos, pero si eso fuera poco, estas escaseces globales por distintos motivos, paralizando o discapacitando a ciertos sectores generadores de riqueza y consecuentemente de derrame, como el caso del agro en Argentina, Uruguay o Nueva Zelanda, pondrán en evidencia el gigantesco derrame que tiene toda maquinaria de producción de riqueza en cualquier país, en cualquier actividad. Desgraciadamente, del peor modo posible, que es con la desaparición de trascendentes sectores de generación de riqueza y consecuentemente de empleo y derrame. 

Porque lo que una buena parte de la humanidad espera, como espera una buena parte de la sociedad argentina, es que el derrame sea automático, o sea que venga la platita sin necesidad de trabajar, sin preparación, sin esfuerzo y sin éxito ni ahorro previos. 

Si bien Argentina, como en tantos otros males, es en este tema pionera universal, la sociedad mundial también parece querer que la riqueza pase al Estado vía alguna clase de impuesto o confiscación y desde allí, sin trabajar, sin arriesgar, sin estudiar, sin aprender, sin entrenarse, le llegue el derrame vía una dádiva. Como hace miles de años, los pueblos de todo el globo siguen buscando a quién elegir como hechicero de la tribu, al mago, al oráculo, al manosanta. Le dicen democracia. 

Pero retornando al caso específico de Argentina, para no tener la soberbia de universalizar, la mejor manera es volver a Añoralgias, la creación lutheriana, y recordar su profecía, su frase de oráculo final, esperando que esta vez Nostradamus se equivoque:

Y si a mi pueblito volver yo pudiera
A mi viejo pueblo al que no he regresado
Si pudiera volver al poblado
Que siempre me llama, que siempre me espera
Si a mi pueblo volver yo pudiera
¡No lo haría ni mamado!


Dedicado con gran amor y afecto de compatriota a los que se han ido y se van para tener algún futuro.