Buena Data en La Prensa

Un país, una gran familia

Llegando la Navidad, uno de los temas privilegiados es la familia. No por remanido es menos necesario. Familia en sentido estricto: los cercanos y convivientes y en sentido amplio: la gran familia humana. Entre unos y otros está la comunidad de los allegados, que por un pasado y propósitos comunes, por habitar un mismo suelo, son nuestros compatriotas.

LO QUE QUEREMOS

La Argentina debe volver a ser lo que fue hasta hace casi 80 años: una potencia en el concierto de las naciones. Para volver a serlo, además de tener gobernantes y funcionarios probos y honestos, debe tener en claro el camino y los objetivos a alcanzar para lograr el bienestar general y el progreso de la nación.

Podríamos describir a nuestro país como la casa de todos. Esa casa se encuentra hoy saqueada como si hubiera soportado durante mucho tiempo a "inquilinos" que la dañaron y que antes de irse, se llevaron todo lo que pudieron. Gracias a Dios quedaron los cimientos y parte de su estructura.

Hoy, hay que empezar a ponerla en valor, hacer un pormenorizado listado de lo faltante, reclamar ante la justicia para poder sancionar a los que la dañaron, establecer el orden de prioridades para reconstruirla. Ponerla en orden, para así poder disfrutar de la libertad y protección interna y externa que nos va a brindar habitar en ella, respetando las reglas de convivencia.

DE LA CASA AL HOGAR

El hogar necesita de una casa, pero no necesariamente toda casa es un hogar. El hogar se experimenta cuando el volver resulta una de las sensaciones más agradables que sentimos. En el hogar se vive la armonía entre sus habitantes, diálogo fecundo y cierto orden que colabora con la sana convivencia.

El hogar también fue dañado. El diálogo tiene muchos ruidos, y no es posible entendernos. Muchos se han ido buscando nuevas perspectivas, precisamente porque no encontraron el orden, el diálogo y la armonía que les permitiera crecer en libertad. También de nosotros depende que la casa grande vuelva a ser el lugar acogedor que nunca debió haber dejado de ser.

EL LUGAR DE SOCIALIZACIÓN

En la casa, en el hogar, habita la familia. Todos nacemos, vivimos y morimos en una familia, o sufrimos por su ausencia. Siempre se dice, con acierto, que ese es el lugar en el que se da -o debiera darse- la socialización primaria. Aquello que se aprende en la familia, deja marcas indelebles.

¿Cómo imaginaríamos una sociedad perfecta? Seguramente no faltarían los siguientes elementos: que se respeten los derechos de cada persona, que haya solidaridad para con el más vulnerable, que se castigue a quien transgrede las normas, que se transmita y recree la cultura.

Exactamente eso es lo que se aprende en una familia desde los primeros momentos de la vida. ¿dónde sino en la familia se nos valora por quiénes somos? Allí es donde se aprende que hay personas que pueden autoabastecerse y otras que tienen limitaciones, por edad, enfermedad u otras razones y es necesario ayudarlas, se aprende a compartir, se comprende que ante una transgresión, seguramente vendrá un castigo, y en la convivencia se aprende del pasado propio y familiar. Entre relatos y memorias llega la cultura desde los ancestros, se adapta, y se hace tradición viva de la familia. Familias fuertes hacen sociedades fuertes. No es casual que las ideologías totalitarias busquen destruir a la familia. ¿Volverá a ser nuestro país el lugar donde las familias puedan crecer y fortalecerse?

Dios pudo haber encontrado cualquier otra manera para tomar contacto directo con los hombres. Pero eligió hacerlo por medio de una familia.
Hace algo más de dos mil años nació en Belén, Nuestro Señor, a Quien recordamos en la Oración por la Patria.

“Jesucristo, Señor de la Historia, te necesitamos.

Nos sentimos heridos y agobiados.

Precisamos tu alivio y fortaleza.

Queremos ser Nación, una Nación cuya identidad sea la pasión por la verdad y el compromiso por el bien común. Danos la valentía de la libertad de los hijos de Dios para amar a todos, sin excluir a nadie, privilegiando a los pobres y perdonando a los que nos ofenden; aborreciendo el odio y construyendo la paz.

Concédenos la sabiduría del diálogo y la alegría de la esperanza que no defrauda.

Tú nos convocas; aquí estamos Señor, cercanos a María, que desde Luján nos dice: Argentina, canta y camina. Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos. Amén.”

Que esta Navidad, la Sagrada Familia esté presente en nuestros corazones y en nuestros hogares con su mensaje de amor, paz y felicidad en esta nueva etapa de nuestra historia.

El lector podrá seguir a Buena Data en:

www.buenadata.ar

Instagram: @buenadata

YouTube:/BuenaDataOk