Un impulso decisivo para Macri

Lo decisivo fue la prueba que superó el jefe de gobierno porteño. Arriesgó mucho -una derrota de Rodríguez Larreta hubiera sido catastrófica- y ganará mucho. Probó, además que tiene más pasta de político de la que le conceden sus adversarios.

De las PASO de ayer pueden sacarse algunas conclusiones provisorias. La primera, que el nombre del  triunfador se escribe Rodríguez Larreta, pero se pronuncia Macri. El jefe de gobierno confirmó un liderazgo abrumador en el segundo distrito electoral del país por número de electores, pero primero en materia de irradiación de fenómenos políticos.

A lo que hay que añadir que ratificó ese liderazgo en el momento más oportuno: cuando puja con Sergio Massa por competir con Scioli en el balotaje. Demostró que domina su territorio -borró a los otros partidos-, que es capaz de hacer ganar a un dirigente que había arrancado muy atrás en las encuestas y que acertó al aceptar el desafío de Gabriela Michetti y derrotarla.

Sergio Massa en particular y los antimacristas en general esperaban que un revés en las PASO lo sacara de carrera, pero ocurrió lo contrario, la victoria de anoche le dará  impulso a su campaña. Guillermo Nielsen, el candidato renovador tuvo un desempeño atroz, pero es irrelevante, porque el candidato de Massa era Michetti.

En segundo término quedó en evidencia el reconocimiento a la gestión. Al privilegiar a Rodríguez Larreta por sobre la imagen sentimental que explotaba Michetti los votantes respaldaron al administrador. El desastroso resultado de Aníbal Ibarra es la contracara de ese fenómeno. Habría que preguntarle qué opina de lo ocurrido a Aníbal Fernández que llama “vago” a Macri.

Otro dato llamativo fue la impronta racional del voto. A Rodríguez Larreta pueden reconocérsele distintas virtudes, pero no la del carisma. Tiene una capacidad gerencial infrecuente entre políticos, pero acariciar niños y dar lástima no es lo de él. A pesar de ese “déficit”, ganó claramente. La asociación con Macri y la eficacia fueron sus cartas de triunfo.

Un grueso error de Michetti fue lanzar sospechas de corrupción sobre el macrismo y presentarse como garante de la transparencia. Pero el viejo discurso de regeneración de la política (muy usado por Carrió) no funcionó. Dándole una virulencia inesperada a la interna del PRO echó sombras sobre el manejo del juego en la Ciudad sin conseguir que prendieran entre los votantes. Quizás porque sus denuncias resultaban poco creíbles: Macri, por ejemplo, creó una fuerza policial no alcanzada por escándalos de magnitud, algo que no se puede decir de la Federal o la Bonaerense.

Por último, volvió a quedar ratificado que en la ciudad de Buenos Aires el peronismo es marginal. El desempeño de sus candidatos fue pobre aunque no haya participado esta vez Daniel Filmus. Lousteau retuvo poco del en otros tiempo mayoritario voto radical, que fue a parar al macrismo. Habrá  que ver cuánto de ese caudal retiene Rodríguez Larreta en las generales.

Pero lo decisivo fue la prueba que superó Macri. Arriesgó mucho -una derrota de Rodríguez Larreta hubiera sido catastrófica- y ganará  mucho. Probó, además que tiene más pasta de político de la que le conceden sus adversarios. Se tiró a la pileta cuando todavía no había agua y finalmente salió nadando. Saber cuándo hay que jugarse -y hacerlo sin dudar- es una condición fundamental para llegar al poder.­