Y es cierto que desde la instalación del aquel primitivo colegio de los padres de la Compañía hasta la Universidad de Buenos en 1821 y alguna de cuyas facultades funcionaran hasta bien entrado el siglo pasado ameritan el nombre con el que es popularmente conocida. Aún hoy el Instituto de Investigaciones Históricas de la Manzana de las Luces -que tiene ese histórico solar tiene su sede- fundado hace más de 40 años se encarga de difundir la trascendencia de las numerosas instituciones que en ella funcionaron a través de sus publicaciones.
Muchas veces hablamos sobre el valor de la cultura griega en nuestra educación, y su enseñanza en Buenos Aires, recordamos el Instituto Argentino Helénico de Cultura que presidiera el escritor Leonidas de Vedia, presidente de la Academia Argentina de Letras y director del suplemento literario de La Nación y el profundo conocimiento que tenía de aquellos sabios el arquitecto Alejandro Bustillo, que personificaba además de su saber el conocimiento de los caballeros del Renacimiento y nos dejó magníficos ejemplos en la arquitectura de nuestro país; pero pocos elementos se encuentran sobre la enseñanza del idioma, más allá de la currícula en la carrera eclesiástica.
De hace casi dos siglos encontramos en La Gaceta Mercantil del 14 de enero de 1828, una noticia enviada por A.E. sobre unos exámenes de griego que presenció tomados en la Universidad que funcionaba en dicha Manzana. En total informa cursaban nueve alumnos, bajo la dirección del profesor Mariano Guerra, “y aunque tenemos poco conocimiento del idioma, hemos podido discernir sin embargo las ventajas que se han reportado en este acto, y nos atrevemos a anunciar al público que el ensayo que se hace de este estudio tendrá feliz resultado. Entre estos jóvenes son tres los más avanzados, D. Ramón Palacios, D. Miguel Cané y D. Lorenzo Agüero. No sólo han respondido satisfactoriamente a las dificultades y difíciles preguntas que ha hecho el preceptor, sino que han traducido el griego a su propio idioma con facilidad y perfección. Pero es justo es decir que ha sobresalido de un modo admirable el joven Palacios, a quien el rector de la Universidad presentó en premio una obra de Farriell sobre los cantos populares de la Grecia que se encuentran en ella traducidos al francés y precedido de luminosos estudios filosóficos sobre el origen, progreso, variaciones y decadencia de los griegos. En el premiado se advirtió la emoción que debió causarle tan honorable distinción, particularmente se le recomendó la simpatía de los cantos de la Grecia en su actual guerra con nuestras canciones patrióticas”.
EL PROFESOR
¿Quién era el profesor don Mariano Guerra? Un porteño alumno del Real Colegio de San Carlos y docente de gramática y lengua latina, que toda su vida la dedicó a la enseñanza. Fue profesor de griego en la Universidad hasta 1830, en que la cátedra se eliminó en razón de que nadie la cursaba. En tiempos de Rosas fue suspendido en el ejercicio de la cátedra y ya su nombre entra en el olvido de la crónica histórica.
El más conocido de los tres laureados es Miguel Cané quizá también por la homonimia ya que es el padre del diplomático y famoso autor de Juvenilia.
Su hijo lo recuerda en esas páginas angustiado por la partida de su progenitor y Manuel Mujica Láinez le dedicó una simpática biografía. Literato y publicista, había nacido en Buenos Aires, el 26 de abril de 1812. Siguió la carrera de las letras, y se distinguió especialmente en el estudio del griego. A los 23 años obtuvo su grado de doctor; pero poco después emigró a Montevideo huyendo de Rosas. Regresó y en abril de 1838 con otros colegas fundó El Iniciador.Colaboró en El Nacional y en La Revista del Plata. Regresó a Montevideo donde ejerció el derecho y ofreció su brazo en defensa de la plaza, siendo capitán de compañía de la Legión Argentina. Publicó algunos folletos de actualidad política, entre ellos, Consideraciones sobre la situación actual de los negocios del Plata, que le valió los más acerbos ataques de la Gaceta Mercantil. A la caída de Rosas, volvió a su país después de 16 años. Ejerció como abogado y también se dedicó a trabajos literarios.
El Dr. Cané «era uno de esos talentos fecundos y brillantes, que en épocas tranquilas habría honrado nuestra literatura con importantes producciones de su inteligencia. Las obras suyas conocidas prueban que tenía notables cualidades como escritor, y los fragmentos inéditos que ha dejado prueban igualmente la actividad creadora de su espíritu. El no pudo, sin embargo, dar cima a esos trabajos, en que tanto se complacía, a causa tal vez de la enfermedad moral que le aquejaba, y que, cobrando cuerpo últimamente, aceleró el término de su vida». Sus restos descansan en la Recoleta.
PALACIOS Y AGUERO
Curiosamente de Ramón Palacios, el mejor de los alumnos, no encontramos ninguna referencia. Lorenzo Agüero, porteño cursó estudios en su ciudad natal, pero su afición al campo lo llevaron a desempeñar tareas rurales en los establecimientos familiares, fue uno de los fundadores de la Sociedad Rural Argentina.
Prosigue la crónica: “El señor rector ha significado al Sr. Guerra sus agradecimientos a nombre del público, e interés paternal con que ha desempeñado este año la enseñanza de esos jóvenes, y estos quedarán todos comprometidos a continuar sus estudios hasta obtener la posible perfección”.