A PROPÓSITO DE LA NOTA DOCTRINAL QUE NIEGA A LA VIRGEN MARÍA SER CORREDENTORA

Un documento que divide y confunde

Por Mario Caponnetto y Miguel De Lorenzo

Se conoció el pasado 4 de noviembre el documento Maria populi fidelis del Dicasterio para la Doctrina de la Fe acerca de “algunos títulos marianos referidos a la cooperación de María en la obra de la salvación”. El documento ha sido aprobado por el papa León XIV y se presenta como una nota doctrinal que forma parte del magisterio ordinario. No obstante, el propio texto parece limitar su importancia cuando afirma que no pretende ser exhaustivo ni agotar la reflexión (n. 3).

No haremos en esta ocasión un examen pormenorizado de esta cuestión. Nos limitaremos a unas pocas reflexiones.

En la presentación, el documento establece, de entrada, una suerte de oposición entre, por una parte, las devociones populares que son presentadas como una expresión de “la piedad del Pueblo fiel de Dios que encuentra en María refugio, fortaleza, ternura y esperanza”, expresión que no ha de ser corregida sino valorada, admirada y alentada y, por otro lado, la de “algunos grupos de reflexión mariana, publicaciones, nuevas devociones e incluso solicitudes de dogmas marianos, que no presentan las mismas características de la devoción popular, sino que, en definitiva, proponen un determinado desarrollo dogmático y se expresan intensamente a través de las redes sociales despertando, con frecuencia, dudas en los fieles más sencillos”.

Llama mucho la atención y despierta sospechas, esta oposición. Una primera pregunta se impone: ¿esos grupos de reflexión mariana, a los que no se identifica, no son parte del “Pueblo fiel de Dios”? Hace mucho tiempo que la Corredención de María viene siendo objeto de estudios y debates por parte de teólogos prominentes; el deseo de que dicha Corredención sea propuesta como dogma (el quinto dogma mariano) no es de ahora; viene desde hace muchas décadas y ha sido motivo de numerosas peticiones firmadas por miles de fieles. Nada de esto se consideró como ajeno o contrapuesto al “Pueblo de Dios”, ni despertó jamás “dudas en los fieles sencillos”.

FIELES SENCILLOS

Es curioso que se hable de despertar dudas en los sencillos toda vez que desde ese mismo Dicasterio (que ahora se muestra tan celoso en proteger a los fieles) se viene sembrando toda suerte de dudas; ejemplo, la declaración Fiducia supplicans sobre la bendición de parejas homosexuales. Sin contar las permanentes dudas y escándalos que producen muchos pastores (cardenales, incluso) cuando proponen cambios en la moral de la Iglesia o sostienen posturas francamente heréticas, o las innúmeras profanaciones litúrgicas de parte de numerosos sacerdotes (moneda corriente, por desgracia) sin que nadie se tome la molestia, siquiera, de llamarlos al orden. ¿Alguien puede pensar, en serio, que los debates teológicos sobre un tema mariano confundan a los fieles?

Todo parece indicar que una fuerte inquietud estremece al Cardenal Tucho y a Prevost. En efecto, en medio del tembladeral de la apostasía y del relativismo en que se encuentra la Iglesia, en medio de tanto y tan grave desorden, como hemos mencionado, han descubierto que el centro del problema estaría representado por el título de Corredentora dado a la Virgen. Se diría que la infinita amplitud de la Sinodalidad y aquel “todos, todos, todos” bergogliano que comprende magnánimamente a todo tipo de pecadores, herejes y enemigos de la Iglesia, se estrecha un poco al referirse a la Virgen. Todo indicaría, al parecer, que ahora el pueblo fiel no puede llamar a la Virgen Corredentora, sin peligro de confundirse.

A esto, efectivamente, apunta el documento. En el n. 22, refiriéndose al título de Corredentora, dice: “Este título corre el riesgo de oscurecer la única mediación salvífica de Cristo y, por tanto, puede generar confusión y un desequilibrio en la armonía de verdades de la fe cristiana, porque «no hay salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro nombre por el que debamos salvarnos» (Hch 4,12) Cuando una expresión requiere muchas y constantes explicaciones, para evitar que se desvíe de un significado correcto, no presta un servicio a la fe del Pueblo de Dios y se vuelve inconveniente”.

Preguntamos: ¿qué es más difícil de explicar y requiere muchas y constantes explicaciones, la Corredención de María o las piruetas verbales de Fiduccia Supplicans? ¿Qué exige más “muchas y constantes explicaciones”, la Corredención mariana o esta evanescente Sinodalidad, arriba mencionada, con sus abstrusos documentos, declaraciones, encuestas, etc., que nadie sabe qué es a ciencia cierta?

Por otra parte, si un Papa afirma que todas las religiones son iguales y todas llevan a Dios ¿quién genera más “confusión y desequilibrio en la armonía de verdades de la fe”, o corre “el riesgo de oscurecer la única mediación salvífica de Cristo”, el Papa que dice semejante cosa sin aclarar nada o la Corredención de María?

Las preguntas se multiplican a medida que se avanza en la lectura de este deplorable texto que no hace sino aumentar aún más la confusión.

En definitiva, en esta suerte de sincretismo babélico impulsado por Bergoglio y continuado por Prevost, hay poco espacio para la Virgen Corredentora y hasta el mismo Redentor aparece desplazado por los pobres que ocupan su lugar: ellos son los verdaderos “crucificados de la historia”

No es poca cosa, además, que el intérprete de lo que llaman “el Pueblo fiel”, venga a estar personificado por un Cardenal, acaso el menos fiel de los pastores, de acuerdo a la evidencia amontonada durante su trayectoria en el país y la información que llega desde Roma.

En síntesis: un documento de dudosa autoridad magisterial que divide y confunde y que no parece estar en línea con la tan declarada unidad de la Iglesia que el actual Papa ha puesto como el objetivo central de su Pontificado.