El realizador cinematográfico Hernán Guerschuny habla de su debut en el teatro

Un director en otra dimensión

Llevó a escena ‘Coherencia’, una obra de ciencia ficción basada en la película homónima de James Ward Byrkit. Además adelante detalles de su nuevo filme, ‘Papá x dos’.

Hace algunas semanas se estrenó ‘Coherencia’ en el Multiteatro y una de las cosas que más llamó la atención a la hora de ver los créditos fue el nombre de Hernán Guerschuny, conocido por ser el director en películas como ‘El crítico’, ‘Nahir’, ‘Una noche de amor’ y ‘Doble discurso’.

Esta vez, el realizador decidió asumir un nuevo desafío en su carrera y llevar su experiencia cinematográfica al teatro. “Después de haber hecho entre dirección y producción más de quince películas y series, hacer algo nuevo me desafía, me obliga a explorar, a aprender. Me metí en la adaptación de una película a obra de teatro que es muy complicada, por muchas razones, primero porque es de género, y este género (ciencia ficción) en teatro casi que no existe; después es una obra muy coral con una trama muy compleja”, dice Guerschuny.

La obra, protagonizada por Gonzalo Heredia, Mey Scápola, Vanesa Gonzalez, Guillermo Pfening, Nicolás Pauls y Laura Cymer, cuenta la historia de seis amigos que se juntan a cenar una noche en la que un cometa pasa muy cerca de la Tierra y un apagón afecta a todo el barrio menos a una casa que ellos deciden visitar. Enseguida comenzarán a ocurrir situaciones extrañas que los llevarán a pensar que están interactuando con ellos mismos en universos paralelos.

EXPLORAR Y APRENDER

-¿El deseo de dirigir teatro apareció antes de que llegara la obra o al revés?

-Los directores de cine tenemos una relación muy conflictiva con el teatro. Lo miramos de costado, por un lado, nos atrae mucho y en los últimos tiempos le empezamos a envidiar el volver a tener gente sentada en una butaca, que es algo que los cineastas perdimos. Eso por un lado, por otro lado hay algo que miramos con mucho conflicto que es el vivo y el artificio, el teatro vive del artificio y de la convención, cuantos menos elementos hay en el escenario, más te lo creés, más poético es. Y, en cine, hacemos algo absolutamente opuesto que es que vale todo para vos creerte que eso es verdad, entonces hacemos uso de efectos especiales, del montaje, del fuera de campo, de la música y de un montón de cosas, sin las cuales la historia no se contaría. Lo que ocurre es que, en el último tiempo, los efectos especiales se abarataron mucho y ya podés explotar el mundo de manera muy barata y se explotan todas las películas. Dejó de tener valor eso, y de manera paradójica es como que volvés a extrañar la decisión pequeña y la arbitrariedad de decir “mi mirada es esto”, de contar lo chiquito. Y, el teatro en eso es gigante y es raro porque es muchísimo más viejo que el cine, lleva muchos siglos, y sin embargo sentimos que el cine está agotado y el teatro es infinito. Esto es algo que estuve reflexionando en estos meses al trabajar con esta obra.

-¿Qué más está descubriendo en esta experiencia?

-Además de lo que te contaba, cuáles son los recursos del teatro que por ahí antes miraba con cierto recelo y ahora los abrazo de manera muy virtuosa. Y después un proceso de trabajo con los actores que también es distinto al del cine, porque filmando uno tiene la posibilidad de repetir lo que va haciendo, vas puliendo. En teatro es todo una exploración, tenés que poder irte al carajo un montón de veces para después volver y darles elementos a los actores para que cuando suceda cuenten con herramientas. Son procesos de trabajo completamente distintos, y, además, es muy intenso el teatro.

-Como director de cine, ¿tuvo que desaprender muchas cosas para dirigir esta obra?

-Sí, muchísimo. Por ejemplo, lo que tiene que ver con la dirección de actores. Yo tengo un método que a mí me funciona muy bien y que tiene que ver con el cine, que vas como puliendo con la posibilidad de repetir y repetir y después en montaje te quedás con tu mejor toma. Además, en general, lo que hace el actor en cine es un elemento más de un montón de otros elementos, por ejemplo, un actor puede no saber lo que está haciendo: vos necesitás que mire a la izquierda y después lo montás con un plato de comida y listo está contado que tiene hambre, estoy hablando de teoría de montaje de primer año. Pero, en teatro, no. El está mirando y está a quién mira y tiene que haber una fuerza en esa mirada, que tiene que ocurrir ahí en vivo y por única vez, porque en la otra función va a pasar de otra manera. Así que tuve que desaprender eso, para aprender esto.

-¿Se apoyó en alguien para este desafío o fue más intuitivo?

-Primero una intuición fuerte, muchas ganas de explorar y de aprender. Después se sumó Juan Branca, que tiene mucha experiencia en teatro y me ayudó mucho con lo que tiene que ver con los cuerpos. El teatro es muy expositivo, en cine nuestra frase en la frente es “menos es más” y en teatro no necesariamente. Para eso me ayudó mucho Juan, pero también confiando en que muchos de los aportes que yo podía hacer en términos visuales y experienciales iban a dar en esta obra un plus que me parece que está bueno.

INDUSTRIA AUDIOVISUAL

-En unos días se estrena en las salas ‘Papá x dos’, ¿qué nos puede adelantar?

-Fue una película de lo que la industria llama “por encargo”, es decir que unos productores me llamaron con un guion ya más o menos escrito. Pero es un término que no me gusta porque no hay forma de dirigir si uno no se puede apropiar de la película. Y esta rápidamente la sentí propia porque habla de temas de los que hablé siempre que son los vínculos y la forma en que todos fallamos. Es la historia de una mujer embarazada de su ex, entonces tienen que compartir de alguna manera la casa los tres: el actual, el ex y ella embarazada. Es muy graciosa y muy tierna. Es una película que, por más que parta de una fórmula muy probada, tiene personajes muy bien construidos, singulares pero con conflictos universales . Me quedé muy contento.

-¿Qué reflexión hace de la situación actual del audiovisual en nuestro país?

-A mí me parece dramático como se cuestiona desde el prejuicio. Siento que somos víctimas de una pelea ignorante. Lo que uno esperaría es que cuando vos los elegís para gestionar, que investiguen lo que está pasando para corregir, administrar. Y, por prejuicio, no sé si es porque les funciona o porque creen que es así de pura ignorancia vinculan el arte, el teatro, el cine, a una posición ideológica. Algo que es muy ignorante porque los sistemas de comité no funcionaban por ideología, elegían si estaba bien técnicamente presentado el proyecto.

Lo que me parece dramático es se pierden tres cosas muy importantes: en primer lugar, una fuente laboral de un montón de gente que vivía de esto; en segundo término, perdemos imágenes propias porque por más que Netflix produzca películas en la Argentina, la aprobación de eso la hace un mexicano o alguien desde Miami, entonces eso sin dudas cambia; y, en tercer lugar, todos los que hoy estamos trabajando en un cine industrial nacimos ahí, entonces lo que no ven es que se agota. La industria se agota si no hay nuevas voces y gente joven haciendo delirios, que les va a ir mal en espectadores, pero que hacen que después puedan dirigir ‘El eternauta’ y eso es también de mucha ignorancia, es gobernar desde el prejuicio. Eso es lo que más me entristece. Siento que perdemos oportunidades, tiempo, ya te digo o porque les garpa estratégicamente o porque no saben, pero es tristísimo porque, además, considero que el otro gran perjuicio es que la gente, y hablo de cualquier clase social, sólo está preocupada por lo económico, y es mentira. En las sociedades más pobres, la danza, el teatro, la música los salva, es lo que hace que tenga sentido levantarse a la mañana. El plato de comida es lo fundamental, pero esos escapes son los que hacen que la vida tenga sentido.