Un año marcado por la excelencia
Sin duda un año intenso vivió Buenos Aires en materia de música clásica o académica, como también suele llamársela.
Sin duda un año intenso vivió Buenos Aires en materia de música clásica o académica, como también suele llamársela. Aquí presentamos una selección de ejemplos relevantes, de acontecimientos que se vivieron en el teatro Colón, el Coliseo y en la Sala Sinfónica del CCK. Jornadas que marcaron señales de feliz continuidad en la labor de estas disciplinas, a través de grandes agrupaciones internacionales, directores y solistas, e intérpretes locales y extranjeros.
Bien temprano en el año, el 10 de marzo, el Colón recibió nuevamente la visita -la sexta en este caso- de la legendaria orquesta Filarmónica de Viena, esta vez con el fulgurante director-estrella venezolano Gustavo Dudamel, de 37 años, una batuta consagrada en nuestros días. Ejecuciones del obras de Brahms de alto mérito pero sobre todo la Cuarta Sinfonía de Piotr Ilich Tchaikovsky, pletórica de calidad expositiva, redonda cohesión por parte del director y sus subordinados, haciendo revivir en el tiempo momentos históricos en que la agrupación vienesa estuvo en nuestro medio.
Por otra parte, en el trascurso del quinto festival que lleva su nombre, el maestro Daniel Barenboim (76) volvió con todo, empezando con "Tristán e Isolda" de Wagner en el Colón, en versión superlativa, para después presentarse con la Staatskapelle de Berlín, orquesta perteneciente a la Staatsoper de Berlín, en la Sala Sinfónica del CCK presentando admirables versiones de las cuatro sinfonías de Johannes Brahms.
De enorme tradición, esta orquesta lleva ya doscientos setenta y cinco años de existencia. Un final apoteósico del primer concierto, fue en la Sinfonía Nº1 en Do menor, op.68, cuando los sonidos de la orquesta se amalgaman en forma envolvente, arrancando tras el allegro una prolongada ovación.
También en la misma sala, la gran pianista compatriota Martha Argerich (77) reapareció en Buenos Aires presentando un programa de Bach con invitados. Una sesión que empezó con Johann Sebastian Bach (la Partita Nº 2 en Do menor) para luego desfilar obras con sus invitados Mauricio Vallina, Graciela Reca, además del ensamble Estación Buenos Aires con Rafael Gintoli (violín) y otros. Pero sin duda lo sorprendente (y atípico) fue que se ubicaron cuatro pianos de cola, para exponer con la protagonista un arreglo del concierto para cuatro pianos, cuerdas y continuo en La menor, BWV 1065 (basado en el original de Vivaldi para violines) para cerrar el homenaje al ilustre Cantor de Santo Tomás de Leipzig.
NUOVA HARMONIA
Dentro del ciclo Nuova Harmonia hizo su presentación en nuestro medio la Orquesta Sinfónica Estatal de Rusia "Evgeny Svetlanov" dirigida por Terje Mikkelsen (director noruego de 61 años). Fundada en el Conservatorio moscovita hace más de ochenta años, su nombre alude al maestro que fomentó su crecimiento. Músicos disciplinados, precisos, expusieron con sincronía manifiesta obras del noruego Grieg, de Rachmaninov y sobre todo, Tchaikovsky, cuya Quinta Sinfonía marcó el nivel mas alto del concierto, con enjundia, precisión en las cuerdas y excelentes vientos y percusión. Los aplausos hicieron que como encore agregaran la obertura de "Ruslán y Liudmila", del padre de la ópera rusa, Mikhail Glinka.
Un ciclo de dieciocho conciertos hizo de la actividad de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires un constante referente. Desfile de directores, y solistas, entre otros. Pero cabe subrayar el último concierto, el de cierre. Dirigido por el mexicano Enrique Arturo Diemecke (63), clausuró esa última sesión luego de una noble versión del Concierto para piano Nº2 de Brahms con el pianista también mexicano Jorge Federico Osorio.
Entonces llegó una obra en la que el director y sus subordinados estuvieron en su salsa: "Cuadros de una exposición" de Modest Mussorgsky en orquestación de Maurice Ravel. De memoria y sin batuta, como es habitual, entregó una versión brillante, exquisitamente plasmada en todas las secciones del orgánico que, en "La gran puerta de Kiev" arrancó una prolongada ovación de despedida.
La celebración de los cincuenta años del Coro Polifónico Nacional, en la Sala Sinfónica del CCK tuvo una propuesta singular, ahora con su nuevo director José María Sciutto ejecutando junto a una atildada y crecida Sinfónica Nacional, con la dirección de Carlos Vieu, la "Missa Solemnis" en Re mayor, op.123 de Ludwig van Beethoven.
Con solistas vocales y con el añadido del Coro Nacional de Jóvenes, con una confluencia de mas de doscientos intervinientes. Esta obra, donde Beethoven tiene la particularidad de abrevar en el texto litúrgico con su personalísimo estilo, profundiza en la fe y en las emociones. Un aporte digno y apreciado de los organismos nacionales, orquestal y coral.
SEXTETO DE CUERDAS
Fundado en Roma, evocando al Luthier Stradivari con instrumentistas munidos de esa marca, tomados en pares (dos violines, dos violas y dos violonchelos), este conjunto de cámara italiano hizo su presentación en el ciclo Nuova Harmonia en el Coliseo, demostrando el valor de esa celebre firma de Cremona, que fundó Antonio Stradivari. Obras de Richard Strauss, de Brahms y Schoenberg fueron partícipes para el disfrute de este sexteto por la calidad de los ejecutantes, el notable y rico sonido de sus instrumentos y la cohesión absoluta en las entradas y matices, en las variaciones y los perfiles de las piezas.
Presentada en el ciclo del Mozarteum en el Colón, la talentosa pianista china Yuja Wang (31) nacida en Beijing y residente en Canadá, fue animadora de una sesión excelente, con su figura agraciada y austera, saludando con parquedad, y con vestimentas propias. Por tomar un ejemplo de sus ejecuciones, la tercera Sonata en Si menor, op 58, de Chopin fue vertida con su técnica asombrosa. Los delicados pianissimi, el legato, la pujanza y la dulzura y la sutil transparencia de su pianismo, hablan de una carrera que ya ha ganado el mundo. Sus dedos son demostrativos de un nivel técnico absoluto que sabe conjugar con lo expresivo y la plasticidad.
En el Coliseo, se contó con la presencia del dúo de cámara integrado por los itálicos Domenico Nordio (47) en violín y Orazio Sciortino (34) en piano. Una aleación para un repertorio histórico que revive su presencia en la música de cámara. La experiencia y labor conjunta les llevó a armar un interesante programa de sonatas del repertorio. Un paseo por la relación estrecha entre el piano, "rey de los instrumentos", con el violín solista, en ensamblado feed back comprendiendo piezas de Beethoven, Respighi, Prokofiev, y Ravel. Sin duda una velada de cámara representativa y donde lo sincrónico, complemento ineludible, muestra la asociación de las partes.