El columnista invitado

Un análisis de la psicología radical

El radicalismo desde su fundación ha atravesado los tres siglos de historia nacional con suerte dispar, más tiempo en el llano que en el poder.
Luego de los años del desencanto y diáspora de comienzos del siglo XXI, que muchos identificaron como su peor crisis ya que puso en tela de juicio su identidad y su propia subsistencia como actor del sistema político, y tras ensayar mil y una tácticas electorales, la UCR se avino a integrar junto a otros partidos más jóvenes una coalición republicana que asegurara alternancia en el gobierno o una oposición cohesionada y fuerte al peronismo.
De Cambiemos a Juntos por el Cambio, del 2015 al 2023, conglomerado que pareciera una estrategia inteligente e interesante y ahora más consolidada, fundamentalmente porque la UCR hizo el sacrificio de acompañar una experiencia de gobierno en la que no tuvo incidencia ni protagonismo significativos y en los últimos años y con la evidente señal de haber sido puesto en valor nuevamente por la sociedad debido a sus fortalezas: estructurado orgánicamente y extendido en el país, gobernante en provincias y municipios, con bloques legislativos importantes, nuevos y prestigiosos dirigentes y candidatos y una sólida territorialidad, procuró buscar un mayor protagonismo aunque no logró instalar y consolidar una figura de dimensión nacional para disputar la candidatura presidencial de la alianza electoral.
 

ENCENDIDO DE ALARMAS
El anonadamiento que se vivió en las tiendas radicales (y en general de todas las fuerzas políticas tradicionales) luego de conocidos los resultados de las PASO del 13 de agosto y que arrojaron la sorpresiva votación de Javier Milei (primero en cantidad de votos aunque no tuvo disputa interna en su agrupación) y la constatación de que Juntos por el Cambio había dejado de ser la alternativa mayoritaria para canalizar la oposición al peronismo gobernante, ha vuelto a encender las alarmas en el centenario partido.
Buena parte de su estructura nacional se había encolumnado con el jefe de gobierno porteño Horacio Rodriguez Larreta siguiendo al titular partidario Gerardo Morales, que completó el binomio del jefe porteño. Parecen haber acusado el golpe.
Otro sector tal vez menos caracterizado pero de indudable penetración social se había alineado de entrada en la disputa con Patricia Bullrich, que terminó obteniendo la candidatura presidencial acompañada de un radical con menor penetración y conocimiento como Luis Petri.
Pero no debe perderse de vista que varias figuras radicales del interior como Sanz, Cornejo, Naidenoff, Valdéz y sobre todo de la siempre poderosa estructura bonaerense liderada por Maxi Abad el más joven presidente partidario provincial en mucho tiempo habían dado su acuerdo a la finalmente triunfante candidata presidencial.
Quizás la diferencia se encontraba entre el radicalismo oficial mayoritariamente identificado con Larreta y el radicalismo sociológico más cerca del discurso y los modos de Bullrich que además ostenta descendencia directa del legendario Honorio Pueyrredón, aquél canciller de Yrigoyen y en la década de los años treinta líder de la facción intransigente de la UCR.
 

“LOS RADICALES SOMOS VOTADORES”
Reverberan en mi memoria unas palabras de Raúl Alfonsín durante la Asamblea Legislativa que aceptó la renuncia del presidente Fernando De la Rúa y finalmente eligió sucesor a Adolfo Rodríguez Saa (experiencia fallida): "los radicales somos votadores".
Un análisis digno de un conocedor profundo de la psicología radical. Radicales votadores. Lo supo Alem, que pese al fraude al que lo sometía el régimen conservador igual presentaba candidatos. Lo entendió más cabalmente Yrigoyen, que con mano firme sostuvo mientras pudo y resistiendo alzamientos electoralistas la estrategia abstencionista y revolucionaria, sabedor de que solo así le arrancaría (como finalmente sucedió) una garantía de limpieza sufragista a la oligarquía.
Lo vivió en carne propia Alvear a quien siempre se le endilgó el levantamiento de la abstención de 1935 cuando en verdad la voluntad participacionista de dirigentes y distritos importantes era una marea imparable. Incluso en los años duros del peronismo más cerril y avasallante, hubo quienes desde la UCR promovieron la concurrencia a los comicios para deslegitimar al régimen sin que lograran penetración.
Los radicales son votadores, aunque a veces no lo hagan estrictamente por su lista (si la hay) sino que lo hacen por vocación y sobre todo convicción cuando identifican valores que sienten su penacho.
 

“CONSISTENTE ALTERNATIVA”
Si bien los términos de la ecuación electoral que arrojaron las PASO no son los esperados para las expectativas radicales, los siempre animosos seguidores de la divisa blanca y punzó en Juntos por el Cambio, ratificada como consistente alternativa opositora al gobierno peronista y a la novel expresión electoral populista de derecha encarnada por Milei ( de la que aún están por verse sus supuestas virtudes) habrán de trabajar con convicción y el empeño en la construcción de un gobierno austero, honesto y eficaz en el marco de libertad y dentro de las instituciones de la Constitución, que la sociedad reclama con impaciencia.