Un amor inseparable que resistió el horror
El chico que siguió a su padre...
Por Jeremy Dronfield
Planeta. 510 páginas
La familia Kleinmann llevaba una apacible vida en el barrio de Leopolstadt, en Viena, Austria. Gustav tenía un buen trabajo como tapicero y, aunque el dinero no sobraba, alcanzaba para tener una vida austera pero feliz junto a su esposa y sus cuatro hijos.
Sin embargo, un manto de sombra caería para los Kleinmann y otros cientos de miles y miles de judíos a partir del avance del nazismo. Con el horror de la guerra empezaría el desmembramiento de la familia, y la lucha por sobrevivir.
Así se inicia El chico que siguió a su padre hasta Auschwitz, historia muy bien narrada por Jeremy Dronfield, quien da cuenta de las peripecias que pasaron los Kleinmann, haciendo foco principalmente en la vida de Gustav y su hijo mayor Fritz.
Ambos fueron llevados desde los comienzos del conflicto bélico al campo de concentración de Buchenwald, luego al tan temido de Auschwitz, padecieron la marcha de la muerte y otros campos. Fueron más de seis años de dolores inmensos, torturas y maltratos.
Fritz y Gustav aprendieron a sobrellevar esos años. Unidos, dando muestras de ese amor profundo entre padre e hijo lograron seguir con vida. La historia permite conocer mediante los ojos de los sobrevivientes cómo se fue montando la terrible maquinaria implementada por los nazis. Tuvieron que aprender a caminar con la muerte al lado, con el hambre, el frío y los castigos. Pero también vieron gestos de solidaridad entre sus pares, formas armadas y no armadas de resistencia, situaciones donde la humanidad se hacía presente aún en esos lugares donde parecía que no había ningún resquicio para que existiera.
Dronfield construye así un excelente trabajo de investigación en una novela dura y necesaria, un registro de un tiempo del que los Kleinmann fueron protagonistas, y que a pesar del terrible dolor que pasaron se animaron a contar.