Opinión
Un “León” equilibrista
Por Sadi Vilaboa
En pocos días el presidente electo, Javier Milei, asumirá el enorme desafío de ordenar el país, y en especial el descalabro económico que deja el peronismo. Con una inflación que cada mes le sacan una vuelta de ventaja a los ingresos de los trabajadores, en la frustrante carrera entre las subas ininterrumpida de precios, y las eventuales recomposiciones salariales. Donde además, los empresarios se encuentran asfixiados y sin poder invertir ante la desmesurada presión fiscal. Lo que constituyente en definitiva, una economía que no le sirve a nadie. Y por tanto, requiere de reformas inmediatas para recuperar la senda del crecimiento, y también lograr una planificación del futuro.
Por supuesto, reordenar las prioridades y las cuentas le será tan difícil al nuevo gobierno, como armar un rompecabezas con todas las piezas dañadas. Pero para esa difícil tarea se lo ha elegido, y deberá demostrar que está a la altura de las circunstancias.
En ese sentido, los libertarios consideran imprescindible flexibilizar las regulaciones sobre el mercado, para promover una dinámica más eficiente de la economía. Lo cual, va en dirección contraria a lo ha hecho por el peronismo, que llegó al extremo de congelar los precios de los combustibles tras las elecciones primarias, y lo único que logró fue desabastecer a miles de estaciones de servicios.
De igual modo, el futuro gobierno plantea que para quitarle trabas a la contratación de trabajadores, es necesario modernizar los convenios colectivos, tomando como referencia el modelo de la Uocra.
En cuanto al ansiado superávit fiscal, los libertarios evaluarán reasignar los recursos desde los sectores improductivos y poco competitivos, hacia las actividades que más aportan al crecimiento. Lo que dará lugar a nueva política de subsidios.
Al respecto, por el impacto que tendría las correcciones en las tarifas de los servicios públicos sobre los bolsillos, puede ser una de las reformas más controversiales para el propio electorado del próximo presidente. Ya que las ideas de progreso y libertad comenzaron hacer sentido primero en los jóvenes, que no podían conseguir la independencia económica total de sus padres.
De ese modo, en caso de prolongarse demasiado la falta de mejores oportunidades, se dará el drama explicado por el Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, en su libro ´El precio de la desigualdad´: “Si a la edad en que los jóvenes deben adquirir el perfeccionamiento de sus profesiones, resultan condicionados a transitar en un contexto de trabajos poco cualificados y de baja remuneración, entonces se desperdicia el activo más valioso de un país, el capital humano”.
Por lo tanto, en una Argentina que se encuentra al borde del abismo, el ´León´ libertario tendrá que hacer equilibrio para alcanzar las reformas que considere necesarias, aún cuando en principio tenga un impacto en los salarios. Sin perder a su vez, el entusiasmo y apoyo de aquellos que lo llevaron a la presidencia. El tiempo dirá cuán salvaje, o cuánta destreza tendrá a lo largo de su mandato.
En pocos días el presidente electo, Javier Milei, asumirá el enorme desafío de ordenar el país, y en especial el descalabro económico que deja el peronismo. Con una inflación que cada mes le sacan una vuelta de ventaja a los ingresos de los trabajadores, en la frustrante carrera entre las subas ininterrumpida de precios, y las eventuales recomposiciones salariales. Donde además, los empresarios se encuentran asfixiados y sin poder invertir ante la desmesurada presión fiscal. Lo que constituyente en definitiva, una economía que no le sirve a nadie. Y por tanto, requiere de reformas inmediatas para recuperar la senda del crecimiento, y también lograr una planificación del futuro.
Por supuesto, reordenar las prioridades y las cuentas le será tan difícil al nuevo gobierno, como armar un rompecabezas con todas las piezas dañadas. Pero para esa difícil tarea se lo ha elegido, y deberá demostrar que está a la altura de las circunstancias.
En ese sentido, los libertarios consideran imprescindible flexibilizar las regulaciones sobre el mercado, para promover una dinámica más eficiente de la economía. Lo cual, va en dirección contraria a lo ha hecho por el peronismo, que llegó al extremo de congelar los precios de los combustibles tras las elecciones primarias, y lo único que logró fue desabastecer a miles de estaciones de servicios.
De igual modo, el futuro gobierno plantea que para quitarle trabas a la contratación de trabajadores, es necesario modernizar los convenios colectivos, tomando como referencia el modelo de la Uocra.
En cuanto al ansiado superávit fiscal, los libertarios evaluarán reasignar los recursos desde los sectores improductivos y poco competitivos, hacia las actividades que más aportan al crecimiento. Lo que dará lugar a nueva política de subsidios.
Al respecto, por el impacto que tendría las correcciones en las tarifas de los servicios públicos sobre los bolsillos, puede ser una de las reformas más controversiales para el propio electorado del próximo presidente. Ya que las ideas de progreso y libertad comenzaron hacer sentido primero en los jóvenes, que no podían conseguir la independencia económica total de sus padres.
De ese modo, en caso de prolongarse demasiado la falta de mejores oportunidades, se dará el drama explicado por el Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, en su libro ´El precio de la desigualdad´: “Si a la edad en que los jóvenes deben adquirir el perfeccionamiento de sus profesiones, resultan condicionados a transitar en un contexto de trabajos poco cualificados y de baja remuneración, entonces se desperdicia el activo más valioso de un país, el capital humano”.
Por lo tanto, en una Argentina que se encuentra al borde del abismo, el ´León´ libertario tendrá que hacer equilibrio para alcanzar las reformas que considere necesarias, aún cuando en principio tenga un impacto en los salarios. Sin perder a su vez, el entusiasmo y apoyo de aquellos que lo llevaron a la presidencia. El tiempo dirá cuán salvaje, o cuánta destreza tendrá a lo largo de su mandato.