Trinchera bonaerense
Desde el primer día de gobierno de Javier Milei como presidente de la Nación quedó claro que la provincia de Buenos Aires, allí adonde se había atrincherado el kirchnerismo, sería el terreno adonde se libraría la madre de todas las batallas. El momento ha llegado.
El distrito bonaerense se transformó en un ring adonde la política dirimirá este año una puja de modelos económicos y, por ende, sociales. Hacia octubre sabremos si en la Argentina finalmente se impone la lógica libertaria, allí adonde el mercado gana espacios y define políticas, o si pervive la línea del elevado gasto público para financiar servicios desde el Estado.
La fecha queda aún lejos en el calendario pero los protagonistas ya se aprestan para el combate. Se visten, velan las armas. El gobernador de la provincia, Axel Kicillof, dio el paso al frente y lanzó su Movimiento Derecho al Futuro (MDF), carro de combate con el cual busca embestir a las fuerzas libertarias. Pocas horas más tarde, Cristina Fernández de Kirchner anunció en una entrevista televisiva que ella también será parte de la contienda.
Si hay lugar para los dos en el mismo carro ya es otra cuestión. Lo cierto es que Kicillof y CFK, dicen en el entorno, no intercambian llamados desde el año pasado. La relación está tirante. Pero este no es un espacio para el análisis político sino para la mirada económica, lo cual nos lleva de manera inevitable a cotejar modelos y ver números.
Hoy en día la provincia de Buenos Aires, el distrito más importante del país por población, generación de recursos y peso específico electoral –sólo el partido de La Matanza tiene casi 2 millones de habitantes-, es algo así como una trinchera adonde ha venido a refugiarse un esquema de política económica ubicado en las antípodas de lo que expresa La Libertad Avanza.
El advenimiento del anarcocapitalismo a la Casa Rosada es el emergente de un profundo descontento social para con el menguante esquema de Estado de bienestar, manchado por actos de corrupción y medidas discrecionales.
Mientras buena parte de las provincias se han plegado al ajuste de la Nación, con motosierra y licuadora, Kicillof nada contra la corriente. El bonaerense es, a todas luces, el gran terreno en disputa. Los libertarios sueñan con plantar allí su bandera violeta y los números hablan al respecto.
La última encuesta de la consultora Isasi-Burdman revela que la imagen positiva de Javier Milei en mayo alcanzaba el 52%, contra un 39% de enfoque negativo. Sin embargo, en la provincia la consideración negativa representa el 47%, contra un 45% positivo.
Al igual que en la Ciudad de Buenos Aires, son los dos distritos donde los libertarios encuentran mayor resistencia, ya que en la Región Centro, Norte, Patagonia y Cuyo alcanzan guarismos cercanos al 60%.
En líneas generales, el 53% de los encuestados hace un buen balance de la gestión de gobierno. El presidente de la Nación es el mascarón de proa del proyecto y es dable pensar que todo lo bueno que se deposite sobre su figura terminará derramando en términos electorales sobre el candidato que represente al ideario liberal en la provincia.
Un año y medio después de haber tomado las riendas del país, las preocupaciones de los ciudadanos han cambiado. Hoy, según la encuesta, los primeros tres lugares están ocupados por la corrupción, la pobreza y la inseguridad, todos temas de alto impacto también en el ámbito bonaerense. La inflación, otrora tormento de todos los argentinos, queda relegada al cuarto puesto.
Por último, el muestreo frece un dato clave para proyectar lo que puede ocurrir en las próximas elecciones legislativas. A nivel país un 51% de los votantes apoyarían a los candidatos de Milei, mientras que el 37% votaría en contra de ellos. Un 12% se mantiene indeciso. Pero en la provincia nadie tiene garantizada la victoria. Aquí un 37% respalda a La Libertad Avanza, y un 36% al peronismo o kirchnerismo.
ESTILO KICILLOF
La gestión de Axel Kicillof en la provincia representa una continuidad del programa de política económica que el kirchnerismo desarrolló a lo largo de su historia a escala nacional. Es decir, el intento de tener un Estado presente –aunque en lo concreto muchas veces sea un fracaso-, la inversión en programas sociales, la implementación de subsidios y el poco apego a la disciplina fiscal.
Para tener una idea precisa de cómo se maneja la administración bonaerense en el contexto nacional, vale recalcar que las provincias en su conjunto pasaron de un déficit del 0,3% de PBI en el año 2023, a un superávit fiscal de 0,1% en el ejercicio 2024. Claro está, no todas aportaron en igual medida a la hora del recorte del gasto público.
De hecho, el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf), que encabeza el economista Nadin Argañaraz, elaboró un informe donde se le cuentan las costillas al resultado primario y fiscal de las provincias en los últimos 20 años. El documento arriba a la siguiente conclusión: dentro del consolidado de provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, las jurisdicciones con mayor cantidad de años de superávit primario fueron San Juan (20), Formosa (20) y Salta (17). Por otro lado, las jurisdicciones con mayor cantidad de años de déficit primario fueron Buenos Aires (15), Jujuy (12) y CABA (12).
Por otra parte, del análisis de la ejecución presupuestaria de las 22 jurisdicciones en 2024, se observa que 19 de las 22 presentaron un resultado primario positivo. Las tres provincias que registraron déficit primario fueron Buenos Aires, Catamarca y Chaco. No obstante, en lo que respecta al resultado fiscal, el número de provincias con déficit se eleva a seis (Buenos Aires, Catamarca, Chaco, Tierra del Fuego, Río Negro y Entre Ríos).
Además, en la línea de recortar el gasto público para entonces bajar impuestos, tal como pregona Federico Sturzenegger, ministro de Desregulación y Transformación del Estado, la gestión Kicillof directamente patea en contra. Según el documento del Iaraf, en el promedio nacional el año pasado el tributo que más subió fue el Inmobiliario. Hay una razón: “La recaudación de impuesto inmobiliario registró un aumento real interanual del 11%. Este incremento real del impuesto inmobiliario se debe fundamentalmente al desempeño de la provincia de Buenos Aires, que tuvo un incremento del 37%”.
CONSUMO
El votante argentino ya no tiene a la inflación como una de sus preocupaciones principales en el terreno de la economía, algo que debe serle reconocido al programa económico ejecutado por el Gobierno. Ahora, en cambio, teme la pérdida del empleo. Algo que también debe serle reconocido al programa económico que ejecuta el Gobierno.
Buena parte de la sociedad siente que forma parte de una vapuleada clase media en vías de extinción. En el ámbito de lo aspiracional, de lo que queremos ser, de lo que fuimos y perdimos, también se juega el voto. Un estudio de la consultora de Hugo Haime revela que en mayo el 26,6% de la población se autopercibía como clase media; el 30,2% como perteneciente a una franja media baja; y el 40,7%, de clase baja. El documento subraya que “hay un 71,7% que quiere ser clase media”.
En la perspectiva temporal el análisis desnuda lo que ha sido el derrumbe social de la Argentina. En 2002 un 2,4% de la población se consideraba de clase alta, contra el 0,7% de la actualidad; el 35,2% decía ser clase media, contrastando con el 26,6% actual; el 38,7% se consideraba de clase media baja, versus el 30,2% de 2025; y 23,6% aseguraba ocupar el último escalón, contra 40,7% actual.
La pertenencia de clase viene de la mano de la capacidad de consumo. Un informe de Bain & Company destaca que la mayor parte de los recortes en los argentinos se dan en los sectores de alimentos y ropa. El 48% de los argentinos bajó las compras en cantidad y calidad en el primer rubro, y un 39% lo hizo en el segundo. El documento destaca otras mermas: 32% en restaurantes; 28% en entregas a domicilio; 22% en productos de cuidado personal; 21% en alcohol y 20% en transporte.
Las elecciones son un desafío porque parte del electorado está harto de las viejas prácticas, pero otro tanto no logra hacer pie con las nuevas. Todavía falta mucho pero, mientras se van definiendo las candidaturas, el dólar paralelo ya avisó que está despierto y que la incertidumbre propia de las elecciones no hace más que azuzarlo a partir de la incertidumbre que percibe el mercado. Y, ya se sabe, sube el dólar y suben los precios.
Como si todo esto fuera poco, el Congreso le dio luz verde al aumento para los jubilados y a la prórroga de la moratoria, dos medidas que el Ejecutivo ya avisó, vetará ni bien salgan a la luz. Lo hará aunque tenga que ganarse el repudio popular.
Es verdad que el ajuste profundo de las cuentas públicas nacionales y su réplica parcial en las provincias afectó la calidad de vida de los argentinos pero no disparó las reacciones sociales apocalípticas que muchos pronosticaban. Por ahora, el Gobierno mantiene el respaldo. Habrá que ver si este año consolida su modelo libertario y avanza en su lógica de mercado o si el indómito Kicillof logra demostrar que el Estado de bienestar aún late, cobijado en territorio bonaerense.
¿Qué modelo terminará por ofrecer las respuestas a las necesidades que esgrime la gente? Esta pregunta aún no tiene respuesta.