Tributo a la maestra que cambió el abordaje del fenómeno teatral

Una película sobre la influencia de la austríaca Hedy Crilla se estrena en cines. Sus enseñanzas permitieron que los actores argentinos recuperaran una naturalidad que hasta entonces habían resignado.

El estreno, este jueves, del filme ‘Hedy Crilla, maestra de actores’ es una verdadera sorpresa. Un nombre significativo del teatro argentino, desaparecido hace casi cuarenta años, retoma su potencia gracias a la memoria de una joven amante del cine y el teatro, la directora Luciana Murujosa.

Su película permite revivir un personaje que cambió con su visión totalizadora el abordaje del fenómeno teatral argentino. Cuando la austríaca Hedwig Schlichter llega al país en 1940 con su nombre de casada, Hedy Crilla, ya el método de Konstantin Stanislavski sobre la necesidad de vivencialidad, comprensión y sentimiento de la técnica teatral comenzaba a difundirse a través de su libro ‘Preparación del actor’, recién aparecido en la Argentina.

Las enseñanzas de Crilla, traídas desde su experiencia de teatro en Alemania, sumadas a la metodología del maestro ruso, permitieron que los actores argentinos se alejaran de la artificialidad en el manejo del lenguaje teatral y recuperaran una naturalidad dejada de lado hasta entonces.

La figura -desconocida para el gran público- de Hedy Crilla se configura a través de testimonios de algunos de sus alumnos, convertidos luego en grandes maestros e importantes actores, Y la lista es interminable: desde Agustín Alezzo, Augusto Fernandes, Helena Tritek, Pepe Novoa y Julio Ordano, hasta actrices como Mónica Villa, Luisa Kuliok o Pochi Ducasse, y el escenógrafo Eugenio Zanetti, conducidos en el filme por la investigadora Cora Roca, alumna y amiga de la actriz y maestra.

 

NUEVO TEATRO

El filme de Luciana Murujosa revive el fenómeno del “nuevo teatro” desde fines de los ’50 a través de los que lo protagonizaron. Iconos del teatro independiente como Nuevo Teatro o la Máscara en su segundo período, mostraron al público la búsqueda de un lenguaje espontáneo y propio. Era el “lenguaje natural” deseado para el escenario por Alezzo y Augusto Fernández recién dejada su adolescencia. Con Carlos Gandolfo, alejados de Nuevo Teatro, contactaron con la para ellos desconocida señora de cuarenta años y pronunciación áspera, que en la calle Cerrito actuaba y enseñaba teatro en la Asociación Hebraica, donde luego fundaría su Escuela de Arte Dramático y escribía y dirigía obras también para el teatro infantil que había creado.

Ella fue quien les dijo: “Yo soy del teatro alemán, pero me interesa Stanislavski”. Así, pioneros como Alezzo, Fernández y luego sus amigos Gandolfo y Pepe Novoa se convirtieron en sus alumnos. Después se concretaría en un teatro diferente con la técnica renovada: el estreno en 1958 de ‘Cándida’, de Bernard Shaw, en La Máscara de Paseo Colón y Belgrano, dirigida por Crilla y Gandolfo. El teatro argentino se acercaría más a un lenguaje más espontáneo, de identidad propia.

 

SORPRESAS

De estructura formal sencilla y entretenida, el desarrollo del filme permite acceder a detalles desconocidos de la vida de una actriz de vasta trayectoria en la República de Weimar, antes de su llegada en 1940 a la Argentina, un refugio ante la persecución nazi.

La película incluye sorpresas fílmicas. Desde noticieros alemanes que permiten visualizar los locos ’20 en el ámbito artístico de Berlín, hasta fragmentos de actuaciones de Hedy de su pasado alemán en dos filmes. Así se pueden ver pasajes de ‘Chicas de uniforme’ (1931), de Leontine Sagan, primera película hecha en forma de cooperativa en Alemania, que con su alusión al lesbianismo y crítica al militarismo se convierte en un éxito en Europa y es considerada “decadente” por el nazismo.

También se aprecian momentos de ‘Rojo amanecer’ (1933), de Gustav Ucicky, película de submarinos que transcurre durante la Primera Guerra Mundial y fue apoyada por Hitler por su ardoroso militarismo

‘Hedy Crilla, maestra de actores’, homenaje a una gran olvidada, devuelve al tablero teatral una figura imprescindible en nuestra cultura y lo hace con emoción y hasta con lágrimas (Alezzo, Cora Roca, Héctor Bidonde) a más de cuarenta años después de su muerte.