En análisis del día

Tres jueces, un fallo unánime y una evocación de Fouché

Según voceros que parecen muy bien informados sobre lo que ocurre en el cuarto piso del Palacio de Tribunales, la Corte Suprema está muy trabajada por fuertes tensiones entre los tres miembros que por el momento le quedan.
En todo caso, el cuerpo no tuvo impedimento alguno para adoptar -por unanimidad y con velocidad notablemente superior a su acostumbrado promedio- una decisión que incide significativamente sobre el paisaje electoral del año en curso (con comicios de gran relieve programados para dentro de tres meses en la provincia de Buenos Aires y dentro de cuatro, en todo el país) y producir un fallo que ha sido calificado como “histórico”, pues determina la prisión por seis años y la inhabilitación perpetua para cubrir cargos públicos de alguien que ha ocupado tanto la presidencia como la vicepresidencia de la República: una mujer, Cristina Fernández de Kirchner.
“En un momento histórico de gran transformación, en el que se ha vuelto confuso dónde radican los centros de autoridad, la Corte demostró que no ha perdido la capacidad de marcar límites”, escribió ayer Carlos Pagni en ssu columna de mitad de semana en La Nación.

UN TRIBUNAL URGIDO
En verdad, el alto tribunal venía siendo políticamente urgido a firmar la resolución que gatillaba la doble condena que ya pesaba sobre la señora de Kirchner antes de que ella pudiera legalizar su anunciada candidatura a legisladora provincial bonaerense por la Tercera Sección Electoral, un cargo que nadie dudaba que alcanzaría fácilmente.
“Resolver después de que ella cumpla ese trámite sería como dictar una condena después de permitir que el delincuente se profugue”, advertían a los tres jueces supremos desde los medios más afanosos en que en este caso se alcanzara un fallo (el esperado) rápido e impostergable. Es decir, unánime.
Irónicamente, al denunciar y dar por descontada la inminencia y el signo de la resolución de la Corte, las fuerzas cercanas a la expresidenta contribuyeron a alimentar el clima mediático de vísperas que aceleraba la decisión. Por cierto, las tormentas se producen cuando están dadas las condiciones, no cuando un previsor abre un paraguas.

LAS PREGUNTAS DEL PERONISMO
Ya antes de la esperada reunión de la Corte del último martes, en el seno del peronismo empezaban a activarse sus atávicos reflejos defensivos.
Un paisaje que a principios del mes de junio encontraba grandes dificultades para conectar puentes entre fracciones diversas y en el que la autoridad de la señora de Kirchner como titular del Partido Justicialista parecía irremisiblemente cuestionada, comenzó a modificar esa tendencia, preparándose para asimilar y resistir un golpe que, aunque en primera instancia afectaría a la expresidenta, se sospechaba enderezado a golpear al peronismo en su conjunto.
Paralelamente, empezaban a aparecer interrogantes más de fondo: dado que lo que venía -la inhabilitación de Cristina Kirchner- parecía en primera instancia un hecho ineluctable, había que dedicarse a pensar una reestructuración del peronismo, donde el papel de ella (y, consecuentemente, de sus sectores más afines) quedaría naturalmente reproporcionado a la baja y reubicado en una arquitectura con más voces, más socios activos y predispuestos a articular intereses, territorios y sectores diferentes para protagonizar una etapa nueva con “canciones nuevas”.
¿Podría el peronismo producir un nuevo cambio de piel como los que le permitieron en el pasado recuperarse de la caída de 1955, de las proscripciones posteriores, de golpes de estado y derrotas electorales como las de 1983, 1999 y 2015? ¿O la seguidilla de retrocesos que proyectaron al gobierno a Javier Milei y ahora dejaban fuera de juego a CFK implican que el movimiento nacido en 1945 está condenado a dispersarse, diluirse y morir al llegar a octogenario?
Por el momento estas cuestiones parecen eclipsadas por el puro presente y por preguntas más elementales: ¿admitirán que la señora de Kirchner tenga prisión domiciliaria o la enviarán a un penal remoto, como desean sus enemigos más rencorosos y resentidos?¿La obligarán a utilizar la tobillera digital? ¿Le permitirán visitas y comunicaciones? O por cuestiones tácticas inmediatas: ¿quién la reemplazará como candidata en la Tercera sección bonaerense? ¿Se perfeccionará el acuerdo que empezó a tejerse entre ella y Axel Kicillof y que ahora se vuelve indispensable para ambos?

OTRO JUEZ Y LA VEREDA DE ENFRENTE
Desde la otra vereda también se observa con cautela. Que una expresidenta termine condenada nunca es una buena noticia para otros expresidentes o futuros expresidentes con expedientes abiertos o potenciales en la Justicia. Javier Milei, que estuvo oportunamente fuera del país cuando se difundió el fallo, guardó prudente silencio y limitó sus expresiones por redes.
Fue más discreto que algunos de sus sicofantes: José Luis Espert padeció el repudió de la Universidad Católica Argentina y el abucheo del público por su lenguaje soez, agresivo e insultante.
Con la inflación nuevamente en baja y el peronismo ocupado en pelear contra la inhabilitación de Cristina y en encontrarle un reemplazo como candidata en el Gran Buenos Aires, al Presidente no le conviene chocar gratuitamente con un sector con el que comparte y compite por un segmento del electorado.
Por supuesto, tiene también que atender al núcleo central de su electorado (el propio y el que tiene origen en Cambiemos y el PRp), en una parte importante del cual late con fuerza la aversión al peronismo. Posiblemente Espert cumple con agrado la función de guardián de ese rebaño, que celebró en las redes la prisión de la expresidenta o le deseó que muera sentada en el inodoro de una celda.

JOSEPH FOUCHE
Con mirada probablemente realista encubierta en su estilo de cómico cordobés, el senador Luis Juez advirtió a ese público: "Yo le diría a algunos boludos que compraron champagne y están festejando 'guarda muchachos no sean tontos (…) El problema del peronismo es encontrar quién lo va a conducir, pero una vez que lo encuentran…Cristina ha logrado una centralidad monstruosa y entonces a los imbéciles que creen que es un motivo para festejar, les diría: hay que preocuparse".
La admonición de Juez evoca la famosa frase de Joseph Fouché a Napoleón pronunciada tras la ejecución del duque de Enghien en 1804: “Fue peor que un crimen, Sire, fue un error”. Fouché alertaba sobre las consecuencias estratégicas de ese acto; Fouché condenaba una decisión que, aunque legal, se volvía letal para el poder político, pues “el error” minaba la legitimidad de Napoleón y fortalecía a sus adversarios.
La decisión judicial, más que una victoria jurídica, parece avisar Juez, puede transformarse en catalizador, en principio de una figura política viva y tras ello, potencialmente, de una reconfiguración del peronismo. Esa “centralidad monstruosa” que remarca Juez no es un seguro triunfo antiperonista, sino una señal clara de que la exclusión electoral puede fortalecer, paradójicamente, al “hecho maldito”.
Celebrar un fallo que busca anularla puede ser ciego, insinúa este Juez, una lectura simplista que no ve el posible efecto boomerang. Cristina no se desvanece, el peronismo podría imponerse con ella fuera de la lista, reconfigurando el tablero político.
En el peronismo no hay hoy tanto optimismo. Al menos, no uno de corto plazo.