Tres empanadas
Dos días estuvo la empobrecida Argentina debatiendo el precio de la docena de empanadas. Cuando la espuma de la polémica bajó quedó la resaca amarga y triste de lo intrascendente. En el país donde fluye el canal financiero y el sector productivo arrastra sus penas siempre hay algún escándalo a mano para ocultar la realidad.
En el análisis económico el combate a la inflación, el nivel de precios en general, la flotación controlada del dólar y el escaso volumen de las reservas internacionales del Banco Central se llevan todos los titulares. Hay una segunda mirada, más profunda, vinculada a la competitividad y productividad de la Argentina en un ciclo donde se imponen la apertura y el crecimiento sostenido de las importaciones.
En la mesa de los especialistas, bien que no en la de la gente de a pie, uno de los temas que se discute es si el Banco Central debería salir a comprar dólares para sumar reservas en lugar de aguardar a que la cotización de la divisa toque el piso de la banda cambiaria, es decir los $1.000. Hay quienes aseguran que, de facto, el precio actual ya es el piso y que las autoridades no deberían aguardar más. Pero el movimiento comprador, finalmente, no se produce.
Este dólar casi fijo en torno a los $1.180 abre el portón a las importaciones y multiplica el lamento de los empresarios locales que no están en condiciones de presentarle batalla a la competencia. Exigen una reforma laboral y un alivio impositivo para estar en igualdad de condiciones con naciones adonde las fuerzas productivas ganan bajos salarios, no están sindicalizadas y son sencillamente reemplazables.
Dólar barato también es sinónimo de divisas que se van al exterior en modo turismo. De hecho, según el Indec, en abril creció un 24% la cantidad de argentinos que viajaron al exterior, mientras que el ingreso de visitantes foráneos se retrajo en casi 5%. De alguna manera, con este esquema cambiario el Gobierno termina por pegarse un tiro en el pie ya que los dólares se van y no se logra cumplir con el objetivo pautado con el Fondo Monetario Internacional de sumar reservas. Por ahora, lo que entra es sólo en formato préstamo.
La pregunta ahora es si con este precio del dólar la Argentina se ha vuelto un país caro para quienes vivimos en ella. Una investigación del Ieral de la Fundación Mediterránea, dirigida por los economistas Marcelo Capello y Nicolás Cámpoli, refleja la realidad del consumo en el país en tres rubros: Alimentos y Bebidas; Bienes Durables y Servicios.
El documento recalca que en el caso de Alimentos y Bebidas a consumidor final, comparando precios de 10 productos y 10 países, los precios de Argentina son más caros en un 48% de los casos. “Brasil es más barato en todos los bienes comparados, con Chile y México tenemos un 60% de bienes más caros, un 80% versus Polonia y China. En cambio, Estados Unidos, Francia y Corea exhiben entre 80 y 100% de los precios más caros que Argentina”.
¿Qué ocurre con los Bienes Durables? Los precios en Argentina son más caros en un 91% de los casos. “Todos los bienes relevados (autos, motos, bicicletas, electrónicos del hogar, indumentaria y calzado), son generalmente más costosos que en el resto de los países relevados. La causa es la alta protección comercial y/o elevados impuestos internos existentes en Argentina”, señala el informe.
“La protección comercial viene dada por la presencia de altos derechos de importación (DIM) y/o restricciones cuantitativas al ingreso de bienes a Argentina. Entre los impuestos internos, se destaca el peso del IVA nacional, Ingresos Brutos de provincias, Ingresos Brutos de municipios y los propios impuestos internos que gravan selectivamente a algunos bienes, así como el efecto de un híbrido como es el impuesto a los débitos y créditos bancarios”, añade.
Por último, en servicios personales o familiares (y bienes relacionados con servicios de ese tenor) Argentina resulta más cara en un 36% de los casos comparados. “Los precios son superiores a los de Brasil en un 80% de los casos, 50% versus México y 40% con Chile. En países desarrollados los servicios son más caros que en Argentina. Nuestro país está relativamente caro en una comida o plan de telefonía móvil, y barato en las expensas/servicios en departamentos, cuota del gimnasio y preescolar, y en el boleto urbano de pasajeros”.
MIL MIRADAS
Resulta arduo extraer conclusiones sobre la situación actual. El escenario es diverso, variopinto. Algunos segmentos como el financiero están de parabienes, mientras que el sector productivo clama por la merma del consumo, la carga impositiva y el incremento de las exportaciones. Hay de todo en las viñas del Señor.
En la Unión Industrial Argentina miran de reojo el plan de apertura del equipo económico y denuncian que las importaciones crecen más rápido que la producción nacional. De acuerdo al último informe de actualidad del Centro de Estudios de la UIA el nivel de actividad se ubica, en promedio, en el mismo punto que en julio de 2024. En concreto, los números arrojan una recuperación anual pero con un desempeño heterogéneo hacia el interior de los segmentos.
Mientras los industriales están en estado de alerta, llegan datos que sorprenden por su increíble rendimiento. Según un paper de la consultora Abeceb, liderada por Dante Sica, la venta de automóviles cero kilómetro podría alcanzar las 700.000 unidades durante 2025, lo que representaría una suba del 69,2% respecto al año pasado. “Es una performance que no se veía desde 2018”, aseguran.
¿Cuáles son los factores que disparan las ventas? ¿Hay un efecto refugio en un contexto de incertidumbre? En la consultora subrayan que los motivos principales son la eliminación de trabas al comercio y el abaratamiento de los precios de los vehículos importados; el aumento del financiamiento hasta el 48% de las ventas, lo cual facilita la adquisición de vehículos nuevos; y la mejora del poder adquisitivo por el aumento de los salarios en dólares.
“Las medidas (económicas) ya muestran impacto: en los últimos 12 meses (abril 2025 versus abril 2024), los precios de los autos subieron un 14,9%, muy por debajo del IPC general (+47,3%). Aun así, siguen siendo elevados frente a Brasil (+10% en promedio) y otros mercados de la región”, enfatizan.
En el mosaico de voces de la Argentina, donde algunos ganan y otros tantos pierden, asoman también los empresarios de la Construcción, que a diferencia del segmento automotriz, no tiene mucho de qué alegrarse.
De acuerdo al último Estudio de Opinión del Grupo Construya, el 69% de los participantes experimentaron una disminución en su nivel de actividad con respecto al año anterior. “Cabe destacar que la mayoría respondió que la caída de la actividad fue superior a 20% en el último año (más de 4 de cada 7 encuestados que señalaron una baja). Para otro 15% la baja de la actividad se ubicó entre 10% y 20% y para el restante 10% la contracción fue inferior a 10% anual”, afirma el documento.
Con respecto al futuro, se observó una leve mejora de las expectativas para los próximos doce meses. Del total, 47% consideró que su actividad será mayor en un año; 29% que será igual y 24% que será inferior. Entre las causas de la caída de la actividad, los empresarios argumentaron que la primera de ellas es el mayor costo de la construcción (23%), mientras que la segunda es la merma en la demanda del mercado (15%). Tercero se ubicó la incertidumbre cambiaria (13%).
LO QUE NO SE VE
Debajo de la alfombra del análisis macro se barren las sensaciones viscerales de los argentinos que padecen más de lo que disfrutan las políticas que ensaya el equipo económico a partir de un cambio total en la lógica y la manera de administrar la economía argentina.
Sin ir más lejos, algo de polvareda se levantó a partir de la decisión gubernamental de podar parcialmente los subsidios al gas para los usuarios de las denominadas Zonas Frías. La medida afectará a quienes tengan más de un medidor a su nombre e implica una reducción del 50% al 30% en el descuento de la tarifa. La ordenanza alcanza a 137.842 usuarios detectados en esta situación y busca ordenar un régimen que, según el Gobierno, resultaba “deficitario y mal focalizado”.
El paso de la motosierra también ha dejado su cicatriz en las bibliotecas nucleadas en la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip), organismo histórico creado hace 155 años por Domingo Faustino Sarmiento. El Gobierno, a través de un decreto, busca transformar su estructura, eliminar la autonomía y volver a las instituciones dependientes de la Secretaría de Cultura.
La Conabip sostiene actualmente a unas 1.500 bibliotecas populares, con fuerte presencia federal. Sólo en la provincia de Buenos Aires existen 450. Aseguran que uno de los puntos más preocupantes es el manejo del Fondo Especial para Bibliotecas Populares, financiado por un porcentaje de los premios de la Lotería Nacional, que quedaría fuera de su esfera de decisiones.
Nadie sabe qué va a pasar en el mediano plazo. Proyectarlo es casi azaroso. Pero aún el éxito del modelo podría ser interpretado como una victoria a lo Pirro. Ya lo dijo el economista Ricardo Arriazu: “Argentina va a ser un país caro, como lo fue en la época de oro. Eso va a provocar quiebras y creación. Pero la destrucción es siempre más rápida que la creación y eso puede generar bolsones de pobreza y de descontento”.