Tragicómica, como la Argentina misma
‘Esperando la carroza’, el icónico filme de Alejandro Doria, cumple cuarenta años y los celebra con un regreso a los cines en versión remasterizada. Dos de sus protagonistas, Mónica Villa y Betiana Blum, evocan los días de rodaje.
uponiendo que algún extranjero tuviera que conocer cómo es una familia argentina, con ver ‘Esperando la carroza’ seguramente tendría una idea bastante acertada. En tiempos en los que se pone en tela de juicio para qué se necesita financiar la industria audiovisual, la respuesta también podría encontrarse en el filme de Alejandro Doria: no hay otro instrumento más adecuado para contarnos y dejar testimonio de la idiosincrasia argentina que nuestro cine.
Por iniciativa del Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, a través de la Buenos Aires Film Commission, en colaboración con el Complejo Teatral de Buenos Aires y los centros culturales San Martín y 25 de Mayo, el filme basado en una obra de teatro de Jacobo Langsner volverá hoy a los cines para celebrar el 40° aniversario de su estreno y, de paso, homenajear al recordado Antonio Gasalla, recientemente fallecido, quien dio vida a la inolvidable Mamá Cora.
ACONTECIMIENTO
“¿Dónde está mi amiga?” “Tres empanadas”. “Yo hago ravioles, ella hace ravioles”. “Qué criatura estúpida”. Estos son algunos de los pasajes célebres que dejó el filme en el imaginario colectivo. Pero hay una generación para la cual esas frases son sólo memes que vieron en la redes. Por eso, este regreso de ‘Esperando la carroza’ a los cines es todo un acontecimiento.
Betiana Blum, en particular, no ve la hora de poder ir con su adorado nieto Renzo a alguna de las funciones que habrá disponibles. Lo mismo Mónica Villa con su hijo.
Ambas se dieron cita este lunes en la sede de Directores Argentinos Cinematográficos (DAC) para una proyección privada del largometraje que se estrenó el 6 de junio de 1985 -aunque los fans crean que fue el 6 de mayo- y en ese marco charlaron con La Prensa.
Casualmente, la nota transcurre frente a un impresionante mural de Andy Riva conformado por escenas icónicas de más de cien películas argentinas en que el que las cuñadas Susana (Villa) y Nora (Blum) quedaron inmortalizadas en la parte central, junto a Elvira (China Zorrilla) y los hermanos Musicardi: Sergio (Juan Manuel Tenuta), Antonio (Luis Brandoni) y Jorge (Julio de Grazia).
NUEVAS GENERACIONES
-¿Qué sensaciones les despierta este homenaje?
(M. Villa) -Me siento elegida por la varita mágica, lo considero una bendición porque muchas veces hacés excelentes trabajos y las películas no se ven o se ven muy poco, o se ven un tiempo y después pasan al olvido. Esto es una bendición porque pasaron cuarenta años de esta película y son generaciones de argentinos que la siguen viendo. La ha visto no sólo gente que vive acá sino de todas partes del mundo.
(B. Blum) -Seguramente los jóvenes de 15 o 16 años ya la deben haber visto por televisión, pero no en cine, y tal vez tienen otra visión de la película.
-¿Qué recuerdo les quedó de Gasalla?
(MV) -Lo recuerdo bien porque fue una generosidad muy grande de su parte el querer darme una mano, porque otro podría haber dicho que me las arreglara sola, pero él fue muy generoso conmigo.
-Usted, Mónica, ha contado que en la mítica escena de los flancitos Gasalla la ayudó mucho en el set...
(MV) -Sí, cuando llegó ese día al estudio me dijo de pasar la escena y casi que me le tiré encima y le dije que sí. Yo tenía mucho miedo porque encarnaba a la nuera de esa vieja y él, en realidad, era un hombre vestido de mujer. Teníamos que hacer de cuenta que vivíamos juntas en un lugar muy chiquito, entonces había ahí toda una historia en los cuerpos. Me dijo que improvisáramos primero, que le tocara los brazos y la cara, pero yo tenía miedo de sacarle el maquillaje. El decía que no pasaba nada, que era látex, que me quedara tranquila. Entonces me dijo que lo agarrara fuerte, de la cara también, y trabajamos así para acostumbrarnos a esa convivencia en una casa muy chiquita. Siempre los sets de filmación son muy ruidosos porque están todos los técnicos, y no pedimos silencio, trabajamos en el ruido, y de pronto nos dimos cuenta de que todo el equipo estaba en puntas de pie. Habían dejado de trabajar, ellos mismos nos vieron interactuando y fueron haciendo silencio sin que nadie lo pidiera. Fue un momento mágico, maravilloso.
-¿En su caso, Betiana?
(BB) -Antonio toda su vida fue muy generoso conmigo, creo que había algo en mí que le gustaba, siempre fue muy amoroso. El día que vimos la película juntos estaban Doria, él, mi pareja y yo. Verse a uno mismo es muy difícil. Cuando terminó la proyección, se paró rápidamente, se despidió de Doria y cuando pasó por al lado mío me dijo que yo era lo mejor de toda la película. Eso me dijo Gasalla, y siempre me lo acuerdo. Es raro que los actores sean tan generosos.
VIGENCIA
-¿Por qué creen que cuarenta años después, todavía seguimos hablando de ‘Esperando la carroza’?
(BB) -Creo que la respuesta a eso tiene tres patas. Una es que tiene un libro de un genio como Jacobo Langsner, alguien que yo creo que no está valorado como se debería. Cuando uno repite los textos de la película no tiene consciencia de que los escribió Langsner. La segunda es la visión de un director maravilloso como Doria, que tenía una capacidad y un sentido del humor muy agudo. Y la tercera pata fue el equipo de actores, que tomó la película con responsabilidad, porque no se improvisó nada, todo se hizo con el texto perfecto. Y hay una cuarta pata que es el público. El público fue el que hizo el milagro. A mí me conmueve mucho ver el amor que tiene la gente por la película.
Curiosamente, luego de su estreno, ‘Esperando la carroza’ no cosechó buenas críticas de parte de la prensa especializada. “Un periodista años después me pidió perdón. Me dijo que no la supo valorar”, contó Villa, a lo que Blum retrucó: “Sí, por suerte al público no le importó y llenaron los cines igual”.
-¿Piensan que este aniversario es una manera de reivindicar el cine argentino tan cuestionado en estos tiempos?
(MV) -Sí, espero que con este festejo de la vigencia de una película argentina se enteren las autoridades nacionales y repiensen la política cultural, sobre todo con el cine, porque todos los países civilizados tienen un instituto de cinematografía con créditos para poder rodar, con créditos que se devuelven. Es bueno que haya transparencia, claro; que las cosas sean como corresponde, pero que sean.
(BB) -También pasaba que había gente que no tenía la menor experiencia queriendo hacer una película.
(MV) -Sí, hubo falta de control pero que no paguen justos por pecadores. ‘Esperando la carroza’ se hizo con un préstamos del Instituto Nacional de Cine, que se devolvió.
(BB) (risas) -Vale esa aclaración.