Tomando la salud en nuestras manos

El concepto no solo no es extraño, sino que todos de alguna manera lo conocemos perfectamente bien y forma parte de nuestra cultura popular, casi ancestral: si uno quiere que algo que hace a la propia vida funcione bien debe hacerse cargo, u ocuparse personalmente. Sin embargo, muchas veces fallamos en hacernos cargo de nuestra existencia en sus múltiples aspectos y así padecemos las consecuencias de aquello de lo que ya no está ni parcialmente en nuestro control.
En una declaración reciente, el director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, bien conocido por sus hazañas en su país de origen (sino sugiero buscar la información), y especialmente en el desarrollo de la pandemia, dictamina en estos días que: "Nuestros sistemas alimentarios están dañando la salud de las personas y del planeta. Los sistemas alimentarios contribuyen a más del 30% de las emisiones de gases de efecto invernadero y representan casi un tercio de la carga mundial de enfermedades". "Por lo tanto, es esencial transformar los sistemas alimentarios, cambiando hacia dietas más saludables, diversificadas y basadas más en plantas".
Es interesante cómo la estadística fantástica sigue funcionando y así no sabemos de dónde sale el dato de que el 30% del conjunto de las enfermedades de la humanidad proviene de la alimentación evidentemente errónea, junto con el nuevo presunto monstruo apocalíptico: el efecto invernadero, que básicamente provocarían los animales con sus emisiones de gases. Es notable que al igual que el otro “líder mundial respecto a la salud”, Bill Gates, no tiene ninguna formación en nada relacionado con el campo de la salud, pero sorprendentemente dicen saber perfectamente por ejemplo que es mucho mejor el consumo de insectos a la carne vacuna, y que aun sin haber hecho estudios de campo, ya que los mismos serían algo Menguelianos, ya saben, al igual que supieron con las vacunas, que serían eficaces y especialmente inocuas. En realidad, el trabajo de campo se hizo con la aplicación mandataria de las vacunas y con respecto a los alimentos parece seguirse el mismo camino. Veremos dentro de algunos años cuáles son los efectos que tenemos con los alimentos nuevos que nos proponen. De todas maneras, ya hay bastantes resultados conocidos por ejemplo con la agricultura transgénica y su efecto sobre la salud. Un médico real y no auto percibido como tal decía “Que tu medicina sea tu alimento, y el alimento tu medicina”. Esa idea de Hipócrates, llevaba la idea de que el alimento podía ser medicina o veneno inclusive, y ese saber estaba instalado en la cultura, es decir, no en unos auto percibidos elegidos. En otra nota hemos hablado de estos atentados sobre nuestra salud.
Al mismo tiempo, es interesante ver cómo se instalan modas terapéuticas respecto al uso de fármacos o parámetros a conservar en cierto rango, y eso se trasladó con un sesgo informativo en los medios, y así hay niveles bajos o altos de algo, y ello implica un peligro a veces mortal. La idea de ese valor descontextualizado del resto, llamándose el contexto clínica médica, lleva a una mirada lineal que, si hay algo bajo o alto hay un procedimiento, remedio, vacuna, hormona etc. que lo vendrá a suplir.
Por el otro lado de la ignorancia, surgen infinitas teorías seudo científicas que, en general apoyándose en la evidente fragilidad de la campaña de propaganda anterior, proponen también medidas que son, al menos, de resultado desconocido y riesgoso. Estos últimos se difunden por videos, podcasts, y mientras los primeros suman papers incomprensibles y de dudosa certeza científica, los segundos apelan a la emoción, a la desconfianza respecto al primero y de alguna manera el alarde es no ser médicos. La teoría de los opuestos en conflicto bidimensional lineal favorece el caos y es el terreno del fanatismo y no del saber.
Paradójicamente, estamos en una época en la que la cantidad de conocimientos de los que disponemos es mayor que nunca y quizás ese sea parte del problema. Antiguamente, el médico tenía una formación que no era la limitada a encontrar una patología a la cual le adjudicara un fármaco que le decían que era excelente los agentes de los laboratorios, o en congresos o los médicos de referencia, sino que hacía un análisis completo de las personas y su medio, sus antecedentes, condiciones de vida etc.
Hemos sido dirigidos y quizás más grave lo hemos aceptado, que el saber en un área de la salud no venga de alguien especialmente capacitado para tal tarea, sino que personajes de desconocida experticia dictaminen, ya no sugieran, los parámetros de la salud. Pero hay algo más preocupante: el concepto de salud, de bienestar ya no es algo propio y que amerita el propio cuidado, el hacerse cargo uno mismo, sino que por defecto está delegado, entregado a un tótem personal, llamado experto, o expertos ahondando en la impersonalidad, la entrega de poder. 
Hace unos años en un trabajo sobre la salud de la justicia decía que la justicia era algo demasiado importante como para dejarla (solo) en manos de abogados, y hacia el paralelo con que la salud, el bienestar, es algo tan trascendente como para dejarlo (solo) en manos de médicos. La clave es adoptar una postura activa, no combativa en lo absurdo de cuestionar a un especialista si es el medicamento A o que se vio un video sobre el tema B, pero si entender y ocuparse de la salud, ya que en realidad es lo primordial a nuestra existencia, sin ella no hay nada demasiado posible.
Si bien la medicina ha entrado en una faz de venta de productos y servicios, al mismo tiempo ofrece posibilidades únicas, está en nosotros informarnos, ser capaces de establecer un espíritu crítico y obtener informaciones fundadas en fuentes de confianza, es decir no es todo malo, ni todo bueno. Diversos cambios reales y otros programados para generar ganancias, intervendrán cada vez más en el mercado de la salud y el bienestar y está en nosotros dejar la pasividad, la supuesta comodidad que implica que “elegidos expertos”, decidan por nosotros, por nuestra salud.
Por último, es el momento de pensar en la medicina no como el tratamiento de las enfermedades sino en la conservación de la salud y en ese terreno hay una cantidad de cosas de estricto sentido común que no hacerlas debería ser seriamente replanteado como un problema a resolver. Las pautas alimentarias, de descanso, de ejercicio, de no consumo de tóxicos, etc, están profusa y profundamente demostrado el efecto en las más simples y las graves de las patologías. Es decir, es el momento de la medicina preventiva y el de educarse en salud y así por ejemplo entender que la prevención comienza con el día 1 de la vida.
Es factible que el 2024 venga acompañado con algunas campañas de estos inefables personajes, pero ya pudimos ver el ensayo anterior de control de nuestras vidas, ahora es el momento de estar preparados y educarse en salud, para la salud.