Todo lo que ya cambió antes del escrutinio

Antes aún de que se conozca el escrutinio del domingo, el proceso electoral en marcha ya ofrece algunos resultados notables. Por ejemplo: se ha disuelto la polarización que marcó la última época, se han eclipsado sus liderazgos (la influencia de Mauricio Macri y Cristina Kirchner sobre sus respectivas coaliciones ha decaído significativamente, una tendencia que no tiene miras de revertirse).

Milei: causa y consecuencia
La impetuosa irrupción de los libertarios de Javier Milei ha sido, en buena medida, consecuencia del hartazgo social ante un empate conflictivo que parecía condenar al país al estancamiento y la decadencia; pero también ha sido el motor de un debate, aún en curso, que impulsa la revisión o actualización de prácticas, rutinas y conceptos naturalizadas pese a su anacronismo. Por cierto esta adecuación no puede hacerse a los hachazos, pero el comicio permite una atención masiva a la controversia y abre una ventana de oportunidad a la forja de nuevos consensos
. Si se atiende a los principales candidatos de esta competencia, queda claro, por caso, que los cuatro hasta aquí más votados coinciden en el papel fundamental del sector agroalimentario para el crecimiento del país y en la necesidad de reducir sensiblemente (o eliminar) las retenciones a las exportaciones. También se observan coincidencias sobre la necesidad de evitar el déficit fiscal, lo que impulsa una discusión indispensable sobre, por ejemplo, el subsidio de los servicios públicos. La astuta iniciativa de Sergio Massa de habilitar la renuncia personal a esa ayuda y la paralela difusión por la Secretaría de Transporte de cuál sería el precio (casi veinte veces más alto) de los pasajes sin la ayuda estatal, tiende a contener preventivamente la propuesta lisa y llana de excluir esa contribución del Estado, pero fuerza a todas las partes a refinar la argumentación más allá del subsidio no/subsidio sí: se trata de definir cómo instrumentarlo y definir a los beneficiarios. Juan Schiaretti subrayó que, en rigor, los subsidios actuales privilegian a la “República del AMBA”, es decir a la ciudad de Buenos Aires y a los municipios del conurbano y los pagan todas las provincias. Planteado el tema como una cuestión a resolver, ahora se trata de debatir en detalle para alcanzar un consenso viable y efectivo: que simultáneamente sostenga equitativamente a quienes lo necesitan, permita servicios eficaces y contenga la erogación pública. Incrementar las exportaciones y minimizar el déficit público son dos materias esenciales para atacar la inflación, que es la principal preocupación de los ciudadanos: se necesita un signo monetario confiable y estable, con el que se pueda comprar y vender, ahorrar e invertir.

Entre la derecha y el centro
La primacía de Milei en las PASO y la emergencia y creciente protagonismo de estos temas han hecho opinar a los analistas que el país se estaba inclinando a la derecha. Sin embargo, para componer un cuadro completo hay que incorporar otros elementos. Ya en mayo señalábamos aquí que “el paisaje de una elección de tercios, sea quien sea el presidente electo, se reflejará en un Congreso en el que el Ejecutivo no contará, en principio, con una representación dominante”. El corolario de esa situación es que las negociaciones, acuerdos y consensos se vuelven indispensables para producir leyes y para la futura gobernabilidad, circunstancia que contribuye a neutralizar un derrape hacia posiciones extremas
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Otro factor de equilibrio es la cuestión federal. Los cambios que en ese aspecto ya están a la vista indican que ninguno de los presidenciables que compiten contará esta vez con la abrumadora mayoría de gobernadores de la fuerza propia de que dispuso el kirchnerismo. Situación que se magnifica en el caso de los libertarios: si Milei llegara, ahora o en noviembre, a la Casa Rosada, no tendrá ningún gobernador “propio” (como le ocurrió a Hipólito Yrigoyen en 1916, inconveniente que él resolvió a través de una veintena de intervenciones federales, recurso de uso muy improbable en la actualidad). Cualquiera sea el presidente que asuma en diciembre -y muy especialmente Milei- tendrá que sentarse a negociar con muchos gobernadores ajenos. Quizás hasta tenga que hacerlo no de a uno por vez, sino con un cuerpo colectivo de mandatarios provinciales unidos por el denominador común de los intereses de sus distritos por encima de sus identidades partidarias. Ya existe una prueba piloto de ese formato con la liga de gobernadores del Norte Grande. Aparece otro espacio potencial de negociación y búsqueda de consensos. Y, por lo tanto, otro contrapeso para las tentaciones maximalistas.
Lo más interesante es que cada una de las principales fuerzas está ya mismo internalizando la necesidad de diálogo y buscando ocupar, de alguna manera, un espacio de centro. Patricia Bullrich, así haya demorado en exceso el paso, convocó a Horacio Rodríguez Larreta y le ofreció la eventual Jefatura de Gabinete (para el caso de que ella se imponga), en un intento de asimilar el mensaje de moderación y búsqueda de consensos que el jefe porteño encarnó durante la puja interna. Milei ha ofrecido a Guillermo Francos el Ministerio de Interior en caso de ser presidente y Francos no deja de tomar contacto con adversarios. No los tienta a formar parte de los equipos presentes o futuros de Milei, sino que abre previsoramente las puertas a futuras potenciales colaboraciones con un eventual gobierno libertario, sea en el Congreso o en los intercambios entre poder nacional y poderes provinciales. Uno de sus primeros interlocutores fue el gobernador electo de Córdoba, Martín Llaryora.
Habrá que ver cómo juzgan Francos y otras personas técnicamente destacadas que han aceptado trabajar junto a Milei la propuesta de quien éste ha condecorado como “prócer del liberalismo”, Alberto Benegas Lynch, en el acto de cierre de campaña de los libertarios, el miércoles en Villa Crespo: suspender las relaciones con El Vaticano “mientras allí reine un espíritu totalitario”. Victoria Villarruel, la candidata a vicepresidenta, puso distancia de esa posición el mismo día, después del acto. Milei esperó hasta el día siguiente para hacerlo. Las fuerzas de la sensatez no están ausentes en La Libertad Avanza, pero llegan con retraso, comparadas con la prisa de los temerarios.
Sergio Massa, por su parte, ya adelantó que tiene la intención de estructurar un gobierno (“mi gobierno”, subraya) buscando la unión nacional, con la participación de radicales, cuadros del PRO y hasta libertarios. Massa deja entrever que si alcanza la victoria y es presidente contará con una colaboración relevante de Roberto Lavagna pero no quiso abundar en detalles de la función que le reserva ni tampoco dar nombres de otros convocados porque -dijo, diferenciándose de sus competidores que lo han hecho- “no soy de los que ofrecen liebre antes de cazarla”. Si consigue capturar la liebre el domingo y logra una buena performance que lo ponga en el balotaje, Massa empezará a detallar sus ideas sobre el gobierno de unión nacional. En ese momento el inicia su etapa decisiva y confirma la centralidad de su figura.

¿Acaso han abolido los milagros?
A horas de la primera vuelta electoral, la mayoría de las encuestas asigna a Milei la segura participación en el balotaje y coinciden en que la competencia central es la lucha por el segundo puesto, es decir por la condición de desafiante del libertario. Sin embargo, convendría no dar nada por absolutamente seguro. La primera vuelta ya mostró que podía ocurrir algo inesperado. En aquel caso, el ascenso de Milei
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Valdría la pena preguntarse si la hora de lo inesperado ya pasó. ¿Han sido acaso abolidos los milagros? Como dijo el arzobispo porteño, monseñor Jorge García Cuerva, “no hay que dejar el Evangelio en la puerta del comicio”.