¿Tiene Milei la llave del cepo?

En medio de tanto ajuste, de la asfixia por tener que apretarse el cinturón ante una oleada de precios que no dejan de subir desde el año pasado contra un salario que no levanta, circula de manera soterrada la versión de que la gestión Milei podría quitar el cepo cambiario mucho antes de lo que todos esperaban.

La medida no le cambiará la vida a casi nadie en medio de las llamaradas inflacionarias pero significaría un paso más hacia la normalización de la economía. Algunos analistas de mercado, bien que identificados con La Libertad Avanza y francamente antikirchneristas, vislumbran un segundo semestre con abundancia de divisas. Surge apresurado afirmarlo.

Lo cierto es que hoy por hoy nadie atina a responder la pregunta de porqué en medio de lo que puede ser el peor trimestre, dado el sinceramiento de los precios, el dólar en lugar de subir, baja. La teoría más fuerte es que los ahorristas están vendiendo sus billetes verdes para poder llegar a fin de mes. ¿Pero puede este grupo mover el amperímetro de las cotizaciones?

En un escenario adonde no abundan las certezas, lo único seguro que garantiza el Gobierno es el ajuste fiscal. Las sorpresas, en cambio, podrían venir por el lado de la política monetaria. El Banco Central es ahora una aspiradora que compra dólares y refuerza sus reservas, aunque los expertos aseguran que todavía se está muy lejos de los aproximadamente u$s 30.000 que harían falta para ensayar el salto de la dolarización.

Los adalides del cambio de signo monetario desdeñan este obstáculo. De hecho, en la semana anduvo por Buenos Aires el economista Francisco Zalles, pieza clave en la dolarización de Ecuador. En un reportaje a Infobae declaró: “Si el presidente Javier Milei quiere ir a la dolarización hoy mismo, podría hacerlo al tipo de cambio oficial sin ningún problema”. Dice que vino, además, para presentar su plan en la Casa Rosada.

Pero antes de avanzar sobre ese eje surge como prioritario en la agenda usar la llave maestra para abrir el cepo cambiario. Aquí las preguntas apuntan a si la apertura será fijando un nuevo tipo de cambio –hay fuertes rumores de una nueva devaluación en marzo-, si debe o no dejarse flotar el dólar, si hay que atarlo de alguna manera o si todo este debate es en vano porque se apurará un cambio de esquema monetario, llámese dolarización o canasta de monedas.

A LOS GOLPES

Si bien esta es una columna que tiende a analizar lo ocurrido durante la semana en el terreno económico, no puede dejarse de lado el componente político que le da sustento a esta trama. Allí, una vez más, Javier Milei demuestra su ingenuidad, su falta de tacto y muñeca para manejar algunas situaciones adversas. Se le sale la cadena de manera imprevista, reacciona enfurruñado como un niño caprichoso.

Hace siete días sacudió las redes peleándose de manera innecesaria con la cantante Lali Espósito –a quien rebautizó Lali Depósito- y ahora hizo blanco sobre la figura del exministro de Economía y Defensa, Ricardo López Murphy. Del Bulldog podrán cuestionarse algunos de sus lineamientos políticos y económicos pero lejos está de discutirse su perfil liberal. Por algún motivo que casi todos desconocen el jefe de Estado lo acusó de traidor.

Este andar a los tumbos por el sendero político podría ser un rasgo característico de la personalidad del presidente, del cual hay gran cantidad de pruebas en los archivos televisivos, o bien una estrategia de distracción, fulbito para la tribuna. ¿Qué gana Milei discutiendo con Lali? ¿Qué gana Milei denostando a López Murphy? Quizás sea esto parte de su esencia, del Conan que lleva adentro, o una demostración de sus artes para armar cortinas de humo mientras el país transita el ajuste más severo de su historia.

En el terreno de los datos duros casi nada acompaña a la gestión libertaria, aunque esta semana se colgaron una cucarda en el pecho: la economía argentina volvió a tener superávit gemelos –fiscal y comercial-, un logro que no se alcanzaba desde las épocas de Néstor Kirchner. El objetivo se logró a fuerza de motosierra y estrangulamiento del pago de las importaciones, pero luce como una victoria de la prolijidad del Gobierno en los números. Vino a ordenarlo todo y eso está haciendo.

En cambio, las cifras de pobreza publicadas por la Universidad Católica Argentina –sería del 60% en marzo- y la advertencia sobre la posibilidad de un estallido social volvieron a encender la mecha corta del presidente, que acusó a la casa de altos estudios de truchar los números como en las viejas épocas del Indec de Guillermo Moreno.

El ajuste obliga a pagar los platos rotos. Los saben los industriales pymes –nota de tapa del suplemento de Economía-, quienes vislumbran un retorno a la década del ’90 a partir de la amenaza de la apertura de las importaciones y un incremento de costos que les poda competitividad a hachazos. También alertan sobre el impacto en el empleo, aunque aún no se registran despidos masivos.

La apertura, que llegará más temprano que tarde, requerirá también un retoque en el flanco impositivo. La misión sino será imposible. El economista Juan Carlos De Pablo, en su libro Argentina 2024-2027. El desafío económico del próximo gobierno, dio el siguiente ejemplo aleccionador: “Un fabricante de sacacorchos se beneficia con una distorsión –el arancel que tienen que pagar los sacacorchos importados- y se perjudica con otra –el impuesto que el municipio le cobra por la energía eléctrica utilizada en su fabricación-. Si un gobierno librecambista elimina el derecho de importación, pero no el impuesto municipal, de pronto el productor local no puede competir con el producto importado y se funde”.

La inflación mayorista desaceleró en enero del 54% al 18%, según el Indec. El dato, que suele ser visto como un anticipo del Indice de Precios al Consumidor, augura una merma en el envión del proceso inflacionario para los meses por venir. Hay algunos optimistas libertarios que se atreven a pensar en consolidar un dígito de inflación en el segundo semestre. Todo esto es hijo del apretón. Lo demuestra la caída del 1,7% en el consumo, según números de la Cámara de Comercio, entre otras cosas.

DOCTRINA

Quedarse con las cifras de la macroeconomía, con los indicadores y el rumbo que toma la política monetaria sería ver apenas una parte del fenómeno libertario. La gestión Milei ha llegado no sólo para ordenar la economía, sino y sobre todo para ordenarla bajo otros parámetros. El eje es el acuerdo entre partes, la armonía entre oferta y demanda, el pulso del mercado.

Se trata de una cuestión doctrinaria que los libertarios han aprendido en el Evangelio de la Escuela Austríaca, los liberales extremos, y que la mayoría de los argentinos desconoce, aun aquellos que votaron a Milei. No se debate el rol del Estado pues, para ellos, el Estado no debe cumplir rol alguno en la economía. De allí que en su cuenta de Instagram el presidente posteara la siguiente leyenda: "Cómo quieres que el Estado solucione tus problemas, si el problema es el Estado".

Muchos de los ciudadanos que llevaron a Milei al poder están haciendo ahora y en la práctica un curso acelerado de economía al modo austríaco. Acostumbrados a décadas en las cuales el Estado ejercía cierto arbitraje al momento de fijar pisos para la discusión salarial o techos para la suba de los precios, se encuentran flotando al garete en la libertad de mercado. Como si en el acuerdo –o desacuerdo- entre partes las dos facciones fueran del mismo calibre o tuvieran el mismo poder de fuego.

En su último libro, El fin de la inflación (Planeta, mayo 2023), Javier Milei deja en claro sus ideas: “El Estado está mal. No se puede avalar su existencia. Se puede eliminar de modo instantáneo: NO. Pero ello no quita que trabajemos para llevarlo a la mínima expresión, ya que cuanto menor sea el tamaño del Estado, habrá mayor libertad, y la lucha por la libertad no es negociable”.

Música para los oídos del Fondo Monetario Internacional, que se pellizca cuando ve a Milei pasar la motosierra. Le ha nacido un alumno ejemplar allí adonde antes tenía un rebelde sin causa.