MUSICA. La banda británica regresó después de diez años

The Cure: Dejen a los que saben

La tendencia alrededor del mundo asegura que en los recitales hay cierto protocolo que el público debe seguir, una etiqueta si se quiere. En ese sentido, se puede tomar a mal que la gente cante por encima de la voz de los músicos, e incluso que salten, aplaudan o lloren. Pues en nuestro país se queman todos los papeles: acá los fanáticos son los que demuestran al artista el cariño con cánticos y pogos, es como una retribución.

Y en la noche del sábado, Robert Smith recibió su regalo, pese a aquellas infames declaraciones tras su debut en el país en 1987. El cantante de The Cure probablemente no se esperaba que a diez años de su segunda visita tuviera tamaño recibimiento de las cincuenta y cinco mil almas que se dieron cita en el Primavera Sound, parada argentina de la gira Songs of a Lost World, con la que están celebrando cuarenta años de carrera.

Ya desde temprano, la gente comenzó a colmar el predio del Parque Sarmiento, locación elegida para el festival importado de España que busca consolidarse como una opción alternativa de alto vuelo. Mientras algunos llevaban remeras prístinas, recién adquiridas en el merch-store del lugar, otros desempolvaron camisetas de los ´80 como una manera de demostrar estatus de fan original.

Lo mismo se dio previo al show, cuando un curioso acontecimiento generacional sucedió. Luego de una excelente presentación de El mató a un policía motorizado, el público había quedado en el mood rock nostálgico. Pero esa sensación cambió drásticamente cuando en el escenario aledaño subió el rapero Dillom, que hizo gala de su trap metal bien al hueso. Mientras su público pogueaba fuerte, los que estaban esperando a The Cure ni se movieron. Más de uno pedía a viva voz que Dillom terminara su set para por fin pasar al plato fuerte, por el que todos habían ido.

ESTAN TODOS

Con la ansiedad a tope, a las 22 en punto, el frontman de pelo revuelto y su formación original casi entera (sólo faltó el tecladista Roger O'Donell) aparecieron en el escenario principal. El uniforme negro de Smith no faltó pero hubo un detalle para quererlo aún más: lució una remera con el sol de la bandera argentina, con labios pintarrajeados de rojo, emulando el clásico maquillaje del cantante. El bajista Simon Gallup también hizo lo propio, vistiendo una camiseta con el logo 'Buenos Aires' bien grande.

El recital comenzó con Alone, uno de los pocos temas nuevos que tocarían durante la noche. Acto seguido, la nostalgia se apoderó del lugar con 'Pictures of you' Pegado vino High' y como un rayo que parte el corazón en mil pedazos, Lovesong y Nothing is forever (adelanto del nuevo disco Songs of a lost world). La tormenta de emociones llegó a su punto álgido con el triplete al hilo conformado por Burn, Fascination street y A night like this.

 SIGUE, SIGUE

Faltaba poco para las 23 pero no había pasado ni la mitad del recital aún. Seguirían Push, In between days, Just like heaven (estas dos en las que el público más pogueó). Dieron un respiro At Night y Play for today, pero la tranquilidad en el sector campo duró poco: llegaría A forest y Shake dog shake. El clima volvió a calmarse con From the edge of the deep green sea y End song.

Los músicos se tomaron una breve pausa y volvieron para el primer encore en el que sonaron It can never be the same (otro adelanto del nuevo disco), Want, Plainsong y la obra maestra, Disintegration,

El público parado dos horas seguidas empezaba a flaquear. Muchos decidían sentarse en el medio de la multitud porque ya las piernas sentían el cansancio -había gente que estaba allí desde las 14- pero aún faltaba lo mejor y saltar más que nunca con el segundo encore conformado por Lullaby, The walk, Friday im in love, Close to me, Why cant i be you -en la que Robert hasta se tiró unos pasos para delirio de los fanáticos- y el final fue con el clásico de clásicos, Boys dont cry.

“This was fucking excellent”, exclamó Smith antes de irse, mientras el público lo vitoreaba al son de "olé, olé, olé, Robert, Robert!!!". Las luces del escenario pronto se apagaron y así culminaba el tercer encuentro de The Cure con el mejor público del mundo.

 Calificación: Excelente