Testimonios de la década violenta

Relatos de una guerra no declarada

Héctor G. Sottovía

Dunken. 120 páginas

La horrible década del 70 en la Argentina ofrece mucha tela para cortar. Son incontables las historias que dejó la violencia de aquellos años desquiciados y por suerte no faltan interesados en recuperarlas y pasarlas por escrito.

Uno de ellos es Héctor Guillermo Sottovía. En 2023 publicó Argentina no me olvides, una colección de entrevistas con víctimas o familiares de víctimas de las bandas guerrilleras de izquierda. Este año continúa la tarea con Relatos de una guerra no declarada, volumen en el que repite la intención y el formato, pero cambia levemente las características de los entrevistados.

Ahora los testimonios corresponden mayormente a soldados conscriptos. Tres de ellos combatieron en la Operación Independencia iniciada en febrero de 1975. Otro fue herido en el copamiento por el ERP de la Fábrica Militar de Villa María, en agosto de 1974 (de ese lugar fue secuestrado el mayor Argentino del Valle Larrabure en el comienzo de más de un año de cautiverio en una “cárcel del pueblo”, donde lo asesinaron).

A ellos se agrega el Teniente Coronel (R) Rodolfo Richter, quien siendo un joven oficial participó en el primer combate en Tucumán (febrero de 1975), fue herido y desde entonces quedó paralítico. Y el breve relato de un testigo casual del devastador atentado explosivo de Montoneros contra la jefatura de la Policía Federal, en julio de 1976.

Pero la lista no termina ahí. Dos mujeres figuran entre las entrevistadas: Lorenza Ferrari, madre de la joven estudiante Laura Ferrari (tenía 18 años), quien pereció en 1975 al explotar una bomba detonada frente a la Universidad de Belgrano donde estudiaba, y Claudia Rucci, hija del secretario general de la CGT asesinado por Montoneros en septiembre de 1973.

Sottovía trató de preservar en el libro la estructura de los diálogos que mantuvo durante las entrevistas. Lo importante son los testimonios, muchas veces crudos y emotivos, más que las preguntas, que sólo buscan encaminar las charlas, precisar un detalle o aclarar algún dato. El autor no finge una posición de fría objetividad, pero sus intervenciones personales son medidas y apenas caen en lo autorreferencial.

En conjunto el libro impresiona por la vividez de algunos recuerdos y la elocuencia de ciertos pormenores que de un plumazo nos arrastran al vendaval de odio y muerte que arrasó al país seis décadas atrás.

Las espantosas heridas que sufrió Laura Ferrari a causa de una “bomba vietnamita” de Montoneros, la evacuación casi clandestina de los heridos en Villa María para que los guerrilleros no trataran de rematarlos en los hospitales (en un caso lo intentaron), la mezcla de inconsciencia y coraje que siguen exhibiendo los soldados que se batieron en Tucumán: son apostillas breves, fugaces, que dejan pensando al lector y lo transportan en el tiempo hacia una época de la que sigue sin contarse toda la verdad.